Los viajes en avión por más de tres horas suponen todo un desafío para el cuerpo, y más aún para la piel del rostro. Los cambios de presión atmosférica, la temperatura y la humedad hacen que el cutis se deshidrate, apague su tono y, en algunos casos, produzca un enrojecimiento excesivo, una rosácea y hasta la aparición de acné.
Esto se presenta debido a que el aire acondicionado del avión favorece la evaporación del agua en el ambiente, lo que produce en la piel algo conocido médicamente como hipoxia periférica, una situación caracterizada por la insuficiencia circulatoria y respiración celular.
¿Cómo evitarlo?
“Lo ideal es prepararnos desde adentro días antes, consumiendo alimentos ricos en bioflavonoides, como la berenjena y las ciruelas, que son los que mejoran la circulación. Un día antes, se recomienda apostar por un drenaje linfático facial, que ayudará a mantener fluidez en el movimiento del sistema circulatorio”, señala José Salazar, doctor especialista en terapias alternativas y antienvejecimiento.
Durante el viaje, es necesario evitar en absoluto el maquillaje. En su lugar, se recomienda tratar la piel con agua termal o alguna loción tónica de manzanilla, masajeando el rostro con toquecitos tipo piano desde los párpados hasta el cuello. Tomar agua con limón para evitar la hinchazón y caminar de vez en cuando por el pasillo del avión son otros consejos.
Para viajes largos lo más importante es preparar la piel. Si se ha planificado con tiempo, lo más adecuado es un hacer tratamiento détox general, así como llevar las muy populares mascarillas monodosis de ácido hialurónico para que no se deshidrate la piel durante el vuelo.
El jet lag y la salud de la piel
La desestabilización por el cambio de horario que produce un viaje no solo se manifiesta en las horas de sueño. La piel, y el organismo en general, también sucumben a ello. La noche es muy importante para el ciclo vital de la piel porque es el momento en que se regenera y se fabrican las fibras de colágeno y elastina. Estas proporcionan flexibilidad y firmeza al rostro.
“Como durante el viaje no tenemos esta fase de sueño, por el cambio de husos horarios, la piel no se regenera y sufre. Por ello, llegar al destino e intentar regularizar el ciclo del sueño lo más rápidamente posible es igual de importante que cualquier tratamiento facial”, recomienda la doctora Giulianna Berrocal Sotomayor, del Centro de Medicina Estética de la clínica Ricardo Palma. Realizar una limpieza facial a profundidad y aplicar una serie de mascarillas con activos hidratantes, calmantes e iluminadores también sumarán a una recuperación más rápida del tono de piel tras un largo vuelo.
La circulación en la piel se ve afectada durante los viajes en avión por la variación de la presión. El rostro sufre una hipoxia periférica y se deshidrata, los vasos colapsan y se pronuncian las ojeras. Además, la zona de los párpados se inflama (a las personas que tiene bolsas en el párpado inferior se le pronuncian), señala el doctor José Salazar.
¿Qué hacer después?
Además de recuperar las horas de sueño, es recomendable aplicar una mascarilla remineralizante con principios activos de silicio, selenio, cobre; y un drenante a base de pepino o manzanilla. El hydrafacial es una buena opción, ya que limpia, hidrata y nutre a la vez gracias a los principios activos que emplea. La máscara con luces led desinflama el rostro y le permite recuperar su frescura y lozanía.
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