Imagina sembrar comida y estar hambriento.
Esa es la paradoja del hambre.
Los trabajadores de la agricultura son un tercio de la población trabajadora del mundo.
Los campesinos producen 80% de la comida en el mundo en desarrollo. A pesar de ello, son los más propensos a sufrir hambre, de acuerdo a datos de la ONU.
La pobreza lleva al hambre
Algunos campesinos no pueden pagar por la comida que producen.
En los países en desarrollo, la comida puede costarles hasta el 50% de sus ingresos.
En el mundo, 1 de cada 9 personas no tiene suficiente comida para llevar una vida activa y sana.
Casi la misma cantidad de personas viven debajo de la línea internacional de pobreza, que es menos de USD$1,90 por persona por día.
Pero el hambre y la pobreza no se limitan a los países en desarrollo.
Más de 37 millones de estadounidenses no pudieron permitirse comer lo suficiente en 2018.
Más desperdicio, más hambre
En el mundo se produce suficiente comida para alimentar hasta 10.000 millones de personas, cuando hay solo unos 7.500 millones.
¿Qué está pasando con la comida?
Cada año, un tercio de toda la comida se pierde o se desperdicia.
Sobre todo por los desperdicios de las casas, el mal almacenamiento y el transporte.
Esa comida vale aproximadamente USD$1 billón.
Si se recuperara el 25% de la comida que se desperdicia, se podría alimentar a 870 millones de personas con hambre.
Mujeres, las más afectadas
La equidad de genero es clave para erradicar el hambre.
En todo el mundo, las mujeres son más propensas a sufrir hambre.
Las campesinas generalmente ganan menos y trabajan en peores condiciones.
Habría 150 millones menos de personas con hambre en el mundo si las campesinas tuvieran acceso a los mismos recursos que los hombres.
Cambio climático
El cambio climático es una causa importante del hambre en el mundo.
Las temperaturas en aumento y el clima extremo amenazan la agricultura y muchos campesinos sufren una disminución en la calidad de sus cosechas.
La ONU se ha puesto el objetivo de que el mundo padezca «hambre cero» para 2030.
Sin embargo los expertos advierten que alcanzarlo será un reto: el número de personas con hambre ha aumentado en los últimos tres años.
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