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Voz de fondo, de Christiane Dimitriades

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Por VICTORIA DE STEFANO 

Toda forma de expresión, todo arte trata con la mortalidad de forma íntima, tan íntima y al desnudo como con la enfermedad, que es su antesala, como con la vida corpórea de cuya santidad tanto como de su voluptuosidad es cabal testimonio. La forma de lidiar con la condición finita de lo existente humano pasa por el reconocimiento y aceptación de aquello que aparece como entorno inmediato, espacio, tiempo presente y todos los objetos de la cotidianidad hogareña en su pautado y confortante orden. En su base está el deseo, la sensualidad, el erotismo y la tangibilidad inesquivables del ser concreto hecho dinámica del mundo: la oscuridad, el viento libre de la luz del día, el encuentro, el desencuentro, tensión y conflicto con el otro, lo Otro, ante el que el sí mismo se resiste, pero con el que aun así comparte y ahonda la diferencia. Una forma que se enfrenta al caos y los desastres inclinándose, volcándose sobre el papel al ritmo y vibración de la voz de quien habla y se escucha, que adopta, algo que está en su naturaleza, muchas variantes, variantes que son su riqueza: la irónica moderna de nuestro tiempo, la trágica optimista de la tradición de los griegos que reivindica Nietzsche, la órfica, que tanto canta como se lamenta, la enaltecedora de la vida, cuya energía por momentos alcanza la cima de la exaltación y se enfrenta al vacío, al vacío, al infinito, como un salirle al paso por momentos a su destino perecedero.

La poesía no solo canta, la poesía narra, la poesía pone en escena, la poesía medita, reflexiona, de ese reflexionar por contraste y contraposición, que es otro recurso de dramatización, surge la poesía de rasgos aforísticos. En la medida en que el poeta reflexiona hace del silencio el punto de partida de una interlocución más concisa, nítida y contundente. La poesía de Dimitriades está muy alejada de cualquier tentación de hermetismo. Tampoco es lírica en el sentido de la complacencia y el deleite puesto en juego por las imágenes y las metáforas, aunque sin duda las hay, sobre todo en Todos los bordes y Hablo una lengua, o por los rizos verbosos del lenguaje. En cualquier caso, antes que las imágenes, que los lugares de la naturaleza, es el tono de las emociones el que irrumpe y atraviesa verso a verso el corte del poema o la sobria contención de la prosa. En el origen de su inspiración, que va de los dos libros antes mencionados a Voz de fondo, donde a mi parecer consiguen su resolución dialogante, está el imperativo de ir tras las palabras que lo concentren todo, en optar por el despojamiento que le da cabida a la idea conductora para mostrarse por entero y llegar, sin sombras ni veladuras, a su coda conclusiva.

Poemas de Christiane Dimitriades

Aparece mi yo

lo mismo que la porción de arena

cuando la ola regresa al mar

y nos deja perplejos

con esa sensación de incertidumbre

acerca del rigor de todos los bordes

Y luego mi yo desaparece

lentamente

Y vuelve a sumergirse

durante tanto tiempo

que solo es posible

presentirlo allí

en esa cresta

apenas insinuada

entre las palabras

y el silencio

Oculto en ese intersticio

regresa esporádicamente

como los eclipses

causando una transitoria

pero honda

ceguera

***

Estar condenada

a una extraña viudez

fidelidad absoluta al desconocido

cuya imperativa voz obliga

Y me reclino

siempre obediente

sobre la blanca página

de papel

***

Lector

toma este poema

repítelo en alta voz

Lo sé

su inventor

llegó a ser arrogante

y hostil

No temas

se ha vuelto humilde

y hasta ruega por ti

porque no abandones

su bestia dócil

a punto de morir

***

Nunca frecuenté esos círculos

de escritores y de críticos literarios

Me mantuve desinformada acerca de las

polémicas y de las modas

Ocupada en trivialidades de mi propia existencia

o en algún libro extemporáneo

y no por asumir una pose excéntrica

sino porque soy distraída y lenta

Me perdí de ociosas veladas y discusiones

alrededor de innumerables temas y querellas

Elegí a mis amigos

como a las palabras

por su simple sonido

Reconozco que nunca he tenido el talento

de establecer jerarquías

***

No iré hacia ti

Me quedaré aquí

Observando mis gestos

Y los tuyos

Escrutaré cada palabra

Y cada mirada

Evitaré cometer un paso en falso

Impediré que lo cometas

Entenderé el profundo sentido de este deseo

Adivinaré también el tuyo

Analizaré lo dicho y lo que no se dijo

Calcularé cada centímetro de la proximidad

y la distancia entre los dos

Seré tan cautelosa

que habré cometido el más grave error

*Los poemas aquí ofrecidos pertenecen al libro Voz de fondo (Oscar Todmann editores, Venezuela, 2019).

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