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Los templarios, las criptomonedas y el sistema financiero internacional

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Los Caballeros de la Orden del Temple, además de monjes guerreros que protegían a los peregrinos cristianos que llegaban a Jerusalén, fueron los precursores del sistema bancario moderno. Su servicio se basaba en la posibilidad de depositar oro, por ejemplo, en Londres y, gracias a una carta de crédito, retirarlo en Jerusalén.

Este sistema se basaba en una premisa fundamental: la confianza. La Orden del Temple garantizaba que el dinero iba a ser devuelto al depositante.

Las monedas y billetes fiduciarios funcionan de una manera similar. El dinero mercancía basa su valor en la existencia de una contrapartida en oro, plata o cualquier otro metal noble o valores. El dinero fiduciario tiene valor debido a su declaración como dinero por el Estado, y también en el crédito y la confianza (la fe en su futura aceptación) que inspira. Es decir, se basa en la confianza.

En el año 2009 se creó la criptomoneda bitcoin. A través de un proceso informático complejo se crea una moneda con tecnología de blockchain, que permite que los pagos sean directos sin necesidad de instituciones financieras o bancos y que no necesita de la supervisión de los bancos centrales o de los Estados.

Estas criptomonedas también basan su valor en la confianza. ¿Hasta qué punto serán aceptadas para la compra y venta de productos y servicios? En otras palabras, ¿qué me podré comprar con una criptomoneda?

La primera transacción reconocida y que estableció el primer valor para el Bitcoin fue la compra de 2 pizzas en Papa John´s. Se pagaron 10.000 bitcoins por esas 2 pizzas que en dinero fiduciario tenían un precio de 30 dólares.

Actualmente hay distintos establecimientos que aceptan el pago en bitcoins. Por ejemplo, empresas de viajes, ocio y tiempo libre, como Expedia, Destinia, empresas de videojuegos, tiendas digitales, tiendas de informática y electrónica, como Newegg, Microsoft USA, organizaciones sin fines de lucro, como Wikipedia, Save the Children, Greenpeace y otros.

Facebook anunció que tiene pensado lanzar su propia criptodivisa, llamada Libra, (cuando se solucionen las dudas regulatorias). Empezará operando en India donde, debido al bajo nivel de bancarización y a lo extendida que está su sistema de mensajería Whatsapp, se lanzará para que los ciudadanos indios que trabajen fuera de su ciudad puedan mandar dinero a sus casas.

Hasta aquí, las criptomonedas parecerían tan solo unas monedas complementarias al sistema fiduciario actual, que nos permitirían realizar transacciones monetarias de manera más barata, más global y rápida. Pero la implicación de las criptomonedas va más allá.

La aspiración de las criptomonedas no es complementar a la moneda fiduciaria, la aspiración de las criptomonedas es sustituirla. ¿Por qué? En primer lugar, por su mayor eficiencia y globalización. Pero también por la pérdida de confianza en el sistema financiero internacional.

La crisis financiera de 2008 (recordemos que el bitcoin fue creado en 2009) fue una crisis del sistema financiero que casi lleva a todos los bancos del planeta a la quiebra y que esto no se originó por la intervención masiva y coordinada de todos los bancos centrales.

Esta intervención consistió en la inyección de dinero al sistema bancario, o dicho de otro modo, en imprimir dinero. Ninguna moneda perdió drásticamente su valor. Pero quizás esto fue así porque todas las monedas fueron intervenidas. La relación dólar/euro no varió porque tanto el dólar como el euro fueron intervenidos.

Lo que se devaluó fue la confianza en todo el sistema financiero. La intervención de los bancos centrales sigue vigente y la normalización de la política monetaria no llega.

El éxito del bitcoin se basará en primer lugar en su utilidad, en qué productos podré comprar con esta moneda. La compra de servicios por Internet parece claramente la punta de lanza de su uso. Pero gracias a los terminales móviles no parece difícil imaginar que puedan utilizarse para todo tipo de comercios y productos.

Uno de los principales argumentos en contra de las criptomonedas es su posible uso para el lavado de dinero. Para ello se ha desarrollado legislación que pretende acabar con este problema, pero que ha generado varias polémicas. Por ejemplo, ¿quién debe generar esta legislación? Bitcoin es una moneda global que está por encima geográficamente de los gobiernos. La legislación debería ser creada por una institución económica en el ámbito mundial que hoy en día no existe.

Si las criptomonedas llegaran a implantarse en el ámbito mundial, viviríamos en un nuevo mundo financiero difícil de imaginar actualmente. Los productos podrían tener su precio en euros y en bitcoins, o solo en bitcoins. Los activos financieros estarían denominados en bitcoins. Habría préstamos en criptomonedas, préstamos quizás entre particulares, sin intermediarios bancarios, en los que el tipo de interés se fijaría simplemente a través de la oferta y la demanda.

¿Y el sistema antiguo? ¿Qué pasaría con todos los bancos? ¿Desaparecerían? ¿Y los impuestos? Si mi dinero no puede ser supervisado por una institución nacional, ¿estaría todo el dinero en un potencial paraíso fiscal?

Como podemos ver las implicaciones de las criptomonedas son muy importantes, y no es de extrañar que exista una gran oposición por parte de banqueros centrales y de todos aquellos que representan a las “viejas monedas”, incluso, por supuesto, a los gobiernos mundiales.

Ir en contra de los tiempos no suele ser buena idea. La tecnología se impone y genera nuevas formas de vivir. Los templarios fueron unos avanzados a su tiempo y crearon, quizás, el embrión de la banca moderna. Las criptomonedas, sin duda, son el futuro y su éxito significaría una revolución económica de tal calibre que no podemos ni imaginar actualmente las implicaciones que tendría.

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