En Venezuela cuando se dice Monteávila, todos saben que es la universidad que queda en Boleíta (Caracas) y que corresponde a una iniciativa fundamentalmente del Opus Dei (institución conocida como Prelatura Personal y que pertenece a la Iglesia Católica). No hay confusión, como ocurrió en los primeros años, con la editorial Monte Ávila. Ya la UMA tiene un lugar muy bien merecido entre el mundo académico del país. Y es por ello que el viernes 4 de octubre pasado se recordó, con una sencilla pero sentida celebración, la primera clase. Fue un momento para el reencuentro entre los primeros profesores, autoridades y los egresados de la primera promoción, entre otros.
Nuestro querido amigo y colega: el profesor Gabriel Gutiérrez, hizo de anfitrión, y con su buen humor nos hizo recordar –mediante una trivia interactiva– algunos datos y anécdotas del tiempo fundacional, pero también nos informó de otros como el hecho de tener 2.426 egresados, en su inmensa mayoría mujeres. Después vendría la presentación de ese otro fundador que es el profesor José Rafael Suárez (“Faen”) sobre el proyecto de sede en El Hatillo ¡que ya está en marcha!, y que nos dejó impresionados por lo ambicioso y lleno de detalles que será el campus. El ver los planos de cada edificio, plazas, canchas, hospital, capilla, anfiteatro; me llenó de esperanzas al descubrir como una institución y un grupo de venezolanos confía en el futuro de nuestra patria. Serán 8 facultades, entre las cuales están Ingeniería y Ciencias de la Salud, que muestran el enorme potencial que tenemos como nación. En medio de la mayor crisis de nuestra historia, son muchos los conciudadanos que no se atemorizan ante nada, y lo apuestan todo por el mejor país posible. Doy gracias a Dios por ser parte de tan noble sueño y ser amigo de las personas que lo lideran.
No podría faltar el discurso del rector, doctor Francisco Febres-Cordero, quien se refirió a los retos de la Monteávila, entre los que señaló el lograr “hablar el lenguaje de los jóvenes” para guiarlos en el “diálogo con la modernidad”. Todo ello en medio de un país en crisis y una sociedad del conocimiento que niega a Dios. A su vez: afianzar nuestra identidad humanística y cristiana; “crecer y consolidarnos como institución, de manera que podamos permanecer en el tiempo”; ser una “universidad de profesores” (permitir su desarrollo profesional y hacer carrera a lo interno); el proyecto de la nueva sede y la mejora de la actual en Boleíta; ampliar los contactos a nivel internacional y las líneas de investigación; y que los egresados “conviertan el compromiso en un hacer”. Finalizando con lo que deben ser nuestros valores del presente en la UMA: “memoria, contemplación, trabajo y esperanza”.
Se pasó a las fotos para el recuerdo del cumpleaños y un pequeño ágape en el que incluso se le cantó a la institución. Los recuerdos de aquellos primeros años siempre estuvieron presentes en las charlas de todos, pero también los retos y sueños del seguir haciendo universidad. Ya cerca del mediodía se asistió a la Misa del Espíritu Santo, no solo para agradecer el nuevo aniversario, sino también para ser fieles a una tradición fundacional de la universidad (en el sentido de su primer siglo de existencia desde los tiempos medievales en el siglo XIII) cada vez que comienza un año académico. En ese momento se le pide al “Padre de las luces” que nos guíe en el camino de iluminar las mentes de nuestros estudiantes, y toda la actividad académica esté dirigida al conocimiento de la verdad.
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional