En curioso artículo titulado “Estratigrafía moral del venezolano”, publicado por Gustavo Coronel el 13 de abril de 1997 en El Universal (Caracas), el autor comienza escribiendo:
“He oído decir con frecuencia que ‘los políticos son honestos, excepto por una pequeña minoría que les da mal nombre’ o que los estudiantes universitarios son ‘pacíficos y disciplinarios (sic), excepto por unos cuantos desadaptados’, o que los venezolanos ‘son gente honrada excepto por algunos corruptos que mantiene el país en caos’. También he oído con frecuencia que ‘Venezuela es un país de pillos’ y que ‘la corrupción es parte de nuestra cultura’. ¿Quién tiene la razón? Mientras no podamos ‘medir’ la calidad moral del venezolano promedio, esas afirmaciones nunca pasarán de ser meras percepciones, aceptadas por quienes piensen igual o rechazadas por quienes piensen diferente”.
A continuación, escribe:
“Nadie, que sepamos, ha perfeccionado aún un ‘termómetro moral’ o un ‘corruptómetro’. Como geólogo, visualizo el asunto en términos de una ‘estratigrafía moral’, una sucesión de diez ‘estratos’ morales que van desde lo peor (abajo) hasta lo mejor (arriba), como una escalera de diez peldaños que conduzca al venezolano hacia la perfección moral. Creo que tal sucesión de estratos puede ser descrita y, además, cuantificada de manera aproximada…”.
Lo curioso del artículo de Coronel es que, sobre la base de una población de 20.010.000 habitantes del país para 1997, él estimó que en Venezuela había 100 santos, 1.900 héroes, 8.000 altruistas, 100.000 líderes sociales, 400.000 buenos ciudadanos, 10.000.000 de buenos ciudadanos pasivos, 4.000.000 de ciudadanos indiferentes, 1.000.000 de malos ciudadanos pasivos, 3.000.000 de malos ciudadanos activos y 1.500.000 de delincuentes declarados. Luego entra a definir qué es cada una de esas categorías. Entonces, ¿en qué categoría se ubicaría al muy conocido, apreciado y recordado padre salesiano Alejandro Moreno Olmedo, quien lamentablemente falleció el pasado 25 de diciembre? Antes de contestar esa pregunta, hagamos un poco de historia.
¿Quién fue el padre Alejandro Moreno Olmedo? Nació en Torralba de Oropesa, Toledo, España, el 22 de febrero de 1934. No sabemos cómo y cuándo llegó a Venezuela y por qué se vino para acá. Estudió Filosofía en el Seminario Salesiano de Caracas (1950-1953); también Teología en el Seminario Salesiano Internacional, Ivrea, Italia (1956-1960) y se graduó summa cum laude de licenciado en Psicología en la UCAB, Caracas, en 1967. Hizo una especialidad en Psicología Educativa, en la Universidad Complutense de Madrid (1975). Obtuvo el grado de M. Sc. en Psicología en la USB, Caracas (1979), y su doctorado en Ciencias Sociales en la UCV (1993).
El padre Moreno en la docencia universitaria se destacó como profesor titular de la Facultad de Educación de la Universidad de Carabobo, Valencia; profesor de Psicología del Aprendizaje en la UCAB-ISSFE, Los Teques (desde 1986); profesor de posgrado en la UPEL-Maracay; y profesor invitado de la Universidad del Sur Argentino, Bahía Blanca, Argentina (desde 1990). Ejerció cargos universitarios como los de director de estudios de posgrado en la Facultad de Educación de la Universidad de Carabobo (1984-1987), representante profesoral al Consejo de Facultad de Educación de la Universidad de Carabobo por tres períodos y asesor de investigación de esa facultad (1991-1994); también fue fundador y director del Centro Salesiano de Psicología (1967-1973, 1979-1982) y fundador y director del Centro de Investigaciones Populares desde 1990. Además de publicar 97 artículos en diversas revistas especializada, el padre Moreno fue autor de El aro y la trama. Episteme, modernidad y pueblo, Familia Popular; ¿Padre y Madre?: seis estudios sobre la familia venezolana; Skinner: una psicología para la dependencia; Historias de vida e investigación; Historia de vida de Felicia Valera; Buscando padre, historia de vida de Pedro Luis Luna; Y salimos a matar gente; Pastor celestial, rebaño terrenal, lobo infernal y Tiros en la cara. Se ganó el premio Monseñor Pellín de Investigación (CEV) y el premio Francisco de Venanzi al Investigador Universitario (UCV). Menos es sabido, por otra parte, que el padre Moreno fue profesor de secundaria en el Colegio Salesiano de Caracas, donde fue fundador de la tropa de Boy Scouts Don Bosco N° 21 (Sarría); y ahí fue donde lo conocí.
