El regreso al poder del socialismo del siglo XXI en países tan importantes como Argentina y México, y las mortales embestidas que este hace a la estabilidad democrática vía insurrección urbana en Chile, Ecuador, Bolivia, Colombia, etcétera, demuestra el peligro vital que vive la democracia latinoamericana. Vivimos una coyuntura transcendental, o defendemos la democracia con todas las fuerzas, o la perdemos.
Ciertamente el balance es agridulce. Pero el escenario iberoamericano nos permite llegar a algunas conclusiones fundamentales:
1) La lucha es ideológica. No podemos caer en la banalidad de decir que ya no existe el clivaje izquierda- derecha, ciertamente no en su forma tradicional, pero persiste el conflicto democracia- totalitarismo, y quizás por casualidad o lo que se quiera, pero el totalitarismo está representado por el comunismo, transmutado en marxismo cultural y camuflado en el socialismo del siglo XXI.
2) En esta lucha ideológica no se puede andar con doble rasero, se está o no con la democracia. El pueblo agradece la claridad y firmeza ideológica, véase el ejemplo de las recientes elecciones de España, VOX, que no ocultó sus posturas ideológicas, fuel el gran éxito electoral, Cs que vaciló en definirse y adoptó un discurso melifluo casi desaparece.
3) Igual sucede en América latina, Bolsonaro, Abdo, La Calle, Giammatei, ganan. Los gradualistas Macri y Peña Nieto pierden. Piñera y Duque con sus posiciones ambiguas corren el peligro de seguir el camino de estos dos últimos.
4) El gran problema ideológico es que los comunistas si postulan públicamente sus ideas, aunque disfrazadas de visiones democráticas y legales, si dicen que van a estatizar, que van a aumentar el gasto público, que van a defender un supuesto multiculturalismo. Mientras que los liberales les dan pena que van a defender las instituciones, que van a seguir políticas económicas y sociales eficaces, etcétera.
5) Es por esto que se da las trepidantes historias de los inconcebibles triunfos de Cristina y AMLO y la arrollante votación de Petro. Mientras que Fajardo con su indecisión fue castigado, por eso se radicaliza y ya no tiene escrúpulos en marchar con él y toda la caterva comunista, porque sabe que con el discurso un poco radicalizado y disfrazado de protesta social es que puede llegar al poder. Igual le pasa al Farcsantismo, los partidos Liberal, CR y la U, ya no se esconden en una supuesta legalidad pero defensora de la paz, no ya vota abiertamente con el comunismo, incluso en acciones tan horrorosas como entregar los niños a las pulsiones pedófilas asesinas de las FARC ( si ya no los que hicieron el negocio con Juanhampa, sino las que quedaron en la combinación de todas las formas de luchas como “ disidencias”), el ELN y demás grupos narcoterroristas que eventualmente firmarán acuerdos de paz en la onda del de Santos- Timo y se les dará impunidad por los abominables crímenes contra los niños.
6) Pero esto no es tan grave como la entrega de instituciones que deberían defender la democracia y se arrodillan a los deseos de los tiranos narcoterroristas. No aprenden que serán los primeros ejecutados por esas turbas comunistas no más lleguen al poder. Los casos de la CGT y la Conferencia Episcopal Colombiana son patéticos. La CGT llama a un paro basado en mentiras, contra un gobierno que ha realizado los mayores avances sociales en décadas, Julio Roberto Gómez, define la situación colombiana como si fuéramos Cuba o Venezuela. La jerarquía católica no tiene vergüenza en llamar a marchar con los narcoterroristas comunistas, los más acérrimos enemigos de la fe católica. Sigue el camino del cardenal Obando de Nicaragua, del cual la prensa reseñó su fallecimiento con la frase “Muere cardenal Obando, aliado de Daniel Ortega”. Ya vemos lo que le pasa a la iglesia en Nicaragua hoy.
7) La publicidad del gobierno en televisión es muy diciente de su posición “sumar construye, restar destruye”. Esto es cierto si se suma voluntades a un proyecto común. Pero querer sumar los enemigos de la democracia a la misma, es una ingenuidad del tamaño del cielo. Los comunistas jamás convendrán en aunar esfuerzos en defensa de las instituciones, puesto que su objetivo es la destrucción de las mismas. Por eso es un error de Duque rayano en la imbecilidad no cumplir su promesa electoral de reformar los pactos entre Santos y el narcoterrorismo comunista para darles impunidad, elegibilidad y continuación de sus delitos de lesa humanidad y negocios ilícitos. No sumará jamás a los narcoterroristas, por lo tanto no construirá nada y si restará la voluntad de muchos que votaron por él en la convicción de que sería un muro de contención contra los criminales de lesa humanidad de las Farc, y por lo tanto terminará destruyendo las bases del régimen republicano colombiano, convirtiéndose en un Kerenski criollo.
8) Finalmente Duque no logrará cumplir su programa de gobierno, con la falsedad que no da puestos a los partidos, según una fuente confiable que hizo un estudio detallado de los puestos gubernamentales 85% está en mano de los Liberales, La U y Cambio Radical, 10% de los Conservadores y sólo 5% del CD. Además da congoja ver a miembros del círculo íntimo del santismo como altos personeros del gobierno duquista, como el General Mejía que arrodilló las FFMM ante el narcoterrorismo comunista y la mano derecha de la corrupta Gina Parody y cerebro de su plan de las cartillas de ideología de género en los colegios como Asesor Político del presidente.
9) Luego es menester concluir que vamos mal y debemos rectificar el camino. En todo el continente se debe hacer un acto de reflexión para llevar una lucha ideológica contra el totalitarismo narcocomunista. La lucha debe ser frontal, sin ambages, con una base programática bien definida y un lenguaje claro y conciso. Los gradualismos y las indefiniciones nos lleva a la perdida de la institucionalidad democrática, ese pecado no lo podemos cometer.
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