Después de un primer semestre movido políticamente, caímos en una fase de estancamiento en lo que respecta a la dinámica opositora al régimen usurpador. Luce conveniente reajustar la estrategia si se quiere rescatar la convocatoria de una mayoría que está allí, a favor de la democracia, pero que hoy se ha desmovilizado.
La fotografía de esta hora es distinta a la del G4 que domina la AN, lo que determina la necesidad de incluir a otros sectores representativos, para delinear la nueva estrategia, ejecución y seguimiento.
La incorporación de los ex diputados chavistas a la AN causó enorme rechazo ciudadano y crea confusión al considerarse la designación de un CNE contaminado: Maduro no va a aceptar un ente imparcial que lo conduzca a perder las elecciones. Se corre el riesgo que la actuación criminal de un maletín verde produzca la conformación de una junta directiva con factores cuestionados afectos el régimen. Es sabido que al caer la narcotiranía, caerán muchos políticos equilibristas que siempre se han mantenido en la cuerda floja.
Como corolario se ve el juego abierto de Maduro impulsando las parlamentarias y armando sus estructuras en diferentes estados. En esta jugada pactada las elecciones presidenciales quedarían como la guayabera, lo cual sería un golpe noble a quienes han dado todo en estos 20 años.
Pasamos a hacer un balance de la situación: lo político continúa determinado lo económico, el crecimiento y bienestar de la gente se mantiene en un segundo plano. La economía ha perdido 60% de su tamaño en los últimos 3 años, tal cual como una persona que pesaba 100 kilos, ahora pesa 40. Somos más pequeños que Perú, Ecuador y Colombia en términos del PIB. Hay una caída abrupta en el consumo: el Bolívar no se recuperará. Los subsidios se están acabando junto con el Estado que protege. La soberanía se pierde al perderse la confianza en la moneda.
La dolarización que exalta ahora el régimen, no ha sido programada, no está admitida en el cuerpo legal. Para abrirse a la dolarización, tiene que entrar capital y no está entrando. Un promedio de 10 millones de venezolanos no están consumiendo, porque necesitan empleos decentes para poder consumir.
En un ambiente de destrucción de las instituciones se establecen redes de complicidades que se orientan al debilitamiento del adversario. El hombre nuevo radica en seres humanos que han perdido su condición humana. Es el momento de hacer vales la humanidad que queda en nosotros. No podemos sucumbir a ser un animal sino a mantener la humanidad. No ceder ante el mal.
Los usurpadores convirtieron a Venezuela en un desestabilizador de la región con millones de refugiados. El Foro de Sao Paulo prende la chispa para acabar con el pluralismo. El mismo guion. Venezuela fue el experimento.
¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!
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