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Impostores alienados al régimen

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La ruta que se ha trazado la oposición venezolana de mantener una posición indeclinable con respaldo de una mayoría más que significativa de gobiernos, comunidades, estudiantes, gremios, corporaciones humanitarias de Venezuela y del mundo para enfrentar la desviación de poder de un régimen mal conducido, empoderado en usurpación, con pretendido “incordio dictatorial”, sumado a un pequeño grupo de militares activos con poder absoluto; por más que persistan en imponer una violenta conducta antidemocrátic, por más que malbaraten el tesoro nacional,  por más que manipulen diálogos a sus acomodos de mando autocrático (al estilo del emperador de Rusia)… por más que Maduro vocifere tener contacto con todos los sectores de la oposición y mantenerse contento con que los chilenos  pobres se vean perjudicados por un brote anarquista que ha hecho que su proletariado se encuentre privado de sus medios cotidianos de transporte, sin perjuicio alguno para los ricos, hace probable, con fuerza unitaria y propósito de cambio, la persistente conducta harto de rechazo expresada por un pueblo que designó como presidente encargado del gobierno de la nación venezolana, con apego a la Constitución y con aprobación de la unanimidad parlamentaria, al diputado Juan Guaidó.

El pueblo incorrupto, patriota, miserable, sin respuesta social. Diáspora (entendida como la dispersión de grupos  humanos de venezolanos que abandonan su territorio) en busca del sustento familiar y colectivo, transformados en intransigentes capitanes de libertades, se abre caminos con apego a la legitimidad. Hace abstracción de los “mitos bélicos de la nefasta revolución bolivariana, engendro de nuestro atraso feudal”  para consolidar acuerdos viables con propósito de continuar con empeño revolucionario unificado, la lucha unitaria que sin vacilación ni complacencia de “resuelve”  impida que la línea con la cual se comprometió el diputado Guaidó no esquive ni permita debilidades que puedan llegar al  menoscabe de la promesa de  cumplir el mandato del pueblo que le impuso el deber de restituir las libertades conculcadas. De luchar por la abolición de la ANC espuria. De fortalecer un equipo unitario y colectivo de trabajo no permeado por la influencia de los grupos que infestaron la MUD, con el compromiso  impostergable de establecer condiciones que nos permitan de verdad en forma militante el logro de los objetivos que impidan la crispación  de libertad  de nuestro pueblo. Del cese de la usurpación. De establecer con desprendimiento como se llevó a cabo el 23 de enero de 1958 un gobierno de integración provisional  de  transición  pacífica. Que la AN  formalice a la mayor brevedad  la designación de un Poder Electoral que como rama del poder público actúe sin injerencia de la  perversa ANC, mamotreto parido de la tramposería inveterada de un régimen del cual estamos “hartos”. Convocatoria de elecciones libres con supervisión internacional que lo garantice. Es obvio la elaboración  de un Estatuto Electoral  que acoja el  rechazo contundente, contestatario del pueblo que cuestiona la participación en el  debate electoral como candidato al presidente de Nicolás Maduro, tenido como no legítimo.

Lo precedente no constituye juego de palabras o distracción demagógica para la exhibición de posturas narcisistas e incumplidas. Constituye, eso sí, principios insobornables: hechos de conciencia por fuerza del querer del pueblo que tanto el presidente  encargado como todos  los diputados electos de la oposición al régimen de de Nicolás Maduro tienen que cumplirlos so pena de traición.

No cabe discusión dar por entendido que los parlamentarios electos para promulgar leyes que reivindiquen nuestro decoro, incurrirían en deslealtad aborrecible al contribuir con el gobierno de turno para hacer de este fuente de engorde que los haga dirigentes panzones al servicio del autoritarismo, pregonando la falsedad de una paz hoy inexistente hasta en los camposantos.

Debemos entender que para llevar nuestro mensaje de fe en  la consolidación de las instituciones civiles, representativas de un verdadero Estado de Derecho, tenemos que dejar sentado  que el concepto de unidad que es menester, para que no pierda el hondo arraigo que la hace vigente, debe ser proyectado hacía  un Estado colectivo  de alcance nacional. Es decir, el concepto dialéctico de la unidad debe ser barrera intrincable para impedir que los conversos de hoy (sicofantes  de dádivas)  se conviertan en factor generador de una tiranía , con perversa intención de cubrir nuevamente de oprobio a una tierra cuna de nuestro Libertador Simón Bolívar.

Lo  dicho es más que voluntad decidida: producto de una reflexión de incompatibilidad con un régimen que durante más de veinte años, opuesto a la civilidad ha favorecido a una pequeña casta militar; a grupos familiares constituidos en intocables, los que bajo  subterfugio de un civil  presidente, han empelado todos los mecanismos  que se la han hecho susceptibles para la continuidad en el poder de este gobernante a quien se le tiene como ilegítimo, por usurpación de poder.

Hacer un acuerdo para salir con el menor costo posible de nuestro inadmisible miseria, será más que imposible. Se tiene por entendido que un grupo de sicofantes: impostores de la política, hoy mediadores muy hábiles con disertaciones en los medios de comunicación del Estado, con farsa representación opositora, convierten sus  inconsecuencias  en mecanismos expeditos para convalidar una realidad insólita que ha sido rechazada sin cortapisa por el pueblo opositor. Que ante cualquier falsa electoral opta por la abstención dejando sin aceptación los raterismos de los conversos subordinados  a Nicolás Maduro.

Esta falsa realidad opositora se ha hecho obediente sin escrúpulos. Simula conducta  programada a establecer una farsa  electoral  que solo tiene cabida en los anales de la sinvergüencería política en Venezuela, léase (cívicas bolivarianas). Nicolás Maduro los ha  instruidos a su imagen y semejanza. Los  conoce y manipula más que bien. Son de su confianza. Le cede espacio en los medios de comunicación del Estado. Les conforma partidos políticos. Les restituye los programas que supuestamente habían perdido. Diosdado le hace distingue el comportamiento. Con obediencia a Maduro no hablan de  elección presidencial. Califican de radical a los que sostienen el cumplimiento de la legalidad  opositora. Justifican  la violación de la inmunidad parlamentaria.

Toda  la precedente componenda sin moral manifiesta tiene que ser protestada con energía libertaria. Con unidad de pueblo. La elección presidencial tiene que realizarse. El cambio tiene que ser real. No se puede mantener una ANC que viola la Constitución. El 16 de noviembre tiene que ser de protesta a la dictadura,  por la libertad de los presos políticos, contra el hambre. El 16 de noviembre  tiene que el principio unitario  que nos lleve al cambio de Gobierno. No entenderlo  sería capitular. Colonia No – Patria Sí.

 

 

 

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