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Invasión de EE UU a Panamá en 1989: cómo la «Operación Causa Justa» llevó a la caída de Noriega y la desaparición del ejército en el país centroamericano

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Faltaban 30 minutos para la medianoche cuando la alerta sísmica se disparó.

Y entonces, aquel día de hace 30 años, solo se oyó el ruido de las explosiones: una avalancha de cazabombarderos estadounidenses surcaba el cielo de Panamá en vuelo rasante, dejando un estruendo de turbinas y proyectiles tras de sí.

Arrojaban bombas sobre áreas populares de El Chorrillo -un barrio en pleno centro de la capital, bastión del régimen militar de Manuel Antonio Noriega- destruyendo todo lo que encontraban a su paso.

Aunque el objetivo era el cuartel central de las Fuerzas de Defensa, todo el barrio desapareció entre las llamas, junto a un aeropuerto y varias bases militares en Ciudad de Panamá y en Colón.

«Utilizaron artillería y aviación para bombardear las zonas más densamente pobladas de la capital, donde había una gran cantidad de población viviendo en caserones antiguos de madera», le cuenta a BBC Mundo el sociólogo y escritor panameño Guillermo Castro Herrera.

«Fue una operación militar a gran escala. Hay testimonios y anécdotas muy desgarradoras».

El ataque fue perpetrado por más de 26.000 hombres de las unidades de élite enviados por George H. W. Bush, el hombre que ordenó la invasión de Panamá aquel 20 de diciembre de 1989.

El fotoperiodista estadoundiense Scott Wallace, quien entonces trabajaba para el diario británico The Guardian y para la cadena estadounidense CBS, pasó mucho tiempo ese año en Panamá. De hecho, tenía agendada una entrevista con Noriega que no llegó a concretar debido a la invasión.

Recuerda ver las tropas en las calles vestidas de camuflaje, con la cara pintada y ramas de árboles en los cascos.»Uno tenía que tener bastante cuidado porque había retenes por toda la ciudad de Panamá», le dice a BBC Mundo.

También recuerda escuchar desde el hotel donde se alojaba -el Holiday Inn que se ve en la imagen sobre estas líneas- frente a la embajada de El Vaticano donde estuvo refugiado Noriega, música heavy metal a todo volumen que atribuye al ejército estadounidense «haciéndole guerra psicológica» al militar.

Tras aquella intervención, las fuerzas militares panameñas fueron disueltas.

«Afuera de la ciudad, en la zona del Canal, los estadounidenses tenían una especie de campo de detención al aire libre -el más grande de EE.UU. desde Vietnam- donde procesaban a los miembros de Defensa de Panamá y valoraban si calificaban para ser integrantes del nuevo ejército que estaban formando», recuerda Wallace.

Hoy, el antiguo cuartel general de El Chorrillo es un parque de diversiones familiar, y las casas de los vecinos mutaron a edificios de hormigón multifamiliares.

Pero la «Operación Causa Justa» sigue siendo recordada por muchos -30 años después- como una herida abierta en la historia panameña que dejó un reguero de muertes -¿300? ¿3.000?…- aún sin concretar.

¿Qué fue la «Operación Causa Justa»?

Es el nombre que se le dio a la invasión estadounidense de Panamá de 1989 por parte de EE.UU.

Duró poco más de un mes: del 20 de diciembre de 1989 al 31 de enero de 1990.

El propósito, según la versión de Washington, era capturar a Noriega.

Noriega era requerido por la justicia estadounidense por delitos de narcotráfico y fue juzgado en ese país tras la invasión.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) condenó los hechos en 2018 y exigió a EE.UU. resarcir a las víctimas e iniciar una investigación completa.

«Sigue siendo una herida abierta por muchos motivos», cuenta Nelva Araúz Reyes, investigadora en el área de Derechos Humanos del Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales AIP (CIEPS) de Panamá.

«No ha habido reparación de ningún tipo a los familiares de todas las víctimas y al país, por las pérdidas humanas y los daños a bienes del Estado […] y se desconocen dónde se encuentran sepultados los cadáveres de muchos panameños», añade.

La «Operación Causa Justa» es una herida abierta en Panamá, dice el historiador Víctor Ortiz/ Foto: Getty Images

Víctor Manuel Ortiz Salazar, historiador y coordinador de investigación en el Instituto de Estudios Nacionales de la Universidad de Panamá, define la invasión como «un hecho muy traumático».

«Sobre todo para las personas de mi generación, que lo vivimos. Fue un hecho de guerra», le cuenta a BBC Mundo.

«Afectó a la sociedad en su conjunto; el país estaba dividido entre quienes anhelaban sacar al dictador y entre aquellos que veían la invasión como un acto de agresión por parte de Estados Unidos hacia el país», comenta Ortiz.

