Con mantas en el piso y paraguas los fanáticos esperaron bajo un sol inclemente, el sábado, y una lluvia intermitente, el domingo, a que iniciara el Cusica Fest. El festival reunió a tres generaciones de la movida musical alternativa el 14 y 15 de diciembre, en El Hatillo.
“Lo mejor de hoy será La Vida Bohème”, comentaban algunos mientras esperaban entrar a la explanada donde se celebraría el concierto. Doce horas de música continua prometió el Cusica Fest durante dos días. Y cumplió.
Es sábado. Antes de las 10:00 am grupos de personas esperaban para entrar. A las 11:00 abrieron las puertas. Una larga barra de Ron Cola, una fila de foodtrucks y un pasillo con banderines de colores precedían el escenario: un terreno cubierto con piedras pequeñas y montoncitos de paja. El lugar era un espacio abandonado que los organizadores recuperaron.
Los fanáticos se iba acomodando, en el suelo y con sombrillas, frente al escenario. «El ambiente me recuerda a los grandes festivales de afuera», comentaba Claudia Martínez, de 20 años de edad, a su grupo de amigos.
El Cusica Fest era un proyecto ambicioso. El Lollapalooza fue, para los organizadores, un modelo a seguir.
11:45 am. Gran Radio Riviera es la primera banda que se sube al escenario. Le siguieron LaFleur y Andrés Mata. DJ Marco estuvo a cargo de intermedio musical, en el que sonaron temas de bandas como Charliepapa, Los Colores, Americania y Rawayana.
El área de concierto no estaba totalmente llena. Es con Tomates Fritos que las personas comienzan a acercarse. La banda inició su presentación con «Nadaré hasta llegar”» de su álbum Hombre bala (2010).
Después de que interpretaron «Tripolar», «Mi cura, mi enfermedad» y «Granola» el área de concierto estaba totalmente llena. Se recogieron las mantas y a partir de allí nadie se volvió a sentar.
Manuel Silva, Lorenzo Martínez, Jairam Navas y Óscar Martínez –animadores– le dieron la bienvenida a Okills, que no se presentaba en el país desde hace tres años y medio. La agrupación que ganó el Festival Nuevas Bandas en 2012 inició con uno de sus últimos temas «Amigos».
Interpretaron «Después», «Café con chocolate» y «Gritarte». La emoción crecía. Alberto Arcas, vocalista de grupo, pasó la barrera de seguridad y saltó hacia el público. Estaba cumpliendo 32 años. Todos le cantaron «Cumpleaños feliz».
«Este es uno de los mejores shows que hemos tenido. Hoy fue especial porque fue en casa. Sentir ese amor otra vez es increíble. Después de estar tanto tiempo fuera no sabes si a las personas les seguirá gustando el proyecto», dijo Alejandro Bautista, baterista de Okills, en representación de la banda.
Eran las 5:50 pm y subía a escena una de las bandas más esperadas del Cusica Fest. Con ustedes: La Vida Bohème.
Henry D’Arthenay, Sebastián Ayala y Daniel Briceño aparecieron sobre el escenario. Y aún así, se hicieron esperar. Tocaron un interludio instrumental hasta llegar a los acordes de «Radio Capital». A partir de allí no hubo vuelta atrás: la euforia fue total.
«No estamos hablando mucho, porque queremos darles la mayor cantidad de música posible», dijo el vocalista de la banda. Combinaron clásicos como «Lejos», «Calle Barcelona» y «Flamingo» con temas nuevos como «Manos arriba» y «Acción (decreto a muerte a los traidores del rock latinoamericano)».
25 personas pudieron escuchar estos temas antes de que los presentaran en tarima. La banda realizó un concurso en Instagram, «Mi camionetica Bohème» se llamaba. «Hoy (sábado) le pusimos a varias personas en una camionetica tres temas del nuevo disco que están listos. Pueden esperar algo igual de ridículo, hermoso y grande cuando lo terminemos», aseguró D’Arthenay.
No fue la única sorpresa. Una lluvia de de billetes devaluados, del segundo cono monetario impuesto por Nicolás Maduro, cayó sobre el público. «Hoy vieron el ciclón del dinero. Extrañaban pelearse por eso y venimos a recordarles que estos billetes valen menos que el papel con el que están hechos», dijo
«Cementerio del Este», «La piel del mal», «El sentimiento ha muerto», «Buen salvaje», «Você» y «El zar» completaron el set que cerraron con «La vida mejor». De las presentaciones del sábado muchos coincidieron en que fue una de las mejores. «No siento que seamos más que otros colaboradores. Se siente muy bien saber que la antorcha que dejamos, que pensábamos que estaba apagada, otros la agarraron e hicieron fuego con ella», añadió D’Arthenay.
Desorden Público cerró el primer día del festival. La banda de ska inició su presentación con «Canto popular de la vida y muerte», de su álbum homónimo, que cumplió 25 años en 2019. También interpretaron «Allá cayó», «Cachos de vaca», «Los que se quedan, los que se van», «Ska mundo ska» y «Valle de balas».
