Para muchos será motivo de sorpresa, pero hay gente afectada por la situación en Venezuela que está siendo calurosamente recibida en Hungría por un gobierno mejor conocido por su actitud hostil hacia la inmigración y los solicitantes de asilo.
Hasta el momento unos 350 venezolanos ya han llegado al país con pasajes aéreos pagados por el Hungría, otros 750 están en una lista de espera en Caracas, y puede que muchos más sigan su camino.
Pero hay un pequeño detalle.
Esta generosidad solo es para aquellos que puedan demostrar tener antepasados húngaros, sin importar que tan lejanos sean.
De hecho, los portavoces del gobierno de Viktor Orbán se han esforzado en insistir en que se trata de húngaros genuinos que están »regresando a casa», aunque muy pocos de ellos nacieron en Hungría y los que hablan húngaro son menos todavía.
Dos migraciones
La mayoría de los venezolanos de ascendencia húngara llegaron al país sudamericano en dos oleadas migratorias.
En la primera, que se produjo después de la Segunda Guerra Mundial, habían muchos vinculados al gobierno de Miklos Horthy, que se puso del lado de la Alemania nazi, incluyendo algunos que habían participado en la deportación de judíos húngaros a los campos de concentración nazis.
Pero a estos les siguió un grupo muy diferente, de aproximadamente 400 personas, que abandonaron Hungría luego de la fallida revolución de 1956, incluyendo a algunos que habían luchado contra los tanques soviéticos en las barricadas de Budapest.
Después de la fracasada revolución de 1956 en contra del dominio soviético, miles de húngaros escaparon hacia Sudamérica
Desde entonces a la fecha, la comunidad había crecido en varios miles.
Pero además, muchos jóvenes venezolanos sin raíces húngaras también eran atraídos por la vibrante vida cultural de la comunidad magiar de Caracas, con sus grupos juveniles y agrupaciones de baile.
Fue solo cuando la situación se deterioró rápidamente en 2017, cuando se juntaron el hambre con la violencia arbitraria, que los líderes comunitarios le solicitaron ayuda al gobierno de Hungría.
Y los 350 que ya están en el país han sido recibidos generosamente, con el gobierno pagando por su hospedaje, clases de idioma e integración durante los primeros 12 meses.
La campaña antiinmigración de Orbán
Lo irónico del caso es que este programa fue diseñado por un equipo interministerial del gobierno del primer ministro Viktor Orbán, un nacionalista que se ha opuesto tajantemente a la inmigración durante los últimos cuatro años.
De hecho, su partido Fidesz ha basado su campaña para las elecciones al Parlamento Europeo de mayo casi exclusivamente en su oposición a la inmigración hacia la Unión Europea.
Los letreros y anuncios de esta campaña han sido condenados por la UE por distorsionar la realidad y tratar de «pintar la imagen oscura de un plan secreto para traer más migrantes a Europa».
Un póster de la campaña del partido de gobierno en Budapest atacando a la EU y al millonario filántropo George Soros
Al mismo tiempo, la mayor parte de los programas de integración para refugiados en Hungría también fueron abolidos por el gobierno en 2016 y 2017.
En total, solamente 84 personas recibieron asilo en Hungría durante los primeros nueve meses de 2018. Otras 290 recibieron formas menores de estatus protegido.
Así que no es de extrañar que la llegada de venezolanos fuera dada a conocer por el portal independiente de noticias Index, mientras que las autoridades húngaras le han pedido a los beneficiarios del esquema no hablar con los medios.
«El gobierno nos dejó claro que esto no iba a ser fácil de comunicar, por causa de su propia histérica campaña antiinmigración», me dijo uno de los venezolanos que ya están a salvo en Hungría, quien también me pidió que no publicara su nombre.
«Insisten en usar la palabra ’repatriación’, pero al principio esto se aplicó de forma bastante flexible. Ahora, sin embargo, las condiciones son más estrictas».
«Negros en las calles»
«Al inicio fue difícil convencer al gobierno de lo mala que se había puesto la situación, de que mi pensión mensual apenas bastaba para cubrir un tiempo de comida», me dijo mi fuente.
«No nos convertimos en refugiados a la ligera, especialmente aquellos que habíamos salido de Hungría como refugiados. Sabíamos que podíamos perder los frutos de una vida de trabajo, nuestras casas, todo lo que teníamos en Venezuela».
Zsolt Semjen (izquierda) fue quien convenció a Orbán de aceptar a los venezolanos
Eventualmente, fue el vice primer ministro húngaro Zsolt Semjen quien lideró la causa de los húngaro-venezolanos.
Y los boletos aéreos e incluso el transporte hasta el aeropuerto fueron coordinados a través de la embajada de Hungría en Ecuador y el Servicio de Ayuda Húngaro de la orden de Malta.
Los primeros venezolanos llegaron a Budapest en abril de 2018 y todos están profundamente agradecidos al gobierno húngaro por su asistencia.
Pero en la peculiar atmósfera antiinmigrante cultivada por el gobierno de Orbán, esto ha producido algunas situaciones tragicómicas.
Cuando los recién llegados fueron inicialmente ubicados en el balneario turístico de Balatonoszod, los habitantes locales subieron sus ventanas y llamaron asustados a la policía cuando notaron que habían «negros» en las calles.
«Es verdad que algunos de nosotros tenemos una piel bastante oscura», se ríe mi contacto venezolano. «¡Pero algunos somos más húngaros que los húngaros!», exclama.
El futuro
Un año después, los niños ya hablan el idioma con fluidez y están plenamente integrados en las escuelas locales.
«Adoran la libertad de poder salir a las calles de forma segura, la libertad de estudiar, de ser ellos mismos, de ser exóticos», dice otro padre.
Pero, entre los más viejos, abundan las preocupaciones.
«¿Qué vamos a hacer cuando se termine el año y se acabe la caridad que nos están dando? Aquí no tenemos derecho a pensiones», me dijo uno de ellos.
Este hotel al oeste de Budapest es el primer hogar de muchos de los venezolanos que «regresaron»
Ese es solo uno de los varios problemas que el ministro húngaro de Capacidades Humanas está tratando de resolver.
Los partidos de oposición acusan al gobierno de hipocresía por haber aceptado recibir a venezolanos al tiempo que rechaza a sirios, iraquíes o afganos.
Bajo leyes aprobadas en 2018, cualquier individuo u organización que apoye la migración puede ser encarcelado o ver como el estado le confisca hasta 25% de sus ingresos para financiar la defensa de las fronteras.
Y la oposición bromea diciendo que, en este caso, el estado debería multarse a sí mismo.
Los venezolanos temen que esos ataques puedan diluir la disposición de las autoridades a permitir la entrada de aquellos que esperan para poder escapar.
Han notado una disminución en las nuevas llegadas, mientras el gobierno húngaro evalúa las posibilidades de supervivencia del gobierno de Nicolás Maduro.
Así que le pregunto a mi contacto: ¿si cae el gobierno de Maduro, regresarías a Venezuela?
«Claro que sí. Esa es mi casa», es su respuesta.
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