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El diario del Sacer

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Por HARRY ALMELA 

recibí como herencia la jerga del zarpazo 

del odio y de su sombra

jugaba con violencia a que me reconociera en el amarillo de los mapas

en lo pardo de aquella orografía

y él miraba hacia otra parte dejándome en esta intemperie otorgándome esta dulce dolencia

***

veré morir a tantos 

herido por la última palabra que no dije

su mariposa marrón y negra aleteando el polvo de sus alas hacia mí en la almohada del catre

sobre la funda blanca

para reclamarme de pronto en mitad de la calle que es tiempo de volver a manoa

***

no puedo con lo que intento decir 

no me bastan los espacios en blanco

ni siquiera cuando el norte deja de ser una quimera

***

sólo escribo surco o tachadura 

destreza sin objeto

una simple imitación de espuma

señuelos

***

lo que supongo cierto es sólo un intento de borrar lo enfermo 

decir y querer decir nunca coinciden

si permito que me venzan tendré a dónde ir

***

yo no escribo esta bitácora 

ella me escribe a mí

sólo me quedan tres opciones

la esperanza o el temor

***

los infantes sólo son eso 

no hablan

***

en busca de la lengua materna 

viajo por este mar entre olas de ajenjo

ajenjo es su nombre maldito

***

y el capitán me sabe su heredero 

sombra de su sombra

otro morral de viajero

el pelo largo de la irreverencia

luego lo llamo por mi asfixia y no sabe quién soy

me niega

suponiendo una venganza que no tramo

***

es difícil ser hijo de tantos padres 

tres son las voces para jugar al exterminio

donde la inocencia es un héroe vencido

por eso niego la patria que convocan en la estatua de bronce con espada de madera

ahora que quiero jugar limpio

***

escribir en un dialecto que me odia 

que me impide siquiera balbucir que ya no hay árbol de asombro dando vueltas y vueltas en el patio del asma

agradecido

agradecido

***

ante ti soy el secreto que no se devela 

lo que te impide mi derrota

lo que me aleja de la herida

marcando mi piel

con su herraje

***

saturno no devora a sus hijos 

los esconde en la cueva

a la espera de que alguien termine su tormento

***

el cabrillo 

el cabrillo es una excusa y un suplente

esa saga sin fin sólo sirve a quien oscila

lo que se separa por suerte no vuelve al padre

***

el buen hijo es un bastardo nacido en la cesura de la peste

***

crear la urdimbre nueva 

el trazo grueso que me salve de unas garras que no deseo

de esa sombra de betún en la planicie

que me hirió para siempre cuando veía el cénit del trasiego

***

veo muy mal con mis ojos heridos 

por eso trato de oír

indagar en sitio equivocado

día a día repitiendo las mañas

el desvarío de creer

***

allí siguen los ojos del cordero 

allí un simulacro

un ángel caído que no puede salvarse en tiempos de clausura donde ya no hay inicio

sólo esta carencia que demora

***

un espejo al fondo del espejo me dispersa y habla mi lengua mía 

mi lengua

el veneno que no salva

una medicina deficiente donde el testimonio aspira a desplazar el mal

***

escribo sobre papel mojado en medio de la tempestad 

golpeado por el ajetreo en la sentina del barco

anotando agradecimientos a quienes me canjearon por un plato de lentejas

***

ellos no quieren que diga mis frases 

tratan de imponer lo que no me pertenece

la otra superficie del espejismo

su envés

su entrega y su porfía

***

sobrevivir a la lengua materna 

a su crueldad

dulce asesina en sus arrullos

***

salir del fango en busca de otro alfabeto 

de una oración que se parezca al trazo que soy

donde pueda contar de nuevo hasta diez

***

debí pedir algo menos complicado aquella navidad

***

hacia cuál tirano me dirijo cuando huyo de esta tiranía 

el disfraz de este invento que soy y no soy

***

en domingos de hondas caídas del alma sólo queda el zaguán de los amigos 

peces sedientos dibujando figuras en nuestra quilla

***

comparto una duda o una muralla 

algo me está salvando y aún no lo entiendo

mi angustia no nace de la nada

viene de la noche y de una ventana en la chikés

***

el olor a menta envenenada que me sube como vapor desde el centro del pecho y me ahoga 

ni una casa queda por paraíso

ni un país inocente

***

rompo sin querer la cuerda del reloj y lo escondo bajo la almohada para ver 

si se arregla solo

***

cuál parte de mí castiga a la otra con un látigo 

después de todo esto ni siquiera aspiraré a que escuchen

***

vuelve de nuevo el río del miedo que arrasa mi maleza desde aquellos inviernos 

barbechos

cuando llevaba a la escuela una centella rota y polvo en los bolsillos

***

me desarmo en los mentideros 

les oigo hablar

algo les distrae

el solsticio que arde en la montaña

veneran su mercado

el sólido presente

ítaca es una mentira y también el viaje que promete

***

subo a esta pizca donde duele la frase 

donde la duda no favorece al reo

***

este diario llega a su fin 

es dudosa su existencia si lleva alguna firma

sólo ha de atestiguar si alguien lo recuerda

***

qué haces cuando tocas fondo

escarbas

hacia abajo incubando en el hipogeo

en tu flauta de hueso

*Los poemas aquí publicados pertenecen a Daños colaterales. Harry Almela. Fundación La Poeteca. Caracas, 2019.

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