La Vida Bohème, Okills y LaFleur subieron al escenario para acompañar a Desorden Público en el cierre para tocar «Políticos paralíticos».
En comparación con el sábado, el domingo asistió más gente. 3.000 personas estuvieron presentes el segundo día del evento. Se agotaron las entradas, detalló Arnaldo Vallenilla, jefe de prensa de Cusica, pese a unos boletos que se anunciaron, desde el principio, en moneda extranjera con posibilidad de pagar en bolívares. Incluso, alimentos y bebidas también se vendieron en dólares durante los dos días de música.
El festival duró un año y medio en tomar forma. Tenía una meta: ofrecer nuevas experiencias a los caraqueños. Y lo logró.
Meera, una banda con pocos meses de trayectoria, inició el espectáculo del segundo día. No comenzó a la hora establecida en el cronograma, media hora después realizaron una presentación que incluyó pocas canciones y propias y covers de Calle Ciega y Bacilos.
Luego, se subió El Otro Polo, único solista de la jornada. Interpretó canciones emblemáticas como “Traviesa”, “Claridad”, “Bésame” y “Bajo el sol”, tema con el que se despidió. Durante su tiempo en escena contó con la colaboración de artistas como Liana Malva y Alberto Arcas de Okills.
“Cinco” fue la canción con la que Anakena arrancó el ANK Off The Sea, el crucero musical de la agrupación que ganó el Festival Nuevas Bandas 2018. Las nubes que opacaban el sol advertían lluvia. Es en medio de este tema que todos sacaron sus paraguas para cubrirse y continuar coreando los ritmos tropicales del grupo.
La lluvia intermitente acompañó a la banda durante “Montaña rusa” (ft Liana Malva), “Guayaba” y “Pantera”. Y cuando llegaron al final con “Sanguchito” las nubes grises se disiparon para dar paso a un cielo azul.
Seis años tenía Malanga sin pisar un escenario venezolano. “Mil copas” fue la pieza seleccionada para dar inicio al show. “Que ganas tenía de decir esto: ‘Hola Caracas”, dijo Arístides Barbella, vocalista del grupo.
Se pasearon por canciones como “El latin lover” y “De Caracas a Madrid”. Un set que duró más de una hora y que la agrupación veía como un reto. “Es una generación nueva y siempre existe el temor de que no conozcan las canciones, pero la sorpresa fue increíble. Creo que el en vivo de Malanga siempre fue una carta de presentación. Somos una banda que tiene una energía natural y eso se refleja en tarima”, dijo Barbella.
4:39 p.m. Una de las agrupaciones más esperadas del día: Viniloversus. La banda, que no se presentaba en país desde 2016, comenzó su presentación con “Yunque”. Para este momento parecía que ya no cabía más gente en el lugar, se quitaron las mantas y todos estaban de pie, brincando, con “Ultravioleta”, “Directo al grano”, “Amnesia invocada” y “Tu ambición”. Incluso interpretaron dos temas de su álbum en inglés Day of exile.
Para Viniloversus el festival representó un gran regreso a casa. “Siempre todo lo que hagamos resonará muy fuerte para nuestro público y vamos a pensar primero en la gente que nos vio nacer y luego en los que nos están conociendo en el camino”, dijo Rodrigo Gonsalves, vocalista de la banda.
Henry D’Arthenay, de La Vida Bohème, subió al escenario para acompañar Gonsalves en el solo de guitarra de “Control”, del álbum Si no nos mata (2009). Viniloversus se despidió con “Ares”, una canción dedicaron que a aquellos que los privaron de presentarse en el país.
Ya caía la noche cuando Los Mesoneros iniciaron los acordes de “Prefiero no saber” de su último disco Pangea. Tanto a Rodrigo como a Luis, integrantes de Arawato junto con Carlos Imperatori, el público les pidió interpretar un tema de la banda que estuvo nominada al Grammy Latino a Mejor Canción Rock con “Nirvana” y Mejor Álbum.
Un set que duró poco más de una hora y media. Las canciones más coreadas de la noche fueron “El paraíso”, “Te lo advertí” y “Caiga la noche”, tema que que la banda deseaba tocar en Caracas por lo que representa para ellos. “Regresar es algo poético, aunque suene un poco intenso. Va más allá de la música, tiene toda una historia detrás, tiene todo un contexto que es diferente”, dijo Luis Jiménez, vocalista del grupo.
Solo quedaba una banda para dar por concluido el Cusica Fest. Los Amigos Invisibles, que abrieron su set con “Dulce”, le dieron el toque final a la jornada de música con su gozadera. Al igual que el primer día, todas las bandas subieron al escenario para despedirse.
“Es en serio. Estamos en Caracas”, rezaba el mural pintado por Michael Wong. Era lo primero que se veía al entrar al festival y también al salir. Allí se resume lo que muchos pensaron imposible y que las bandas agradecieron, durante sus presentaciones, al Cusica Fest: traer de nuevo a talento nacional en medio de la peor crisis social, política y económica que vive Venezuela. Un fin de semana para cantar y celebrar. Caracas y los caraqueños se lo merecían.
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