La contundente denuncia formulada por el presidente de Colombia, Iván Duque Márquez, en los debates realizados en la sede de la ONU la semana pasada, no dejan lugar a dudas de que Maduro encabeza una corporación criminal que amenaza la paz y, en consecuencia, la estabilidad de todo el hemisferio. El jefe del Estado de la hermana república colombiana no titubeó a la hora de llamar las cosas por su nombre, denunciando que la narcotiranía que regenta a Venezuela es “un eslabón más de la cadena del terrorismo internacional”.
Inmediatamente salieron los secuaces de Maduro a negar las pruebas exhibidas por el presidente Duque. Con la misma desfachatez y caradurismo con el que insisten en negar que la ciudadanía venezolana es víctima de una crisis humanitaria compleja.
Por los pasillos de la ONU gritaba Delcy Rodríguez: “Es el imperio el culpable de la escasez de alimentos, medicinas y repuestos indispensables para nuestro parque automotor”. Nadie les cree. Son rechazados, repudiados y sentenciados como narcos, aliados del terrorismo y perpetradores de crímenes de lesa humanidad.
El presidente Duque habló con tono firme y seguro. Tenía en sus manos un dossier de 128 páginas. Las señales son inequívocas. Los comandantes del ELN están presentes en 12 de los 24 estados de Venezuela. Más de 1.400 hombres armados de los bloques más peligrosos del ELN se desplazan en 207 puntos identificados. Una veintena de capos tienen casa, comida y licencia para moverse en Venezuela “como Pedro por su casa”. Instalan campamentos de entrenamientos, reclutan adolescentes, planifican secuestros y cuentan con pistas clandestinas de donde despegan los aviones repletos de cocaína con destino final a México, Estados Unidos, África y Europa. La impunidad es su arma secreta. Están apañados por élites militares y altos miembros de la camarilla civil que usurpa poderes públicos en Venezuela.
Las pruebas comentadas por el presidente de Colombia encuentran asidero en las anteriores denuncias formuladas por la ex ministra contra el Uso Indebido de las Drogas, Mildred Camero, destituida por Chávez después de que la valiente especialista en esa materia le colocó sobre su escritorio en Miraflores los expedientes que daban cuenta de los vínculos de militares y civiles de la “revolución bolivariana” con los carteles de drogas de Colombia.
Esa investigación fue reconfirmada por las confesiones que hizo en Costa Rica, en el año 2012, el ex magistrado Eladio Aponte Aponte, una vez que fue defenestrado por sus propios socios en ese venido a menos Tribunal Supremo de Justicia. El relato de Aponte ratificaba cada una de las piezas del expediente que manoseó Chávez, pero que en vez de apoyar a la doctora Camero, más bien la separó de la misión que estaba empeñada en cumplir como Dios manda. No podíamos esperar otra conducta de quien desde el año 2008 articuló una alianza con factores de las FARC, del ELN, de Hezbolá, incluidas las milicias chiitas.
Vale la pena traer a colación las denuncias que hizo públicas el doctor Giorys Guzmán, ex director de la Oficina Nacional contra la Delincuencia y Financiamiento al Terrorismo. Guzmán terminó siendo perseguido por haberse atrevido a sacar a la luz pública las tratativas del régimen de Chávez y Maduro con las mafias que se nutrían de recursos venezolanos.
Esa misma versión la ofreció el ex ministro de Finanzas y ex gobernador del estado Aragua Rafael Isea, quien dio cuenta en Washington de las operaciones de financiamiento con grupos terroristas iraníes.
Esta relación sirve para sustentar la valiente denuncia realizada por el presidente Duque. Agrego la confesión que hizo el segundo a bordo de la Embajada de Venezuela en Irak, Misael López, quien también soltó una historia según la cual en esa sede diplomática se entregaban pasaportes a individuos mediante procedimientos irregulares.
Más recientemente, un oficial de la Fuerza Armada Venezolana, el teniente Daniel Alcher Chirinos informó que fue testigo presencial de movimientos conjuntos de piezas de las FARC, el ELN y Hezbolá en el Arco Minero. Agregó, además, que desde pistas de aterrizaje y despegue de aviones, en Yakapana y en las adyacencias de una posada turística en Amazonas, que utilizan como fachada, se concretan grandes movilizaciones de droga y minerales como uranio, coltán y oro.
Esa realidad es la que puso de bulto el presidente Iván Duque. Esa realidad que tiene también como protagonistas a los narcos que sacaron desde la rampa 4 de Maiquetía, de exclusivo uso presidencial, más de 5 toneladas de cocaína. O de las maletas que salieron rumbo a París o a Tenerife, sin ropa pero sí con cocaína, o de los aviones full de drogas, que despegan desde La Carlota, siendo esta una base militar.
Maduro está enredado por todos los costados con esas mafias. La denuncia del presidente Duque pasará a la historia, como la posición de un líder que defiende los valores democráticos de América Latina.
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