Eso provocó «serias heridas» en el fuero interno de la sociedad, «y todavía hoy día no hemos hecho un acto de verdadera memoria -como Argentina- para sanar esas heridas», reflexiona.

A la izda., un panameño apoyando a los estadounidenses. A la dcha., una mujer de los «Batallones de la Dignidad», las fuerzas paramilitares de Noriega/ Foto: Getty Images

Pero volvamos a los inicios: ¿cómo llegó Estados Unidos a invadir Panamá y por qué lo hizo?

Los antecedentes

«La invasión a Panamá fue el último acontecimiento de una serie de incidentes vinculados a la relación de Panamá con Estados Unidos», dice Víctor Ortiz.

El historiador sitúa su raíz en la crisis política que se inició en 1987.

«El régimen militar entró en una crisis interna, producto de las declaraciones del coronel [Roberto] Díaz Herrera [quien acusó a Noriega de fraude en las elecciones de 1984], lo cual derivó en una crisis política que, a su vez, incidió en las relaciones con Estados Unidos».

También hay que tener en cuenta, señala Ortiz, «el hecho de que los gobiernos dictatoriales en América Latina estaban comenzando a sufrir un desgaste y perdieron apoyo por parte de Estados Unidos».

«Estados Unidos puso en jaque al gobierno militar [de Panamá] y todo culminó con el golpe de diciembre: la invasión para sacar a Noriega del poder», concluye el historiador.

El fin de la invasión era sacar a Noriega del poder. Foto: 1ero de enero de 1990 en ciudad de Panamá/ Foto: Getty Images

El sociólogo Castro Herrera destaca entre los antecedentes la violencia que hubo a lo largo de la historia política panameña -tres golpes de Estado (1931, 1951 y 1968)-, además de intervenciones violentas por parte de las Fuerzas Armadas, junto a la «incompetencia política» de norieguistas y opositores y los fraudes electorales.

«Hay que entender que Panamá fue un país en el que cada 16 y tantos años había un incidente de violencia política con muertos. Y que ahora hemos pasado 30 años sin incidentes de ese tipo».

«La invasión inauguró una etapa histórica totalmente nueva», le cuenta a BBC Mundo. «Nunca antes en la historia de Panamá había transcurrido tanto tiempo sin un incidente de violencia política».

«Ahora», apunta Castro, «ninguna de las acciones políticas previas produjo tantos muertos ni tanta destrucción como la ejecutada por las Fuerzas Armadas norteamericanas en el 89».

Y Estados Unidos justificó esos hechos con la captura de Noriega, quien hasta poco antes había sido precisamente estrecho colaborador de la CIA.

La «Operación Causa Justa» dejó cientos (o miles) de muertos. Esta instantánea fue tomada el 26 de diciembre de 1989/ Foto: Getty Images

La captura de Noriega

«No es un hecho desconocido que Noriega era un militar que estaba al servicio de la inteligencia estadounidense», dice Ortiz. «Hay biografías que comentan que, desde antes de ser militar, ya estaba al servicio de la CIA».

«Él fue acusado de narcotráfico, de terrorista, de dictador. Con la particularidad de que era un dictador entrenado en Estados Unidos y que su figura fue alimentada por la propia agencia estadounidense, por eso fue un militar de confianza para Bush», añade el investigador basándose en documentos de la propia CIA que salieron a la luz pública.

«Todo ello desembocó en una invasión para sacar a Noriega del poder y, como decía la ‘Operación Causa Justa’, por la seguridad de los ciudadanos estadounidenses y para ‘devolverle la democracia’ a Panamá’… aunque habría que ver qué democracia nos devolvieron», apunta.

Noriega era «un militar de confianza para Bush», dice Ortiz. Esta foto es de 1987/ Foto: Getty Images

Luego de refugiarse en la nunciatura (embajada de El Vaticano), Noriega se rindió el 3 de enero de 1990.

«La entrega de Noriega calmó rápidamente a todo el mundo. Se lo llevaron a Estados Unidos en calidad de prisionero de guerra y finalmente, veintipico años después, vino a fallecer en Panamá», señala Castro.

¿Qué pasó con el ejército panameño?

La invasión del 89 no solo le permitió a Estados Unidos derrocar a Noruega, sino también liquidar a las Fuerzas Armadas de Panamá, su base de apoyo, explica Castro.

Eran las Fuerzas de Defensa de Panamá que el propio Noriega había creado bajo el emblema «Todo por la patria».

Los miembros del ejército -15.000 efectivos- fueron desmovilizados y remplazados en 1989 por una suerte de fuerza policial armada.

