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Por qué las bolsas de algodón y papel pueden ser tan dañinas para el medio ambiente como las de plástico

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Piensa en la última vez que fuiste a hacer la compra, ¿la bolsa que usaste era de plástico, papel o algodón?

Cualquiera que sea la respuesta, tenemos noticias para ti: todas son malas para el medioambiente.

De hecho, algunos expertos dicen que ni siquiera deberías estar comprando bolsas nuevas. Incluso las de algodón pueden ser peores que las plástico reciclables.

El problema es que solo pensamos el impacto medioambiental de las bolsas una vez terminado su ciclo útil, pero nos olvidamos del coste de fabricar la bolsa.

Para calcular esa implicación en medio ambiente se debe tener en cuenta:

  • Cuánta energía se usa para fabricarla
  • Cuántas veces se puede reutilizar
  • Qué tan fácil es de reciclar
  • Qué tan rápido se descompone si se tira
Cuatro veces más de consumo energético

Fabricar bolsas de papel y algodón tiene un costo medioambiental significativo.

Se ha encontrado una considerable cantidad de plástico en los océanos en los últimos años

De acuerdo a una investigación oficial del Parlamento de Irlanda del Norte, «hacer una bolsa de papel toma más de cuatro veces la energía que se emplea para hacer una de plástico».

Además, mientras que las bolsas de plástico se crean a partir de petróleo refinado, las de papel requieren que algunos bosques sean talados para producirlas.

El proceso de manufactura, de acuerdo a la investigación, también usa muchísima agua y produce una alta concentración de químicos tóxicos, comparable al de la fabricación de bolsas de plástico de único uso.

«A la misma vez son más pesadas. Entonces, dependiendo de dónde se fabrican, existe otro impacto medioambiental a la hora de transportarlas a los establecimientos de venta», dice Margaret Bates, profesora de gestión sostenible de residuos en la Universidad de Northampton.

Parte de este daño al ecosistema puede mitigarse plantando nuevos bosques para reemplazar los árboles perdidos, lo que ayuda a debilitar el impacto del cambio climático pues los árboles bloquean el dióxido de carbono de la atmósfera.

Más dióxido de carbono

Las bolsas de algodón se consideran las peores. Son las que más dióxido carbono requieren para fabricarse y también necesitan mucha agua.

«El algodón es un cultivo bastante intenso para producir, por lo que esto conlleva las mismas preocupaciones que tenemos con algunos de los problemas de la moda rápida», añade Bates.

En 2006, la Agencia Medioambiental de Reino Unido examinó una serie de bolsas hechas de diferentes materiales para averiguar cuántas veces necesitaban ser reutilizadas para alcanzar un nivel de calentamiento global inferior al de una bolsa plástica de único uso.

El estudio determinó que las bolsas de papel necesitaban ser reutilizadas al menos tres veces, una menos que las de plástico (cuatro ocasiones).

Por otro lado, esta agencia también concluyó que las bolsas de algodón necesitaban ser usadas hasta 131 veces. Y eso por la alta cantidad de energía que se usa para producir y fertilizar el hilo de algodón.

Pero incluso si las bolsas de papel requieren el menor de los usos, existe una consideración práctica: ¿durará lo suficiente para sobrevivir al menos tres viajes al supermercado?

Las bolsas de papel no duran tanto como las otras, siendo así más probable que se rompan, sobre todo si se mojan.

La familia del creador de las bolsas de plástico afirma que su objetivo era salvar el planeta

Como conclusión, la Agencia Medioambiental británica estableció que «es poco probable que una bolsa de papel pueda reutilizarse el número de veces recomendado debido a su poca durabilidad».

Fuente de basura o riesgo

Las bolsas de algodón, por otra parte, son las más duraderas y tienen una vida útil mucho más larga.

A pesar de su poca durabilidad, una ventaja de las bolsas de papel es que se descomponen mucho más rápido que las de plástico. Por lo tanto, es menos probable que supongan una fuente de basura o un riesgo para la vida silvestre.

Las bolsas de plástico pueden tomar entre 400 y 1.000 años para descomponerse, y se han convertido en símbolo de los problemas causados por la contaminación por plásticos.

Pero de acuerdo a la familia del hombre que creó las bolsas de plástico, Sten Gustaf Thulin, su diseño tenía el objetivo de ayudar al planeta y ahora él está sorprendido y decepcionado en lo que se han convertido.

«Para mi papá, la idea de que las personas simplemente las desecharan sería muy extraño», dijo su hijo, Raoul Thulin.

La mejor estrategia es reutilizar las bolsas una y otra vez, da igual el material del que sean

Sten inventó la bolsa de plástico en Suecia en 1959. Entonces, las personas usaban bolsas de papel y muchos árboles fueron talados para satisfacer la demanda.

Así que creó una bolsa fuerte que fuese ligera y durara varios años.

Para él significaba que las personas la usaran una y otra vez, y así se cortaban menos árboles.

«Lo que a todos se nos recomienda hoy, que es llevar nuestras propias bolsas a la tienda, él ya lo hacía en los 70 y los 80», dijo Raoul Thulin.

Pero las personas desechan las bolsas de plástico después de usarlas una sola vez, por lo que ahora el mundo debe lidiar con un gigantesco problema de contaminación por plásticos.

Entonces, ¿qué es lo mejor?

Muy simple. Si reemplazas tus bolsas con frecuencia, el impacto medioambiental será mayor.

«Entonces la clave es reducir el impacto de estas bolsas, sin importar el material y reutilizarlas tanto como sea posible», según Margaret Bates.

Muchos olvidan traer sus bolsas reutilizables en sus semanales visitas al supermercado y terminan comprando más bolsas a la hora de pagar.

Y esto tiene un impacto mucho mayor comparado al de usar una bolsa sin importar su material.

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