“Necessitas non habet legem” Publilio Siro
Uno de los aspectos más complejos de la historiografía de la Venezuela chavista lo constituye la política exterior y los corolarios de la misma mostrarán especialmente dos elementos: de un lado, la ignorancia capital, descomunal, grosera del difunto y sus acólitos y del otro, el impresionante pragmatismo, rayano en la traición, como se manejó y se conducen aún, las relaciones internacionales de esta cada día menos república venezolana.
Son numerosísimos los episodios que merecerían consideración en estos años de mando atrabiliario y caprichoso, en los que se respetó más el criterio o las emociones y enajenaciones momentáneas del liderazgo que, las orientaciones estratégicas que por décadas y a pesar de los cambios de gobierno adelantó el Estado venezolano.
Comentaré solo algunos aspectos entonces, siendo que no hay cabida para análisis extensos y detallados, pero en provecho de la verdad, es menester detenernos en capítulos delicadísimos y gravosos para nuestra patria desfigurada, postrada, vituperada, envilecida, maculada.
De entrada, cabe mencionar el yerro que constituyó abandonar la Comunidad Andina perdiendo mercados en los que Venezuela lideraba, una balanza comercial superavitaria y un desarrollo político institucional mancomunado con países con estructuras económicas favorables a nuestros intereses en amplios campos complementarios. El invento del Mercosur fue y es una demostración de cuánto es ignara, estólida, supina la clase política emergente que desde hace dos décadas nos mal gobierna.
Olvidar la Alalc y el tratado de Montevideo como experiencias superadas y tratar de volver a un esquema con países de mayor desarrollo relativo fue y será dañino y gravoso para nuestra economía, pero el difunto no quería ni aceptaría el carácter obligante del derecho comunitario andino y así alegremente nos lanzó por ese barranco.
Alinearnos con Cuba para que lisonjeros, adulantes y bobalicones asumieran roles financieros y de aprovisionamiento en materias primas a cambio de llenarnos de funcionarios cubanos en las más variadas latitudes administrativas fue y es un ejercicio de oligofrenia política y de alienación del Estado chavista, torpe e inmoral en cuanto a nuestros intereses. Si se hiciera una ponderación de lo dado y de lo recibido de Cuba nos declararían entredichos por compulsiva prodigalidad. El apego, admiración, cariño de Chávez por Fidel y la experiencia cubana, nos recuerda a José Ortega y Gasset, que de memoria cito: “El enamoramiento es un estado de debilidad mental”.
La política exterior navegó, antes de la hecatombe chavista, en doctrinas y tradiciones en materia de reclamaciones territoriales sin mostrar debilidad, pero el difunto seguramente no lo sabía porque escogió un bando para su frivolidad política y así fuimos testigos de cómo el presidente Chávez, ansioso de aplausos, reconocimientos, adulaciones y pleitesías, comprometió seriamente el Esequibo y me refiero a los derechos que Venezuela alegó tener sobre ese inmenso territorio, rico en todos los sentidos. Subordinó nuestra política a su similar cubana y aflojó el discurso reivindicador ante el gobierno de Guyana que, es bueno recordar, Cuba sostuvo y sostiene aun contra Venezuela.
En lo que concierne a nuestras relaciones con la república imperial, como la llamó Aron, decían que dependíamos de Estados Unidos en materia petrolera y en finanzas públicas, jurando curarnos de esa patología denunciándolo, llenos de estridencia y aparente convicción; pero ocurre que, al ensayar si acaso, es posible comparar la naturaleza, alcance y soberanía como parámetros en las relaciones de todo género con los gringos, hemos de reconocer en honor a la verdad que ahora sí que dependemos en todos los sentidos de China y especialmente de Rusia, cuyo gobierno es, sin dudas, dicho sea al pasar, el más denunciado por corrupto en el mundo y en particular, su presidente Putin. Nunca le debimos a Estados Unidos ni remotamente lo que hoy adeudamos a los socios de Chávez y Maduro. Jamás nos presionaron como se lo permiten a los nuevos zares. Cuba manda en Venezuela en áreas estratégicas –sin pudor, por cierto– y no solamente a su beneficio sino de la burguesía moscovita.
Por otra parte, la política exterior petrolera venezolana, acotamos, comenzó bien con la política de precios ante la OPEP del año 2000 en adelante, seguramente recomendada por los asesores de aquel tiempo, Mommer entre otros, y rindió sus frutos en lo inmediato y no así en el largo plazo, porque el carro de la codicia y la concupiscencia que echó a andar Chávez para hechizar a generales y escaladores se desquició arrastrando en el despropósito a toda la industria petrolera.
Se pasó al pragmatismo más asqueroso y se apuñalearon nuestros intereses con obscenidad. Hoy no hay una verdadera política exterior petrolera, damos lástima, pena y amargura en ese enorme cosmos que antes nos miró con respeto y también envidia.
Lo cierto es que llegaron las incongruencias e incoherencias propias de la falta de estrategia y de la gestión empapada de una suerte de apremio crematístico que lisió a nuestro otrora reconocido negocio petrolero hasta arruinarlo para sorpresa del mundo. Ceressole, el ideólogo, se vio realizado por el “comandante eterno” y para edificar la trilogía de ejército, caudillo y pueblo, sin criterio, sapiencia, escrúpulos y patriotismo, se administró para el desastre de Pdvsa. Ya sabemos lo que se hizo con la empresa víctima de la demagogia, el populismo y el militarismo estulto y perdónenme la redundancia
En paralelo y, como resultado de la ideologización del Estado chavista ya por eso incompetente e irresponsable, tenemos hoy severamente amenazados o destruidos los objetivos externos de nuestra industria en cada capítulo de ella. No nos quieren ni en Aruba o Curazao, ni en el Caribe y nos usan con displicencia, y en la OPEP nos miran como el pariente que se dedicó a beber y dilapidó su fortuna debiendo ahora hacer de partenaire paupérrimo.
En cualquier materia se repite el fenómeno, pero no puedo dejar esa de la promoción de nuestras ventajas turísticas para traer empleo, progreso y dignificación a la costa oriental del estado Falcón, a la isla de Margarita, a las playas de Sucre, uno de los estados más bellos de nuestra geografía y de los más pobres también, pero nada, absolutamente nada bueno se hizo tampoco.
La infraestructura actual es la misma que hace 20 años prácticamente, pero derruida y sin mantenimiento. La espantosa crisis del sistema eléctrico o aquel de generación y aprovechamiento del agua evidencian que el gobierno mentecato que los cubanos manipulan aún, no previó ni construyó, ni laboró para lograr vender a Venezuela ante el mundo como un destino turístico y parece increíble que no se percaten o asuman ese derrotero.
Pudimos ser con ese millón de millones de dólares que ingresamos un emporio para conocer y disfrutar, con hoteles cinco estrellas y los mejores atractivos naturales. Diversificar debimos, pero dejamos que el gobierno sin ideas ni conocimientos descuartizara la ocasión y pagáramos con el desastre subsecuente el mayor costo de oportunidad que pudiéramos medir, contar y pesar que se ha pagado tal vez en la historia del mundo.
Una genuina política exterior se gestiona con la política de defensa que no es solamente equipar, capacitar al país y prepararlo para contingencias, sino evitar que caiga en un plano de vulnerabilidad y ello no alude a la institucionalidad exclusivamente sino a su gente, a sus bienes, a sus naturales expectativas. Pues bien; se cuentan por decenas los grupos y representaciones, factores beligerantes y negociantes del ilícito que trasladan, producen y sacan del país toda una variedad de materias brutas y elaboradas y otras manifestaciones y comercializaciones que trajeron e implantaron aquí para enfatizar con la antisociedad y el terrorismo.
Hasta los tuétanos están metidos en Venezuela muérganos y malhechores, organizaciones criminales dignos de ser tratados desde la letra de la Convención de Palermo y además, de la mismísima Corte Penal Internacional. Nada se hace al respecto y por el contrario, el narcotráfico es acusado interna y externamente de haber encontrado y privilegiado el corredor venezolano para sus fechorías y contar con socios entre los dignatarios públicos, lo que debería investigarse y sancionarse.
Venezuela empezó bien con la Ley de Pesca hace tres lustros y avanzó con relación a los Protocolos de Montreal y la Convención de Viena en materia de reducción de la producción y consumo de las substancias que afectan la capa de ozono, pero ese arranque de caballo tuvo, como era de esperarse, su parada de burro. Hoy en día y no solamente, pero especialmente por la explotación del Arco Minero, nos hemos convertido en un Estado forajido que no se atiene a los deberes asumidos en la lucha por la defensa del planeta y las convenciones que nos obligan a cesar la destrucción del hábitat y a evitar la contaminación del agua. Me decía un diputado de oposición, claro, representante del estado Bolívar, con ese juego de palabras tan de la gente de esa zona, que “hoy hay más mercurio en el Caroní que agua, carajo”.
Puedo seguir glosando infinidad de situaciones en que debimos actuar en concierto con nuestros vecinos, países aliados o con el perfil compartido en materias distintas, pero solo recordaré cómo se suman día a día los gobiernos del mundo al cuestionamiento de la política interior nacional, en materia de seguridad y salud y cómo nos aislamos, marginamos, segregamos, encunetamos en el atraso y la desesperanza con compatriotas corriendo por el mundo huidos de su otrora terruño y hoy hacienda de sus demonios.
Urge realmente, agónicamente, apartar a los que lo han hecho tan mal del poder. Esa debe ser la tarea ciudadana. Cualquier otra vendría a continuación.
@nchittylaroche
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