El blackout nacional iniciado el jueves 7 de marzo, y aún no cesado del todo, es una demostración palmaria e irrefutable de que el caos ya se instaló, de que el país está al garete, de que los venezolanos estamos indefensos. Y de que el gobierno chavista está de lejos superado por las dificultades.
La crisis sistémica en progreso es consecuencia de un régimen cuya gestión de gobierno no solo no pudo con los viejos problemas de la nación, sino que los agravó y encima trajo nuevos padecimientos. Lo que en definitiva experimentamos es un retroceso colosal en todos los órdenes de la vida nacional. De continuar los rojos en la conducción del Estado lo que nos espera es tiranía, inseguridad, hambre, totuma, vela, leña y burro.
Lo más grave de la situación es que el caos y la anomia son provocados conscientemente por el régimen y no unas consecuencias secundarias e inesperadas o unos daños colaterales inevitables. El chavismo –e insisto en mencionar a la corporación porque todo esto empezó con Chávez y su proyecto de inspiración castrista– cree firmemente que destruirlo todo contribuye a facilitar su proyecto de dominación.
La respuesta del gobierno al apagón y sus nefastos efectos y consecuencias es de manual, propia de quienes tienen vocación totalitaria y desprecio por la verdad y la inteligencia de la gente: responsabilizar a terceros de sus carencias, fallas y errores.
Ahora se anuncia una remodelación ministerial (cuando pergeño estas notas martes 19/3 a las 7:00 am aún no ha concretado tal cosa), como si esa fuese la respuesta requerida ante la magnitud de la situación. Salvo algunos desprevenidos u oportunistas seriales, nadie confía en la eficacia de un nuevo gabinete maduriano. También se dice que el ministro Zapatero regresa. A todas luces buscan comprar tiempo ante un desmoronamiento progresivo que tiene visos de indetenible.
Solo mediante el terrorismo de Estado puede el chavismo imponer el continuismo. ¿Está la FAN dispuesta a recorrer ese camino?
Venezuela necesita y reclama un nuevo gobierno con capacidad y voluntad política para imponer el orden necesario, para comenzar a vencer el caos y la anomia. Cada día que pasa se fortalecen las condiciones objetivas y subjetivas propicias a tal efecto (aunque algunos sean escépticos al respecto) porque la correlación de fuerzas nacional e internacional es desfavorable al statu quo imperante. No estoy diciendo que será fácil ni que está a la vuelta de la esquina.
La mejor de las opciones para imponer orden y superar el caos y la anomia es la vía democrática propuesta por la Asamblea Nacional y conducida por el presidente (e) Guaidó. Que día a día demuestra su fortaleza e implantación nacional.
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