Ilan Chester se reencontró con su público, el que le vio nacer y el que se ha ganado con el paso del tiempo, el más joven. Sus canciones, que forman parte del mejor repertorio pop venezolano, fueron entonadas por las más de 8.000 personas que, con entrada gratis, colmaron el domingo en la tarde la Concha Acústica de Bello Monte.
Personas en sillas de rueda, con bastones, adultos de entre 20, 30 y 40 años, así como menores de 16 hicieron una cola que se extendía hasta la entrada de Bello Monte para ver al cantante, que no se presentaba en un escenario venezolano desde hacía seis años. Algunos estaban en el lugar desde las 12:00 m para ingresar de primeros al concierto, que comenzó a la 6:30 pm con el show del cantautor Julio César.
Los asistentes se organizaron. Hubo quienes llevaron sillas para esperar en la cola y otros cargaron con cojines para las gradas de la Concha Acústica. Los más precavidos llegaron con snacks, agua y jugo, pero en el anfiteatro había ventas de cerveza, perros calientes y choripanes.
«Crecí escuchando Ilan Chester por iniciativa propia. Me gustaba mucho la música de los ochenta y me gustan las versiones modernas que él hizo de la música nacional», dice Marisabel Velásquez, que esperó desde las 3:00 pm para ingresar al espacio concebido por el arquitecto Julio Volante.
«La energía que se siente aquí es diferente. Este lugar es bello. Un concierto como este le da vida a la ciudad. Para mí Ilan Chester es como una ensoñación de una época que no viví. Fue una influencia que me dejó mi mamá», señala Alejandra Quiroba, de 22 años de edad.
Mireya Gueni estudió primaria con Ilan Chester. Ella y otros compañeros de colegio estaban sentados en las primeras filas de las gradas. «Ilan era terrible, pero buena gente. Siempre chistoso, alegre y muy dado con sus compañeros. Me parece que este concierto es una manera de reunirnos a todos después de tanto tiempo. Es tratar de acercarnos unos con otros».
El amor
La gente continuaba entrando cuando, de repente, apareció Ilan Chester para darle la bienvenida a Julio César, músico que estuvo nominado a dos Latin Grammy en 2014.
Después de cinco interpretaciones, Chester volvió a aparecer en medio del humo y las luces azules que rodeaban su teclado, mientras a su lado se ubicaban el bajista y el guitarrista.
El público aplaudió emocionado. «¿Será posible que después de todos estos años siga existiendo este amor entre ustedes y yo?», saludó, y comenzó con «Historia de un buen día».
Siguió con «Máquina», «A pasarla bien» y «Palabras del alma». Entre una canción y otra comentó: «Todos somos partículas pequeñas y espirituales«.
Desde joven Ilan Chester cultiva su espiritualidad, de ahí esas últimas palabras en el concierto, en el que también interpretó en hebreo una pieza dedicada al profeta Elías y el mantra Hare Krishna.
Su objetivo a los 67 años de edad es la trascendencia. «Una vez que el objetivo es la trascendencia, la ilusión siempre se hace presente y ofrece dádivas, alternativas, propuestas… y no quiero morder ese anzuelo. Mi único temor es morir en un estado de conciencia bajo«, dijo en una reciente entrevista para El Nacional.
Conserva su conocido sarcasmo y buen humor. Contó momentos cómicos en Venezuela como cuando una mujer le preguntó si «era el papá de Ilan Chester» y otro en el que una fan lo confundió con Yordano. Chistes que muchos ya conocen.
«No se peló nadita. Yo le firmé su vaina… Yor-da-no. Y si me pedía que cantara le cantaba: “Noche de luna llena…», contó y el público se reía a carcajadas.
La interacción con los asistentes se mantuvo hasta el final. Ilan hasta saludó a la gente que veía su actuación desde los edificios aledaños de Bello Monte. Entre cuentos y bromas interpretó «Ojos verdes», «Por alguien como tú», «Daniela» y «Yo me voy».
El casi retiro
Ilan recordó la época en la que estuvo a punto de retirarse. «Estaba cansado de la industria musical, porque como hacen pantalones quieren enseñarle a uno de música», espetó con el apoyo del público. Se había despedido, pero surgió Cancionero del amor venezolano, que se distribuiría entre empresas y clientes. Sin embargo, le recomendaron que lo lanzara en todo el país. «Me dijeron ‘Tranquilo, la gente te recibirá con los brazos abiertos’. Y así fue. Hicimos varios experimentos, llegó el primero, el segundo, el tercero, luego Tesoros de la música venezolana… ¡nos ganamos dos Grammys, por Dios!», expresó.
Interpretó entonces «Anhelante» de José Sifontes, «A ti te cantamos» y «Niño lindo», con Aquiles Báez en la guitarra, y «Viajera del río» de Manuel Yánez.
Regresó luego a sus composiciones y, acompañado por un público que no dejó de cantar cada uno de sus temas, interpretó «Eres una en un millón». Luego vino una de las más esperadas de la noche: «Cerro Ávila», con un anfiteatro iluminado por las luces de los celulares, mientras el público bailaba, reía, se reencontraba.
«Otra, otra, otra», pedían los que se quedaron. Muchos habían comenzado a salir, ordenadamente, cuando terminó de cantar «Cerro Ávila». Vinieron «Sabe a calidad» y «Pa’lante/Viva Venezuela».
Los asistentes se marcharon agradecidos por la organización y la seguridad.
Habían pasado dos horas y una veintena de temas. Ilan Chester comprobó esa noche que entre él y su público sigue habiendo amor. El domingo 15 de diciembre, en Caracas, será para recordar.
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