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La Parada, el punto cero del éxodo venezolano

Por EFE
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La Parada es el punto cero para quienes dejan Venezuela por la crisis. A este caserío de calles polvorientas que bordea el lado colombiano del puente internacional Simón Bolívar, llegan a diario miles de personas. La mayoría en escala para seguir a otro lugar y los más pobres para quedarse.

Salir de Venezuela, aunque no se tenga a dónde ir, ya es un alivio para personas como María Teresa, quien dejó atrás una vida de necesidades en Caracas y se detuvo en la miseria de La Parada, donde sobrevive vendiendo agua y refrescos.

A 500 metros de allí, familias enteras viven en un campamento improvisado al lado de un caño de aguas turbias. Como ellos, miles de venezolanos circulan todos los días por La Parada, convertida en mercado a cielo abierto y donde proliferan los negocios informales.

En plena avenida, a la sombra de unos árboles, mujeres venden a 3.000 pesos (unos 90 centavos de dólar) almuerzos completos.

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La avenida es un hervidero de gente que ofrece desde transporte hasta comidas, medicinas, remesas de dinero o artículos de higiene. Lo que más hay son muchachos que se dedican a pasar la frontera, por el puente o por trochas. Cargan sobre sus espaldas los mercados que los más afortunados compran en Cúcuta para llevar a Venezuela.

La peor parte la lleva Villa del Rosario, municipio vecino al que pertenece La Parada, y que tiene como alcalde a Pepe Ruiz Paredes, quien está convencido de que lo peor hasta ahora está llegando. Dice que cada vez más son los desposeídos que se asientan en la zona y no hay medios suficientes para darles salud, educación y vivienda.

«Esta migración que está llegando se está quedando en este sector, ustedes lo ven», dice Ruiz, y explica que los nuevos habitantes de Villa del Rosario son la gente que no puede salir a otro país.

El alcalde asegura que la población de Villa del Rosario aumentó 23% en cuestión de 3 meses porque pasó de tener 90.000 habitantes a más de 120.000.

El canciller colombiano, Carlos Holmes Trujillo, pide más ayuda, pues asegura: “Todos los días entran más migrantes, hay más demanda de servicios y los recursos no son suficientes”.

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