Desde la Primavera Árabe a la sangría en Siria, de Obama a Trump, del terror de las calles de París al Brexit y los estallidos sociales en América Latina, la década de 2010 comenzó con la esperanza de un mundo más equitativo y finaliza con un avance de los nacionalismos populistas.
A continuación una mirada a los personajes y hechos que definieron la última década:
Estados Unidos, dividido
Estados Unidos comenzará la década de 2020 con Donald Trump en el Despacho Oval, como presidente de un país dividido por la discordia política, social y económica, y con un mandatario que hace frente a un juicio político.
Trump, acusado de abuso de poder por pedir a Ucrania que investigara a un rival político, tiene muchas posibilidades de ser absuelto por el Senado, controlado por los republicanos.
Pero aún será el tercer presidente de Estados Unidos que enfrenta un juicio político, después de Bill Clinton y Andrew Johnson. Richard Nixon renunció antes.
Su mandato, en el que la realidad ha superado la ficción, es un reflejo de su ascenso al poder. En 2016, a algunos les pareció impensable que un magnate de los bienes raíces convertido en estrella de la telerrealidad lideraría la economía más grande del mundo.
Pero venció a la demócrata Hillary Clinton y Trump sucedió a Barack Obama, el primer presidente negro de la historia de Estados Unidos.
Obama fue galardonado con el Nobel de la Paz; Trump presentó una vez «El aprendiz». Entre los presidentes 44 y 45 de Estados Unidos no podría haber más diferencias.
Escéptico del cambio climático, proteccionista y duro con la inmigración, Trump ha roto con la tradición y dirige la Casa Blanca a su manera, sin ataduras.
«Desde hoy en adelante, una visión nueva gobernará nuestro país. A partir de ahora, va a ser Estados Unidos primero», dijo en su toma de posesión, el 20 de enero de 2017.
A punto de cerrar la década, el éxito de la economía estadounidense le da opciones de conseguir la reelección el año que viene.
En el exterior, Trump es duro con sus aliados, no cumple con los acuerdos internacionales y no duda en impulsar sus lazos con gobiernos autoritarios como el de Kim Jong Un, en Corea del Norte.
La decepción de la Primavera Árabe
Después de que la década comenzara con la esperanza de la Primavera Árabe, ésta finaliza con hombres poderosos de vuelta en el poder en varios países.
Una rebelión popular acabó con la dictadura del Zine El Abidine Ben Ali el 14 de enero de 2011, una revuelta impensable unas semanas antes.
La Primavera Árabe explotó en Oriente Medio y en el norte de África.
El líder libanés Muamar Gadafi fue derrocado por un levantamiento apoyado por la OTAN.
En Egipto, las protestas en la plaza Tahrir, en Cairo, significaron el final del reino de Hosni Mubarak, pero el país cierra la década bajo el férreo control del general convertido en presidente Abdel Fatah al Sisi.
El destino de millones de personas cambiaría en Siria. Un movimiento de protesta contra la familia Asad desencadenó una represión sangrienta, y finalmente, una guerra civil.
En ocho años de conflicto desde principios de 2011, más de 370.000 personas han muerto y millones han sido desplazadas de sus casas. El conflicto se ha vuelto global.
Rusia intervino en nombre de Bashar al Asad. Turquía maniobró para asegurarse de que los kurdos no creaban un fortín en la frontera.
Occidente organizó una coalición para vencer al «califato» del Estado Islámico, un grupo extremista que aprovechó el caos para reclamar territorios de Siria e Irak.
Los yihadistas causaron estragos y atrajeron a su causa a miles de combatientes extranjeros, principalmente de Europa.
Europa, desestabilizada
El entonces líder del Estado Islámico, Abu Bakr al Bagdadi, proclamó el establecimiento del «califato» en junio de 2014, que se extendía desde Alepo, en el norte de Siria, a Diyala, en Irak.
La organización eclipsó a Al Qaida y desató un nuevo torrente de violencia, y alentó a sus seguidores a que cometieran sus propios actos de terror en vez de operaciones elaboradas como los ataque del 11 de septiembre.