Corrían los primeros años de la década de los sesenta del siglo pasado cuando, venido del Colegio La Salle de La Colina, entré a cursar el 1° año de secundaria en el Colegio San Francisco de Sales (Avenida Andrés Bello), mejor conocido como Colegio Salesiano de Caracas. Allí conocí, siendo un adolescente, al joven sacerdote Alejandro Moreno, quien fuera nuestro profesor de religión; teníamos muy buenos profesores en ese colegio, como por ejemplo Neftalí Duque Méndez en Lenguaje, Antonio Cortés Pérez en Historia Universal y Formación Moral y Cívica, Enrique Bernal en Matemáticas (la revista caraqueña Elite le hizo una entrevista sobre sus investigaciones matemáticas), y otros. Aunque nunca fui reprobado en ninguna materia allí, lamento no haber estudiado más de lo que lo hice.
Para la época el padre Moreno cursaba su licenciatura en Psicología en la UCAB. Una vez me citó a su oficina para hacerme una entrevista sobre mi situación familiar. En otra oportunidad, se formó un peo con un compañero del salón; yo en realidad no estaba involucrado, pero por cierta fama que tenía el padre Moreno me llevó junto con otros compañeros, que sí lo estaban, a la oficina del padre prefecto y dándole un golpe a una mesa le pidió nuestra expulsión del colegio. Nuestros representantes fueron llamados; no nos expulsaron, pero sí nos mandaron a cortar las melenas, de moda en aquella época al estilo Beatle. Fascinado por la beatlemanía de la época y la música de The Rolling Stones, fui invitado a ser el baterista del grupo de rock que mis antiguos compañeros de primaria de La Salle de La Colina habían creado siendo ellos ya estudiantes de secundaria de ese colegio; yo le puse el nombre de The Beatmen al grupo [formado por José Rafael Cordero Saldivia (primera guitarra), Miguel “Chino” Lima Ho† (guitarra rítmica), Roberto Cameron† (bajo) y yo]. Por eso tenía el pelo largo y era un pavo “groovy” y muy zumbado; cantaba, tocaba guitarra, el bajo y también componía canciones. Recuerdo haberle puesto letra a la canción “Yesterday”, etc. Algunas veces nos íbamos a pie, al salir de clase por las tardes, hasta Radio Caracas Televisión, en Bárcenas a Ríos, a colearnos en el programa juvenil (en vivo) Club Musical, en el que tocaban Los Impala y Los Supersónicos; y digo colearnos porque éramos menores de edad. Pero recordando al padre Moreno, las mejores anécdotas vienen de nuestras experiencias como boy scouts en el Colegio Salesiano de Caracas.
Como se ha señalado arriba, el padre Moreno siendo scout fundó una tropa de boy scouts y entre los seleccionados para hacerlo me escogió a mí, pasando a formar parte de la patrulla Lobos y su subguía de patrulla. Fueron unas cuantas actividades de escultismo que desarrollamos en la tropa. Cierta vez nos fuimos de campamento al cerro Ávila; eso fue en diciembre de 1963. No fue la tropa completa, sino un pequeño grupo. Acampamos en un lugar llamado Papelón, donde se encuentra la torre del teleférico de Caracas, antes de llegar a su estación final. Allí aprendí a lavar los platos con barro, etc. Armamos nuestras carpas y una pregunta que nos hacíamos era: ¿quién acompañará al padre Moreno en su carpa para pasar la noche? Era embarazoso para nosotros esa situación, pero al final, y no recuerdo cómo, alguien de nosotros lo tuvo que hacer, no había otra opción. Si bien él era severo, su entrega a la educación de nosotros fue admirable.
En otra oportunidad, tropas de Caracas nos fuimos de campamento cerca de Los Teques en una Semana Santa. Una noche un gran incendio forestal rodeó nuestro campamento, hubo alarma entre nosotros; el padre Moreno se puso al frente de la emergencia. Sacándole el cuerpo al incendio, asustados, corrimos al azar a protegernos entre el monte ya quemado; con cierto pánico o nerviosismo, yo decía muchas groserías y no sabía que el padre Moreno estaba cerca, por ahí en la oscuridad. ¡Ay papá! Al día siguiente, con la tropa en formación, me echó una descarga frente a mis compañeros que me hizo avergonzar. Me dijo que debía lavarme la boca con creolina.
