Eugenio Suárez lloró en el terreno de Wrigley Field, al responder las primera preguntas que le hizo la prensa estadounidense, luego de quebrar el récord de Andrés Galarraga, y lloró nuevamente durante la fiesta, en las siguientes entrevistas y al final de la celebración.
No era para menos. No todos los días se escribe un capítulo tan importante en la expedición nacional que hace vida en la MLB.
“Este es otro sueño hecho realidad”, exclamó, entrevistado por la cadena FOX Sports Ohio, sobre la grama del parque de los Cachorros.
“Para mí es muy especial ser parte de la historia de mi país. Haber dado 48 jonrones me hace feliz. Estoy muy orgulloso. Como siempre he dicho, quiero mantener mi humildad y darle a Dios las gracias por ofrecerme la oportunidad de jugar este hermoso deporte. El beisbol me ha dado los mejores momentos de mi vida, como el de esta noche. Haber dado el cuadrangular 48 me deja sin palabras que expresar. No puedo decir más”, dijo emocionado.
Suárez repitió durante semanas palabras de admiración hacia Galarraga, quien sacudió 47 bambinazos en 1996 con los Rockies de Colorado. Él y su familia, ha dicho, son admiradores del Gran Gato. Eso le dio todavía mayor importancia a su tablazo del miércoles, el número 48 en su cuenta de 2019, con los Rojos de Cincinnati.
“Empecé a correr por las bases y me dije: ya lo hice”, sonrió.
“Agradecí a Dios, troté. Y cuando llegué a la cueva, vi a todo el mundo feliz, abrazándome, felicitándome. Todo eso me hizo sentir especial. Es un honor ser parte de la historia, ser parte de este equipo. Ellos me ayudaron un montón. Estos muchachos son parte de mi historia. Y como siempre digo: gracias, Señor, gracias por todo, gracias por bendecirme. Hoy estoy feliz”, añadió.
Tuvo frases hacia su familia, en especial hacia su padre, que se recupera de quebrantos físicos.
“Ellos estaban viendo el juego. Y apuesto que mi esposa está llorando. Igual mi padre. Él acaba de salir del hospital, y que haya podido ver el batazo me hace muy feliz”, indicó.
Varios reporteros rodearon después a Suárez, en el clubhouse. Luego del festejo, todavía tenía consigo el enorme botellón de champaña que le regalaron. También sonreía. Su voz seguía trémula.
“Esto ha sido más de lo que esperaba. Llegar al clubhouse después del encuentro y encontrarme con todos mis compañeros, mis coaches, mi manager, el gerente general, todo el mundo aquí”, dijo.
“Me dieron este regalo”, agregó, en referencia al espumoso líquido. “Es completamente maravilloso. Esto es muy especial. Me hicieron llorar. Lo hice. No puedo hablar en este momento. Pero, como repito, es muy especial. Me siento muy feliz, muy orgulloso de mí, pero también contento por lo que mis compañeros han hecho por mí. Nunca pensé en esto, pero lo hice. Agradezco a mis compañeros, al equipo, a la ciudad de Cincinnati. Adoro Cincinnati y a este equipo”, expresó.
Eugenio Suárez no es un jonronero casual. En cada una de sus campañas ha dado más tablazos de vuelta completa que en la anterior.
Ha seguido una ruta que le llevó, inesperadamente, a oír en el camerino el Gloria al Bravo Pueblo, sorpresivo epílogo con el que sus coequiperos festejaron la hazaña.
“Que cantaran el Himno Nacional de Venezuela fue genial”, rio el guayanés. Y a continuación, brindó otra vez.
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional