El Museo Guggenheim Bilbao exhibe el arte dinámico y vibrante del artista venezolano Jesús Rafael Soto, uno de los máximos exponentes del arte cinético que surgió en Europa durante la segunda mitad del siglo XX.
La muestra está titulada como Soto. La cuarta dimensión. Es una amplia retrospectiva sobre las cinco décadas de trayectoria artística de este creador, quien vivió en París de 1950 hasta su muerte en 2005. En esa ciudad también desarrolló su trabajo.
La exposición se realizó por el Guggenheim Bilbao en colaboración con la familia del artista. Varios hijos han estado presentes en la inauguración y presentación de la misma a los medios en Bilbao.
La muestra, comisariada por el especialista del museo, Manuel Cirauqui, reúne 60 obras del principal representante, junto a Carlos Cruz-Diez y Alejandro Otero, del movimiento cinético en Venezuela. Fueron realizadas entre 1950 y 2001, las cinco décadas que duró su producción artística.
Se trata de la primera exposición que se realiza en España sobre la obra de este artista desde hace 37 años, tras la antológica que se le dedicó en Madrid en el Palacio Velázquez en 1982, y 45 años después de la que se ofreció en el Guggenheim de Nueva York. Salda una deuda pendiente del museo bilbaíno con este artista que, de momento, no forma parte de su colección.
Entre las piezas que se exhiben figuran obras de su emblemática serie de Penetrables, aquellas piezas que requieren de la participación del espectador, que las atraviesa, para cobrar vida y movimiento, así como las de los Volúmenes Virtuales, las Extensiones y las Progresiones.
Dinamismo de Soto
El dinamismo de las obras de Soto lo provoca el espectador al moverse frente a la obra, que permanece inmóvil en la pared o en el suelo de la sala donde se exhibe.
Para conseguir el efecto óptico de movimiento de sus piezas, Soto recurrió a las formas geométricas como los cubos, los cuadrados, las espirales y las líneas verticales u horizontales. También a materiales como las varillas, los alambres y los hilos de nailon o plexiglas.
Las formas geométricas y los materiales empleados dan a la obra de Soto, según Manuel Cirauqui, una sensación de vibración visual.
El Penetrable Sonoro es una pieza formada por gruesas barras de metal que cuelgan en vertical de un armazón que las sostiene en el aire. Al tocarlas chocan entre sí emitiendo un sonido similar al del repique de las campanas de iglesia. Según explicó Cirauqui, no se ha expuesto con frecuencia, por lo que es poco conocida.
El comisario detalla que las piezas con sonido del artista venezolano proceden de la época en la que Soto reflexionó sobre la relación entre la música y el arte. Esto fue entre los años cincuenta y sesenta, época en la que conoció y trató a distintos músicos franceses y españoles como Paco Ibáñez.
Su hijo Cristóbal Soto reveló durante la presentación de la muestra que su padre conoció al cantautor español al poco tiempo de llegar a París. Junto a él formó un grupo musical con el que llegó a grabar un disco y dar varios conciertos.
«Paco Ibañez fue uno de sus mejores amigos, si no el mejor», afirmó Cristóbal Soto.
El comisario indicó también que el primer encuentro de Soto con el arte al llegar a París fue con la abstracción. Esto se puede apreciar en las obras de su primera etapa, en las que se aprecia la influencia de Piet Mondrian, entre otros destacados artistas de este movimiento.
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