La situación política ha evolucionado a un nivel de caos institucional y social desesperante e inaudito. Hoy todos luchamos y esperamos por un desenlace rápido, para lograr evacuar del poder a la camarilla usurpadora.
De momento, la urgencia de la solución nos puede conducir a la desesperación y a la desesperanza. No faltan los que asumen posiciones irracionales y toman la senda de la agresión verbal y hasta física, a otros venezolanos que también luchan por el rescate democrático. Ciertamente es imperiosa la salida del poder del militarismo gobernante.
La dictadura de Maduro está herida de muerte. Está repudiada por la mayoría de los ciudadanos venezolanos y por los más importantes países democráticos del hemisferio occidental. Esta igualmente colapsada económica y materialmente. La devastación de la economía nacional y de las finanzas públicas, así como la crisis política, le impiden ejercer el gobierno. Como toda dictadura criminal es una fiera, solamente que ahora es una fiera herida de muerte. Pero la fiera sigue viva. Como toda fiera herida es aún más peligrosa.
Ello nos obliga a todos los ciudadanos, en general, y a la dirigencia política, en particular, a tener un cuidado especial, y a mantener la lucha y el espíritu activo hasta lograr el deseado objetivo de su final.
No es una fiera cualquiera la que nos ha estado atacando. Es una fiera sanguinaria y desalmada, con una inmensa capacidad de hacer daño aún.
La camarilla roja que gobierna (la fiera) sigue el libreto cubano al pie de la letra, para mantenerse en los espacios del poder aunque el resto del país se caiga a pedazos, aunque nada funcione y el país, cada día más, sea una tierra arrasada, aunque nuestra gente muera de mengua por la falta de medicamentos y alimentos. Situación esta agravada luego del caos producido por el devastador apagón nacional que comenzó el jueves 7 de marzo a las 17 horas, y que a esta hora aún no se resuelve, convirtiéndose en el más largo y amplio corte de energía eléctrica ocurrido en un país sin guerra.
Maduro y su camarilla quieren emular al Fidel Castro del período especial. A la Cuba que dejó de percibir los subsidios de la antigua Unión Soviética y vivió toda una etapa de privaciones materiales. Ya las espirituales habían sido todas confiscadas con la imposición de la dictadura del proletariado.
En aquellos tiempos cubanos, recrudeció el racionamiento de alimentos, de energía eléctrica, de servicios como agua y trasporte. Miles de cubanos perecieron en las balsas buscando huir del infierno comunista, otros murieron de mengua en la isla. Mientras aquel pueblo padecía, el tirano Fidel y su camarilla se atornillaban en el poder, con la represión de por medio. Y ahí resistieron hasta que buscaron con la inversión extranjera en el turismo, abrir un espacio para lograr divisas. Más tarde les llegó como un enviado especial el comandante Chávez que, elegido presidente de Venezuela, fue a entregar en el altar de la revolución las riquezas y la vida de esta patria nuestra.
La gran bonanza petrolera de nuestro país de comienzos de este siglo les dieron a los hermanos Castro los recursos suficientes para mantener la tiranía comunista en la isla, y ellos, a cambio, le entregaron la receta para instaurar la dictadura en nuestra nación.
Chávez, primero, y Maduro después, permitieron un tutelaje de la mafia cubana hasta llegar a aceptar prácticamente una invasión de sus agentes en todas las áreas de la vida del Estado venezolano.
Esta tutoría cubana está detrás del comportamiento infame e irracional de Nicolás Maduro, de usurpar el poder de la forma cómo lo ha hecho. Y aunque están repudiados por nuestro pueblo y aislados por la comunidad internacional, buscan desesperadamente un “auxilio especial” en lo económico y en lo político, que les permita superar este dramático momento.
Esa fiera herida, al estar en esa situación, está en capacidad de hacer aún más daño. Saqueará hasta el último momento todo activo financiero o material a su alcance con el fin de ganar algún tiempo, a ver si surge de un sombrero el auxilio especial. Reprimirán y asesinarán a quienes consideren un peligro para su permanencia en el poder. Concentrarán toda su atención en esa sobrevivencia y, por tanto, no se ocuparán de gobernar. Vale decir que no les importará para nada los graves problemas de nuestra gente. No habrá solución alguna para ningún problema, porque ese no es su problema. Solo les interesa sobrevivir.
De ahí la necesidad de mantener la presión y la lucha.
Ella permitirá que se origine el surgimiento de la fuerza física que finalmente termine desalojando a todos los usurpadores de sus espacios de poder, para que así pueda establecerse el gobierno de transición e iniciar la reconstrucción de nuestra Venezuela.
La fiera herida aún no ha muerto. La fiera aún puede hacer daño. Hagamos la tarea para que terminen sus días.
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