Nicolás Maduro sigue usurpando la presidencia en Venezuela. Van más de sesenta días desde que Juan Guaidó asumió la presidencia interina del país caribeño. En el plano interno, Guaidó obtendría 77% de los votos en una elección presidencial, mientras que 84% de los venezolanos rechaza la gestión de Maduro, según la última encuesta de Datanálisis.
Al mismo tiempo, el país está inmerso en la más grave crisis socioeconómica que haya vivido en su historia republicana. En menos de un mes se produjo otro “blackout”.
La presión de Estados Unidos para que Maduro abandone el poder sigue sin producir su salida. La batería de sanciones aplicadas por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos al círculo interno de Maduro y a las empresas estatales de petróleo y minería, Pdvsa y Minerven, no logra romper la lealtad de la cúpula militar que lo sostiene en la presidencia. Unas sanciones que dejan sin dinero bien habido al régimen usurpador.
Sin embargo, Maduro y sus secuaces siguen haciendo de las suyas. Encarcelan y amenazan el círculo cercano de Guaidó, como sucedió con su jefe de despacho Roberto Marrero y su mentor político Leopoldo López, respectivamente.
Adicionalmente, Rusia y Estados Unidos se enfrentan en Venezuela.
Putin decidió sostener el régimen usurpador de Maduro, como lo hizo con el presidente Bashar al-Assad de Siria cuando parecía que salía del poder. Ayudó a apuntalarlo con la Fuerza Aérea rusa.
Donald Trump reconoció a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, porque el único poder legítimo en Venezuela es la Asamblea Nacional. Por lo que, la Administración y el Congreso de los Estados Unidos apoyan la instalación de un gobierno de transición para que convoque a una elección presidencial libre, justa, democrática y competitiva.
Hace dos semanas, Estados Unidos y Rusia se sentaron en Roma para discutir la situación en Venezuela. Por la parte americana, Elliott Abrams informó que «fue útil para nosotros [Estados Unidos] entender que Rusia considera que la crisis en Venezuela es muy grave, a diferencia de Maduro, y particularmente desde el punto de vista económico y humanitario”. Y, del lado ruso, Sergey Ryabkov dijo que advirtió a Abrams de modo muy firme contra la posibilidad de una intervención militar, o por medio de “un conflicto de baja intensidad”.
Según Abrams “ambas partes salen con una mejor comprensión de las posiciones recíprocas» y de acuerdo en que se necesita una solución pacífica. Y para Ryabkov «la conversación fue difícil, pero franca».
La solución para Rusia es el Mecanismo de Montevideo, y para Estados Unidos es el cese de la usurpación de Maduro.
Putin busca en Venezuela seguir ocupando un lugar influyente en el escenario global, revalorizando su poder militar y de las Fuerzas Armadas. Mientras Estados Unidos reafirma la Doctrina Monroe, según declaración de John Bolton.
Dos semanas después de la reunión en Roma, Putin pone a prueba la Doctrina Monroe en Venezuela, enviando dos aviones de la Fuerza Aérea de Rusia al país caribeño con 99 militares y 35 toneladas de cargamento, al mando del jefe del Comando Principal de las Fuerzas Terrestres de Rusia, Vasily Tonkoshkurov.
Fue la repuesta a la afirmación de Abrams en Italia de que “todas la opciones están sobre la mesa”. La Fuerza Armada Nacional Bolivariana necesita contar con la disponibilidad de los cazas, helicópteros artillados, tanques, vehículos blindados, misiles, bombas, cañones, sistemas antibalísticos y defensas antiaéreas comprados a Rusia ante una posible intervención humanitaria.
Por otro lado, la lucha por la hegemonía mundial entre Estados Unidos y China arrastra a Venezuela.
La decisión del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) de suspender la asamblea anual en China, después de que Pekín negara el visado al gobernador designado por el presidente interino Juan Guaidó forma parte de la guerra fría entre los dos países.
China mantiene su apoyo a Maduro. Trató de persuadir a los países miembros del BID de que “la reunión no se politizara”, como si el acto de no otorgar la visa al representante de Guaidó no fue un acto político.
A tal punto que China pone en riesgo sus relaciones comerciales con los países latinoamericanos que reconocen a Guaidó como presidente encargado de Venezuela, entre los que se encuentran: Brasil, Chile, Colombia, Perú, Argentina.
Ante el inminente cese de la usurpación, las estrategias geopolíticas rusa y china en su guerra fría con Estados Unidos buscan oxigenar a Maduro.
Sin embargo, después de la investigación de Robert Meller –no encontró pruebas de una conspiración en la que el presidente de Estados Unidos participara para influir en el resultado electoral–, Trump tiene el compromiso de restituir la democracia en Venezuela. Por lo que Rusia y China deberían revisar su apoyo a Maduro.
Será tarde, si mantienen Rusia su visión geopolítica y China su guerra fría en Venezuela.
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