El documental Leaving Neverland, de Dan Reed, se estrenó este fin de semana en Latinoamérica vía la señal de HBO y su visionado resultó una experiencia incómoda para la audiencia, que no a pocos ha hecho replantear su vieja admiración o fanatismo con Michael Jackson, quien es retratado como un depredador sexual.
La historia de James Safechuck y Wade Robson, dos hombres adultos que aseguran haber sido abusados por el cantante durante su infancia e inicios de adolescencia, está llena de momentos difíciles de ver. Ellos conocieron al ídolo pop cuando tenían menos de 10 años y habrían sido preparados lentamente por este, en una práctica conocida en inglés como grooming, para ganar su confianza, amistad y afecto, y así someterlos a prácticas sexuales durante su infancia.
Además de la descripción gráfica de actos sexuales perpetrados contra menores, el testimonio audiovisual completo deja varios momentos y reflexiones que resuenan en la mente varias horas después de verlo.
1. El abuso que nadie impidió: Los padres permitían que sus hijos pequeños duerman con Jackson, sin tener sospechas.
El documental evidencia que la estrategia de Jackson para captar a los menores era seducir primero a los progenitores, específicamente a las madres. Se presentaba ante ellas con la docilidad de un huérfano en busca de nueva mamá y les masajeaba el ego: les hacía cumplidos y regalos caros (a los Safechuck les obsequió una casa), pasajes de avión y estadía en hoteles exclusivos.
Se ganaba su confianza hasta que estas bajaban sus defensas a niveles inconcebibles, como permitir que sus hijos durmieran en la misma cama con Jackson. La mamá de Wade Robson llegó a abandonar a su hijo mayor y a su esposo en Australia, para ir detrás de la vida de fantasía que les ofrecía Michael.
Ambas madres muestran hoy arrepentimiento por haber fallado acaso en su misión más importante: proteger y dar seguridad a sus niños.
2. La boda falsa: el anillo de diamantes que Michael Jackson le regaló a uno de sus víctimas, como aro de matrimonio.
En uno de los momentos más difíciles de ver, James Safechuck enseña una caja negra llena de anillos que el cantante de Thriller le regalaba cuando era niño. Tanto le incomoda recordar el tema en esa escena que se ve como sus manos tiemblan cuando sostiene la joyería. Los anillos en cuestión resultan tan pequeños que ya no entran en sus dedos de adulto.
Safechuck recuerda que cuando era niño, Michael solía llevarlo de compras y engañaba siempre a los vendedores. Les decía que las joyas eran para una amiga de manos pequeñas, una excusa para probarlas en las de su menor acompañante.
Con uno de esos anillos, dice, habría oficiado un remedo de ceremonia nupcial en su dormitorio, dando a entender que él y el menor estaban casados para siempre.
3. El rancho Neverland era un «campo de juegos» diseñado para el abuso sostenido de menores.
La descripción que ambos acusados hacen de Neverland, la finca de 3.000 acres que Jackson tenía en Santa Barbara (California), y las experiencias que vivieron ahí coinciden con escalofriante exactitud.
Lejos de ser un paraíso para los niños, como la isla de Peter Pan de la que robó su nombre, el lugar era el sitio en donde habrían sido sometidos a abusos sexuales continuos, y en donde podía encontrarse pornografía regada por muchos lados.
Ellos sostienen haber sido sometidos durante años a actos sexuales en las instalaciones del rancho, que contaba con un zoológico y un cine privado. Cuentan además que Jackson colocaba campanas en los pasadizos cercanos a su recámara principal, para advertir presencias no bienvenidas, como el personal de servicio.
Cuando una madre se alojaba con su hijo en Neverland, Jackson se las arreglaba para hospedar a la progenitora en el ala más alejada de la casa.
4. Infancia de usar y botar: la vez que uno de los denunciantes fue reemplazado por Macaulay Culkin.
De acuerdo a Leaving Neverland, Jackson establecía sus relaciones con los menores solo por un periodo de tiempo, hasta que estos crecían, y entonces el «romance» de pronto decaía y empezaba a perder el interés en ellos.
Esto los desconcertaba por completo. Las llamadas por teléfono, que inicialmente eran de seis o siete horas todos los días, cambiaban a tres veces al año. Al inicio la cosa era distinta: iba a sus casas, les mandaba faxes con mensajes cariñosos, los invitaba a pasar vacaciones en su casa o a sus giras. Pasado el inicial encandilamiento venía el rechazo.
Wade Robson descubrió tarde, cuando al fin se mudó de Australia a Estados Unidos para estar con su ídolo, que ya había sido reemplazado en los afectos de Jackson por Macaulay Culkin, el niño actor de “Mi Pobre Angelito”. Con este se dejaba ver en todos los evento públicos.
Una de las madres de las denunciantes asegura que el modus operandi del músico era así, cambiar de niño cada año.
5. Depresión trastornos de ansiedad, abuso de alcohol y familias rotas: las secuelas del abuso
Wade Robson y James Safechuck aseguran haber estado en un nivel de manipulación de tal calibre que se sintieron obligados a declarar a favor del artista en los juicios que se siguieron al artista por abuso de menores.
Ellos llamaban entonces «amor» o «amistad especial» a lo que, entendieron después, solo era abuso y violencia sexual. Las secuelas de este llegarían después: estuvieron deprimidos por años. Safechuck se negaba a salir de su cama y empezó a abusar del alcohol.
Robson llevaba consigo tal estrés que lo obligó a dejar su exitosa carrera como coreógrafo y retirarse al campo. Las familias de ambos se rompieron, más notoriamente en el caso de Robson cuyo padre, un enfermo mental, se suicidó.
El abuso destruyó a sus familias al punto que algunos hoy día no se hablan con su mamás.
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