El propósito del régimen es incendiar la pradera. Las recientes revueltas en Ecuador y Chile tienen el combustible venezolano como impulsor de esos focos. Desde hace meses grupos de delincuentes financiados por Miraflores han llegado a esos países con la intención de causar estragos. Estos sujetos reciben dólares a manos llenas, para generar violencia en puntos neurálgicos de naciones que forman parte del grupo de repúblicas que acompañan la salida democrática en Venezuela.
El gobierno usurpador requería de un estado de agitación continental que pusiese el interés en otro punto del hemisferio, para que la visión universal dejase un tanto de lado la severísima crisis venezolana que nos tiene reducidos al polvo cósmico, además de poner en tela de juicio a modelos que contrastan con el anquilosado pensamiento de la dictadura nacional.
Hacerles daño a los aliados democráticos para ponerlos en jaque. Ocuparlos en su fuero interno para desactivar cualquier apoyo que pueda recibir la mayoría venezolana. Una hábil maniobra propagandística y política que nos indica que siguen descansando en la violencia como último recurso para crear un panorama que los favorece. Para esta acción articulan con grupos extremistas internos que son los que ubican los puntos vitales. El dinero proviene del régimen venezolano y de sectores de la guerrilla y el narcotráfico internacional.
Desde hace meses han ido llegando a estos países facciones chavistas con el objetivo de sembrar la anarquía. Estando allá se instalaron en sitios estratégicos, jamás trabajaron de manera honesta. Viven con dólares de procedencia desconocida. Cuando las policías los han detenido se consiguen que son venezolanos con carnet de la patria. Más de 60 patoteros detenidos por la policía chilena son venezolanos con identificaciones como miembros de la dictadura. Esos destrozos que originaron: son el libreto de la venganza redactado con sangre inocente por parte de Nicolás Maduro.
Es tan real lo descrito que hemos escuchado a funcionarios del gobierno dar a entender que son ellos quienes impulsan tales acciones. La dictadura venezolana es experta en vincularse con los sectores más recalcitrantes de las sociedades latinoamericanas. Con la chequera venezolana se pagaron las actividades criminales de los piqueteros argentinos, lo mismo ocurrió en Honduras para impulsar los grupos radicales que acompañan a Manuel Zelaya, un elemento que está en la nómina de Miraflores. Estamos en presencia de una grosera intromisión en los asuntos internos de países hermanos. Estamos hablando de delincuentes entrenados para crear zozobra. Que sobre estos especímenes de la vergüenza caiga todo el peso de la ley.
@ alecambero
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