Al concluir el 3° año, no pudimos continuar el 4° año en el colegio ya que progresivamente se disponía a cerrar el bachillerato para externos; solo quedaría con los alumnos internos de educación técnica; y así fuimos a dar (sin el pelo largo) al emblemático Liceo Andrés Bello de Caracas, donde concluimos nuestro bachillerato en ciencias en 1968. De esta manera, me alejé del padre Moreno. Muchos años después sabría de él por su lucha social en los barrios del este de Caracas, sus artículos de opinión en El Nacional y sus esporádicas apariciones en el programa de Globovisión Aló, ciudadano conducido por Leopoldo Castillo.
Esa entrega a la comunidad donde sirvió lo hizo muy conocido en los barrios de Petare. Su fallecimiento nos produjo hondo pesar y, a mí en particular, mucha nostalgia y melancolía por aquella época del Colegio Salesiano. Nuestro amigo, el cardenal y arzobispo de Mérida, monseñor Baltazar Porras Cardozo, al respecto, escribió en un tweet: «El padre Alejandro Moreno hizo de Venezuela su tierra y a ella dedicó lo mejor de su vida. A la Familia Salesiana y a sus muchos amigos un abrazo y oración por su eterno descanso. La iglesia de Caracas –en particular– pierde a uno de sus mejores testigos». Fueron muchos los medios de comunicación que dieron la noticia de su fallecimiento a los 85 años.
Considerando todo lo que hizo por nosotros, ¿en dónde colocaríamos al padre Moreno en la escala estratigráfica moral de Coronel, arriba citada? Por lo menos entre las categorías exclusivas de “líder social” y “altruista”. En estas categorías, Coronel cita ejemplos como Omar Vizquel, Elías Santana, José A. Abreu, Luis Ugalde y otros. Coronel define a los líderes sociales como aquel estrato que incluye al 0,5 % de la población, quienes figuran a la cabeza de casi todas las iniciativas de cambio en educación, salud, sociedad civil. Dice Coronel que este grupo es el gran motor de la sociedad, más que los sectores políticos y burocráticos empeñados en una lucha más egoísta por la riqueza y el poder (como ocurre hoy en día, más que nunca, en Venezuela, agrego yo). El estrato de los altruistas, de no menos de una decena de miles, –dice Coronel– se caracteriza por tener ciudadanos cuyas vidas están orientadas a ayudar más a los demás que ayudarse a sí mismos, logrando con frecuencia extraordinarios resultados positivos, generalmente sin obtener reconocimiento alguno, lo cual probablemente les duele, pero no los detiene en sus esfuerzos.
En la página web de Planeta Vital, leímos:
«Ante la lamentable noticia de la muerte del padre Alejandro, su familia salesiana comunicó a los medios: “Damos gracias a Dios por su vocación y generoso servicio, implorando que su testimonio inspire nuevas vocaciones para muchos buenos cristianos y honestos ciudadanos. Descanse en paz”. El padre Moreno tuvo su residencia por más de 30 años en el barrio San Isidro en Petare, fue su laboratorio vivo y presencial para investigar y escribir sobre la violencia en Venezuela. Era una de las personas que más sabía acerca de la vida social en los barrios venezolanos.
En una entrevista que le realizaron en 2011 para conocer las causas de la violencia dijo: “Yo me siento segurísimo en San Isidro. Ahí la gente está segura, excepto en los momentos cuando se enfrentan dos grupos. O si los malandros piensan que uno está delatándolos. Los malandros no pueden hacer daño en su comunidad porque, de lo contrario, pierden el lugar donde refugiarse y vivir. Necesitan el apoyo de la comunidad”.
Padre Moreno: Cuando me senté ante usted en aquella oportunidad en su oficina del colegio, para una entrevista psicológica, nunca me imaginé que lo iba a despedir así, escribiendo esto en su homenaje póstumo, que me conmueve, un 30 de diciembre, 5 días después de su partida a la casa del Señor. Cómo me hubiera gustado haberme reencontrado con usted. Desde donde usted esté, en el Cielo al lado de Don Bosco y san Francisco de Sales, ayude a quienes fuimos sus alumnos salesianos a recorrer el camino que nos queda por recorrer, que nosotros como buenos boy scouts de toda la vida estaremos ¡siempre listos!
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