Una célula siria con base en Bélgica viajó a París y con bombas y tiroteos en una sala de conciertos, bares, restaurantes. En el estadio Stade France mataron a 130 personas.
En Bataclan, una legendaria sala de conciertos, 90 personas murieron durante un concierto del grupo estadounidense Eagles of Death Metal.
«Prometo solemnemente que Francia hará todo para destrozar el ejército de fanáticos que cometieron estos crímenes», dijo el presidente de Francia, François Hollande.
Meses antes, a principios de 2015, dos hermanos que juraron lealtad a Al Qaida mataron a tiros a 12 personas en las oficinas del semanario satírico francés Charlie Hebdo.
Otro yihadista mató a un policía y cuatro rehenes en un supermercado judío.
Francia, Bélgica, Dinamarca, España y Reino Unido fueron víctimas de ataques durante la década. El yihadismo se extendió por la vasta zona del Sahel de África y partes de Asia.
Estados Unidos, sus aliados kurdos y los países europeos han recuperado el terreno del «califato», y fuerzas especiales estadounidenses mataron a Al Bagdadi. «Murió como un perro», dijo Trump el 27 de octubre de este año.
Tragedia migrante
El conflicto sirio tuvo como efecto una inmensa tragedia humana a las puertas de Europa, ya que millones de personas dejaron sus casas en busca de seguridad y de una vida mejor.
La crisis cruzó Europa en forma de grandes procesiones, y los migrantes terminaron en cualquier país que los recibieran.
La canciller alemana, Angela Merkel, pensó que podría absorber la llegada de refugiados.
«Si Europa falla en la cuestión de los refugiados, si este estrecho vínculo con los derechos civiles universales se rompe, entonces no será la Europa que deseábamos», dijo el 31 de agosto de 2015.
Cientos de miles de sirios acabaron en Alemania.
Pero la presión aumentaba en países a medida que llegaban personas en situación desesperada.
En el norte de Francia migrantes se apiñaban en campamentos a la espera de poder cruzar hacia Reino Unido.
Otros migrantes desesperados hicieron sus viajes por el mar, usando botes desvencijados y balsas para alcanzar Europa. Muchos de ellos no sobrevivieron.
Del otro lado del mundo, millones huyeron por tierra, mar y aire de una Venezuela sepultada en la peor crisis de su historia reciente.
Trump hizo bandera de su lucha contra los migrantes ilegales que entran al país por la frontera con México. Para ello pidió miles de millones de dólares al Congreso para acabar de construir un muro fronterizo.
La marea de migrantes hizo crecer los movimientos populistas y de extrema derecha. El húngaro Viktor Orban, el italiano Matteo Salvini y el brasileño Jair Bolsonaro llegaron al poder.
La extrema derecha del Frente Nacional sigue como fuerza política en Francia gracias a la familia Le Pen, y ganó fuerza en Alemania, donde se cuestionó la política de brazos abiertos de Merkel.
Los habitantes de Reino Unido votaron en un referendo histórico celebrado en 2016 salir de la Unión Europea.
Después de un proceso tortuoso, el primer ministro británico, Boris Johnson, parece que será capaz de sacar al Reino Unido del bloque tras su aplastante victoria electoral, bendecida por Trump, el primer presidente estadounidense que no apoya la unidad de Europa.
Los ciudadanos actúan
Mientras el 2019 llega a su fin, una sueca de 16 años reescribe las normas del activismo y despierta la conciencia pública sobre la luchas contra el cambio climático.
Millones de personas se ven a sí mismas en Greta Thunberg, y creen que sus mayores han sacrificado el planeta por el crecimiento económico y el confort.
«¿Cómo se atreven?», espetó la adolescente en septiembre en la ONU a los líderes mundiales para hacerles recapacitar sobre su inacción ante el calentamiento global.
En una década que comenzó con un accidente nuclear en Japón desatado por un terremoto y un tsunami, el mundo ha puesto el foco sobre el clima extremo y sus efectos nocivos.
De hecho, la humanidad pierde la carrera para reducir la emisión de gases de efecto invernadero, y la temperatura no deja de subir.
La comunidad internacional alcanzó en 2015 un acuerdo histórico en París, pero los compromisos adquiridos son insuficientes y Estados Unidos ultima su salida del plan.
