La belleza de Kelly Anyerine Zambrano Vera, de 20 años de edad, la convirtió en uno de los rostros más mediáticos de los 33 venezolanos que desaparecieron el 16 de mayo luego de zarpar de la localidad de Güiria, en el estado Sucre, en una embarcación con destino a Trinidad y Tobago.
Cinco meses después, su madre Liliana Vera está segura de que se encuentra viva y de que una red de trata de personas, en la que presuntamente participan autoridades venezolanas y de la isla, la obliga a prostituirse junto con otras víctimas.
«Aunque dicen que la lancha naufragó y que todos murieron, yo sé que ella está viva y que lamentablemente me la están golpeando para prostituirla. Suena cruel, pero esa es la verdad. Es muy claro que a las niñas las están prostituyendo», afirmó en una entrevista concedida a El Nacional.
Entre lágrimas, clamó a los organismos nacionales e internacionales para la ayuden a encontrarla y a las otras personas desaparecidas, que abandonaron el país motivados por la crítica situación económica.
«Cada vez yo me desespero más. Siempre he pensado que las autoridades de Güiria y de Trinidad y Tobago están involucradas», manifestó.
Romy, la amiga
Kelly aceptó la tentativa propuesta de Romy María Martínez Rodríguez, una amiga de la universidad que le aseguró que podía trabajar, por muy buena paga, como camarera en un hotel de la nación caribeña: lavar platos y tender camas sin necesidad de hablar inglés.
Romy no dio mayores detalles. La joven tachirense se dejó llevar por los 2.000 dólares mensuales que iba a ganar y con los que esperaba ayudar a su familia. Kelly también tenía planes de ahorrar dinero para migrar a España el próximo año con Yeison Gutiérrez, su hermano.
«Para nadie es un secreto que estamos viviendo en un país en donde no alcanza el dinero. Ella optó por irse hasta allá por esa oportunidad que se le había presentado», dijo la madre de la joven desaparecida.
Kelly no contaba con el dinero para cubrir los gastos del pasaje terrestre ni de la embarcación que la dejaría en Trinidad, pero Romy le mandó con su hermana 80.000 bolívares en efectivo, en ese entonces, y 220 dólares.
Salió de San Cristóbal el 12 de mayo hacia Güiria, un pueblo costero, del que muchos aseguran está sin ley y se encuentra maldito. El 16 de mayo fue el último día en el que Liliana habló con su hija, alrededor de las 3:00 pm, minutos antes de que partiera en la embarcación.
La hermana de Romy vivía en Táriba. Luego de la denuncia que formularon los familiares, la mujer desapareció junto con su esposo, un funcionario policial. «Nosotros fuimos a buscarlos y a averiguar, pero todos nos decían que se mudaron, desaparecieron», añadió la mamá de Kelly.
«Ella dijo que cuando llegara a Trinidad y Tobago me iba a avisar, que me iba a devolver la llamada desde el teléfono de la supuesta amiga que la estaba esperando, pero eso nunca pasó», contó.
«Kelly nunca va a llegar»
Al no tener información, comenzó a llamar a Romy: «Siempre me decía que estaban por Isla de Patos, luego que iban por Bocas del Dragón. Me tuvo así hasta el 18 de mayo».
Ese día Romy le pidió a Liliana que no siguiera esperando porque Kelly nunca iba a llegar porque la lancha había naufragado y todos los tripulantes estaban muertos.
La amiga vivió por un buen tiempo en la casa de Kelly, en Rubio, estado Táchira, mientras estudiaban juntas Psicología en la Universidad Bicentenaria. «Le abrí las puertas de mi casa», lamentó la madre de Kelly.
Luego dejó los estudios y meses después se comunicó con Kelly para contarle de los planes en Trinidad y Tobago y plantearle la propuesta. Liliana está convencida de que Romy fue el enlace directo para el posible secuestro de su hija.
“Yo misma escuché las notas de voz. Hablé con ella y le dije: ‘¿Usted no me va a vender a mi hija?’, y me dijo que no, que era incapaz de hacerme eso. La desgraciada vio la oportunidad de secuestrármela y vendérmela. Estoy segura de que esa infeliz me vendió a mi hija», manifestó.
La critica situación del país, el transporte público y los gastos correspondientes a la universidad también llevaron a Kelly a dejar los estudios. La joven trabajaba en dos centros de belleza: en uno cortaba el cabello y en el otro sacaba cejas.
«Ella llevaba las esperanzas de que iba a trabajar para ayudar a su hermano, a mí y a sus abuelos, que somos de bajos recursos. Una niña que, a pesar de que vivimos al día con lo que nos ganamos, nunca fue callejera», aseguró.
El misterioso Ramón
Romy le aseguró a Liliana que Kelly se iba a quedar en una propiedad de Ramón, un supuesto familiar que ella tenía en Güiria. Sin embargo, luego de la desaparición, se retractó y aseguró que sus únicos allegados viven en Amazonas.
Hospedada en un hotel, Ramón se encargó de trasladar a Kelly a su casa posteriormente. Allí, esperarían el permiso ilegal para zarpar hasta Trinidad y Tobago.
La joven le dijo a su mamá que quería regresar a Rubio porque no se sentía cómoda, que no le gustaba el lugar en donde estaba y que tampoco le apetecía la comida que le daban.
Su hermano, Yeison Gutiérrez, viajó a Güiria y se dirigió al hotel en donde presuntamente estuvo la joven días antes del zarpe del Ana María, pero su nombre no estaba en los registros.
Luego, cuando formuló la denuncia ante las autoridades y pidió información, dos sujetos lo amenazaron de muerte: le dieron un plazo de dos días para que abandonara el pueblo, de lo contrario su cuerpo iría al fondo del mar ayudado por una bola de plomo que le engancharían en sus pies.
«El capitán escapó como una rata»
Las miradas por la desaparición recaen sobre Alberto Abreu, el capitán de la embarcación Ana María. Hasta los momentos, es la única persona que ha aparecido. Lo rescató un buque que se dirigía desde Trinidad hacia Granada, país en donde lo internaron en un hospital.
En ese entonces, Abreu estaba notablemente deshidratado y lo internaron en un centro de salud, pero se escapó dos días después porque las autoridades, cuando lo investigaban, se percataron de que tenía antecedentes penales por trata de personas.
Tres meses después de la desaparición, Abreu apareció en un video clandestino en el que negó las acusaciones en su contra. También aseguró que no volverá a Venezuela hasta que haya un sistema de justicia confiable.
Según manifestó, todo forma parte de un plan que tienen preparado las autoridades venezolanas para inculparlo por las irregularidades y decir que capturaron al responsable de la desaparición del bote.
Aseguró que el agua entró a la embarcación por una fuerte ola y que una siguiente logró voltearla. Agregó además que, ya en el naufragio, decidió nadar para llegar a una costa cercana para pedir auxilio.
Pero el testimonio de Abreu no es suficiente para los familiares que ansían respuestas claras. La mamá de Kelly Zambrano lo cuestionó: «¿Por qué escapó como una rata? Él dice que las leyes lo están implicando, ¿lo van a implicar así por así?».
Con la incertidumbre y el silencio de las autoridades, Liliana se llena de desesperación y teme que el asunto quede en el olvido y que nunca pueda ver a su hija.
«A veces no sé qué decir ni qué hacer. Aquí en Rubio nunca hay luz y cuando hay luz, no hay señal telefónica. Es muy difícil para nosotros comunicarnos con las personas que dicen que nos van a prestar ayuda», indicó.
La fe, un salvavidas
Liliana dijo que mantiene las esperanzas de que Kelly aparecerá con vida algún día, aunque no sabe cuándo. Sus fuerzas para seguir adelante están concentradas en su fe y en sus otros tres hijos.
«Todos los días le pido a Dios que me ayude. Yo sé que ella va a aparecer. Pensar que va a llegar viva me da fuerzas para seguir viviendo y no derrumbarme. Es difícil no saber en dónde está», manifestó.
La madre de Kelly Zambrano pidió ayuda a las autoridades para que investiguen. Las sospechas de que organismos como la Capitanía de Puerto de Güiria y la Estación Principal de Guardacostas Zona Atlántica están involucradas generan temor.
«Abran los ojos, de repente no son todas las autoridades, pero sí hay muchos involucrados. Ayuden a los que no tenemos posibilidades de pagar a un abogado. Es muy triste no saber dónde están nuestros familiares», finalizó.
@Luisdejesus_
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