«Dale a una chica los zapatos apropiados y conquistará el mundo», declaró la icónica actriz Marilyn Monroe, la misma que dijo: «¡Yo no sé quién se inventó los tacones altos, pero las mujeres le debemos mucho!».
Hay quienes no estarían muy de acuerdo con aquello del agradecimiento a quien los inventó; aunque siguen siendo considerados elegantes, muchas los han abandonado casi por completo: en Reino Unido, por ejemplo, hoy en día se venden más zapatillas deportivas que tacones.
Lo que sí podemos hacer es disipar la duda sobre su origen.
Sorprendentemente, fueron inventados para potenciar las habilidades de los guerreros persas.
Así que, parafraseando a Marilyn, no se los dieron a una chica, sino a unos chicos para que conquistaran el mundo.
Los primeros tacones aparecieron Medio Oriente
Es difícil de creer, pero los primeros tacones altos fueron una forma de calzado militar.
A principios del siglo XVI, los persas y los otomanos de Asia occidental eran tremendos jinetes que luchaban sus batallas desde sus sillas de montar.
Para poder levantarse y disparar sus flechas necesitaban un tacón resistente para mantenerse estables en los estribos.
«Eran parte de la vestimenta ecuestre», le dijo a la BBC Helen Persson, curadora de la exposición «Zapatos: placer y dolor» del Museo Victoria y Albert de Londres.
Era una herramienta que «les permitía convertirse en mejores jinetes, mejores guerreros, mejores soldados».
«La razón de existir de los tacones en ese entonces era puramente práctica».
Cuando Abbas I, el Shah de Persia -quien a finales del siglo XVI tenía la caballería más grande del mundo- buscó el apoyo de las potencias occidentales en su guerra contra su gran enemigo, el Imperio Otomano envió sus emisarios (con tacones) a Europa.
Fue así cómo su uso comenzó a extenderse…
De arma de guerra a accesorio de la aristocracia
Su primera misión diplomática llegó a las cortes de Rusia, Noruega, Alemania y España en 1599 causando una ola de interés en todo lo que tenía que ver con Persia.
Los zapatos al estilo persa fueron adoptados por aristócratas entusiasmados con la idea de que les daba una apariencia viril, una masculinidad que de repente solo se podía alcanzar con ese símbolo de poder: el tacón.
Y si de poderes masculinos se trataba, la reina Isabel I de Inglaterra no se iba a quedar atrás.
Famosa por declarar: «Sé que tengo el cuerpo de una débil y frágil mujer, pero tengo el corazón y el estómago de un rey, más aún, de un rey de Inglaterra», pronto tuvo también en sus femeninos pies un par de esos zapatos que estaban elevando a otros monarcas europeos.
Monarcas como…
Luis XIV de Francia y sus tacones estratosféricos
Un gran momento en la historia del tacón fue cuando Luis XIV de Francia se encariñó con ellos.
El gran rey no era muy alto: medía 1,63 metros.
Pero sus zapatos le permitían elevarse hasta 10 centímetros, así que los usaba con los tacones y suelas pintados de rojo, para darles un tono marcial y además ufanarse de su riqueza pues teñir el calzado era costoso.
Su enorme influencia en Europa Occidental es evidente en el retrato de coronación de rey Carlos II de Inglaterra de 1661, en el que aparece calzando zapatos con enormes tacones rojos estilo francés, pese a que él medía 1,85 metros sin ellos.
No pasó mucho tiempo antes de que todos en la corte francesa y fuera de ella adoptaran los tacones y agregaran uno o dos centímetros a su altura, algo que no complació al rey.
En la década de 1670, Luis XIV firmó un edicto prohibiendo calzar zapatos con tacones rojos a quienes no fueran los miembros de su cort. Pero eso no evitó que la alta sociedad los usara.
Lo masculino para las femeninas
Pese a que los hombres europeos fueron los primeros en enamorarse de los tacones, debido a su conexión con Persia y a la masculinidad que eso generaba en esa época, la moda entre las mujeres era adoptar elementos del vestuario de los hombres.
En la década de 1630 las mujeres llevaban el pelo corto, usaban hombreras, fumaban pipa y se ponían sombreros con diseños muy masculinos.
Así que para masculinizar su apariencia adoptaron también los zapatos de tacón.
Desde entonces hasta fines del siglo XVII, la moda de la clase alta europea fue usar zapatos unisex.
Fue un enorme reto de ingeniería para los zapateros de la época: ¿cómo le podían dar apoyo al empeine?
Una solución fue colocar el tacón muy adelante en el zapato, lo que efectivamente transfirió el problema del zapatero al usuario.
Absurdos, por ende, femeninos
Años después, el movimiento intelectual de la Ilustración llevó a una preferencia por lo racional y lo utilitario, y un énfasis en la educación, no en los privilegios.
La moda masculina giró hacia una ropa más práctica.
Fue el inicio de lo que el psicólogo John Carl Flügel denominó en su «Psicología del vestido» (1930) como «la gran renuncia masculina»: el abandono del uso de joyas, colores brillantes y telas ostentosas.
La idea era que la vestimenta dejara de servir para definir la clase social, para estar acorde con la propuesta de que todos, sin importar la clase, podían convertirse en ciudadanos a través de la educación.
Esos «todos» eran hombres.
Las mujeres, en contraste, eran vistas más emocionales, sentimentales y poco educadas.
Los tacones altos -fuera de los campos de batalla, o al menos de los estribos de un caballo- estaban lejos de ser prácticos, así que eran vistos como absurdos y, por ende, afeminados. Para 1740 los hombres ya no se ponían zapatos con tacón.
Pero solo 50 años más tarde, después de la Revolución Francesa, las mujeres también dejaron de usarlos.
La pornografía al rescate
La invención de la fotografía revolucionó la pornografía: pasó de existir solo en forma escrita, o como dibujos animados crudos, a convertirse en imágenes reales de personas reales.
La fotografía comenzó además a cambiar la manera en que la mujer se veía a sí misma.
Las fotos solían mostrar modelos desnudas posando en posiciones que recordaban a los desnudos clásicos, pero calzando tacones altos de la edad moderna.
De ahí que los tacones altos a veces se vean como accesorios eróticos para las mujeres.
Además, según científicos como la antropóloga biológica Helen Fischer, los tacones obligan a las mujeres a adoptar la «postura de cortejo natural» que se encuentra entre los mamíferos, con la espalda arqueada y las nalgas protuberantes.
Tecnológicamente…
Hasta la década de 1950, los tacones estaban hechos principalmente de madera, que tenía que ser fuerte pero también liviana, como la de haya o de arce.
En 1957, la industria comenzó a considerar el plástico como un posible reemplazo y el poliestireno resultó ser la mejor opción.
En la actualidad, los tacones contienen un tubo de acero como refuerzo con una punta de metal en la parte inferior.
¡Sentadita te ves más bonita!
La investigación muestra que usar tacones aumenta el riesgo de afecciones esqueléticas musculares, juanetes y dolor.
Según la investigación, el tiempo promedio que la gente se aguanta los tacones es 1 hora, 6 minutos y 48 segundos y aproximadamente 20% de las personas dice que solo pueden estar paradas con zapatos de tacón 10 minutos.
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