Un asunto más simple -cómo se relacionan mujeres y hombres- también fue objeto de atención esta década.
El movimiento #MeToo, que se hizo viral tras la letanía de denuncias contra el productor de Hollywood Harvey Weinstein, animó a las mujeres a enfrentar a sus abusadores, y propició la caída de un gran número de hombres poderosos.
El tema del género y la identidad también creció durante estos años, y muchos redefinieron qué es ser hombre o mujer, o ninguno de los dos.
Humanidad conectada
2.400 millones es una cifra gigante, difícil de entender, pero es el número de usuarios mensuales regulares en Facebook, la red social más grande del mundo. En 2011, esa cifra era de poco más de 500 millones.
La tecnología está cambiando radicalmente nuestra forma de vivir.
Citas, amistades, noticias, política, música, banca y compras se manejan ahora en el ciberespacio, y pasamos cada vez más tiempo mirando pantallas.
Facebook no es el único nombre en un sector dominado por empresas estadounidenses. Google, Twitter, Amazon, Apple y Whatsapp son algunas de las marca que han transformado nuestras vidas.
Ganan miles de millones de dólares y suscitan controversias.
Estas compañías han accedido a nuestros datos personales, por lo que la amenaza a la privacidad es considerable.
Han facilitado la libertad de expresión, pero el riesgo de acoso, o algo peor, es real.
Están haciendo que los contenidos sean más accesibles para más personas, pero ni artistas ni medios cobran siempre por su trabajo.
Y al final se descubrió que Facebook era una de las principales armas de una campaña rusa para interferir en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2016.
Guerra comercial EEUU y China
Con un crecimiento vertiginoso, China se convirtió en la segunda economía del mundo en 2010, adelantando a Japón y solo por detrás de Estados Unidos.
La mayor fábrica del mundo ha blandido sus ambiciones militares y se ha posicionado a sí mismo como un rival estratégico de Washington.
A mitad de década, China reclamó su posición en el sector tecnológico, trabajando hasta convertirse en un líder mundial en robótica, tecnología de la información y energías renovables.
Pekín trata de cambiar de rumbo: ya no está satisfecho con albergar fábricas para producir los bienes de consumo del mundo.
Estados Unidos quizás siente que China podría disputarle la supremacía. Y bajo Trump, estalló esa preocupación.
El líder republicano comenzó una guerra comercial con China, acusándolo de un robo desenfrenado de propiedad intelectual.
«Las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar», exclamó Trump en 2018.
El mandatario ha impuesto fuertes aranceles sobre los productos chinos, pero Pekín no se amilanó. Y aunque los dos países firmen un acuerdo comercial de «fase uno» en los últimos días de esta década, esta lucha seguramente definirá la próxima.
Convulsionada América Latina
En América Latina, tras un deshielo entre Cuba y Estados Unidos en 2014, el gobierno de Trump volvió a tensar relaciones e incrementó con sanciones el aislamiento de la isla socialista.
El populismo de izquierda se consolidó en la Venezuela chavista, donde a pesar de los esfuerzos de la comunidad internacional por promover una salida democrática, Nicolás Maduro termina la década al frente de una economía en ruinas pero consolidado en el poder.
Tras los escándalos de corrupción que marcaron el fin de su segundo mandato en 2015, la peronista Cristina Kirchner regresó este mes al poder como vicepresidente de Alberto Fernández, en una Argentina que el liberal Mauricio Macri dejó con 40% de pobres.
El fin de década vino lleno de sorpresas en el resto del continente, con estallidos sociales en América Central, Ecuador y sobre todo en Chile, hasta hace dos meses considerado oasis de paz y prosperidad.
El presidente boliviano Evo Morales abandonó su país tras perder el apoyo de las Fuerzas Armadas en medio de disturbios, luego de un intento por perpetuarse en el poder por cuarto mandato consecutivo mediante elecciones consideradas fraudulentas por la OEA.
En Colombia, un reclamo de mayor equidad social y heridas mal cicatrizadas del conflicto armado, a pesar del acuerdo de paz firmado en 2016, también cierran con turbulencias la década que se va.
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