Y es que desde 90 Panamá no volvió a tener ejército. En su lugar se formó la Fuerza Pública panameña, que contaba con un organismo policial, uno judicial, uno aéreo y uno marítimo, además de los destinados a la protección de mandatarios y edificios públicos.

Ortiz cree que aunque los libros de historia mencionan este hecho como la «desaparición» del ejército panameño, en realidad fue más bien una «reinvención» en las autoridades policiales del país, pero con otra ideología.

Hoy día, Panamá es, junto a Costa Rica, el único país de América Latina que no tiene ejército.

Castro dice que el bombardeo masivo sobre el cuartel central de El Chorrillo puso de manifiesto que «el objetivo de EE.UU. no era capturar a Noriega, sino destruir a las Fuerzas Armadas panameñas, como en efecto se hizo».

«Las Fuerzas Armadas panameñas y policiales quedaron inutilizadas en menos de 24 horas», dice el sociólogo.

«Pero el ejército norteamericano no entró a la ciudad por 72 horas, y eso permitió que se formara una ola de saqueos a negocios que hizo que, cuando entró, fuera recibido como un salvador».

Él mismo asegura que fue testigo de aquel caos urbano: «Yo estaba allí y me tocó ver la principal avenida de la ciudad llena de gente de extracción muy modesta -lo cual en Panamá es casi sinónimo de ser de color café- cargando con todo lo que había en las tiendas».

«Era un espectáculo que me inspiraba terror. Me tocó ver una clase media blanca armada y atrincherada en sus barrios, no para enfrentar al invasor, sino para enfrentar a los ladrones porque no había policía ni fuerzas del orden en ningún lugar».

Durante los eventos, los soldados estadounidenses arrestaban a «rebeldes» panameños en la calle/ Foto: Getty Images

¿Cuántas personas murieron?

«Sobre la invasión no hay nada oficial», responde Ortiz. «Existen estudios individuales y grupos que se están organizando para saber la verdad, y hay una Comisión 20 de diciembre, pero no ha dado resultados finales».

«Nadie sabe a qué conclusión llegó esa comisión», señala Castro por su parte.

Ortiz también dice que «hay quien plantea que en la invasión hubo 3.000 personas asesinadas, entre combatientes y civiles» y que «algunos consideran esa cifra exagerada», pero no hay un número exacto a nivel oficial.

«Se calcula que al menos 300», explica Castro. «Pero se ha hecho todo lo posible porque el tema no sea investigado con transparencia y de manera pública».

«Yo creo que hay grupos que resienten profundamente que la invasión no haya sido sometida a debate público y que no se haya aclarado el tema de las víctimas, ni se hayan hecho compensaciones a las familias, ni se hayan localizado todas las fosas colectivas».

«Nada de eso forma parte de la agenda estatal panameña», añade.

Algunas calles y barrios quedaron totalmente destrozados/ Foto: Getty Images

El relato actual (o cómo fue «borrado» de la historia)

«En el sistema educativo panameño, la invasión se ha borrado de la historia nacional, aunque hay sectores de grupos académicos que tratan de mantenerla viva y de contar a las nuevas generaciones qué ocurrió en 1989», dice Ortiz.

«Pero en primaria y en secundaria, no está registrada como un hecho importante en nuestra historia. No se cuenta qué ocurrió realmente ni cuáles fueron sus antecedentes».

«Yo soy profesor de historia y tengo alumnos que no saben lo que ocurrió el 20 de diciembre».

«La invasión estadounidense de Panamá fue borrada oficialmente de la historia panameña», concluye Ortiz.

«Se ha hecho un gran esfuerzo por no traer el tema a discusión», opina Castro. «La invasión misma ha sido barrida debajo de la alfombra».

El sociólogo dice que las justificaciones en las pocas ocasiones en que algunos pocos grupos salen a la calle a debatirlo terminan en quién tuvo la culpa: Bush o Noriega.

«Eso no nos va a llevar a ningún lado», argumenta él. «Nosotros necesitamos que ese tema sea abierto a discusión y agotado».

Por su parte, la abogada e investigadora Nelva Narváez recuerda que «no ha habido perdón por parte de Estados Unidos ni del Estado panameño por todo lo ocasionado».

Por eso, dice, «la experiencia de Panamá nos lleva a rechazar cualquier intervención militar en cualquier parte del mundo».

«Una intervención militar deja demasiadas secuelas para la sociedad, para las personas y para un país», señala la experta en Derechos Humanos.

«Nosotros aún vivimos las consecuencias de un sistema democrático débil, impuesto sin la participación de la ciudadanía. Y recordamos la humillación de tener un ejército extranjero dirigiendo por tantos años los designios del país», concluye.

Para muchos panameños, el 20 de diciembre es un día de duelo nacional/ Foto: Getty Images

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