Recientemente la prensa empezó a dar luces sobre una ciudad inteligente que está planificando construir la multinacional Google. Conociendo el éxito financiero de tal corporación, la ciudad Waterfront Toronto será una realidad.
El criterio es que el mundo es cada vez urbano, menos rural, lo que implica que las ciudades deben dar todas las comodidades digitales a los nuevos ciudadanos criados en un ambiente digital.
Aún recuerdo la frase del gran latinoamericano Vargas Llosa sobre los políticos –esos que gobiernan naciones y ciudades– y bien dijo: “En América Latina, la política no selecciona a los mejores entonces la ejercen los peores», por eso nuestras naciones y ciudades están como están. Ante ello surge la respuesta privada: construir smart cities para generar una oferta urbana diferente, innovadora, para vivir mejor que hoy.
En una antigua planta de procesamiento de pescado, en Toronto, Canadá, Google apuesta por el futuro: con un nuevo paradigma como dar fin al actual –y pésimo paradigma en el que vivimos– dar fin a la congestión de vehículos, viviendas no amables con el ser humano, servicios básicos pobremente administrados, acumulación y ausencia de tratamiento de basura, desperdicio de electricidad, inseguridad y todos esos males que hoy padecen las ciudades del planeta.
Una smart city estará bajo gerencia las 24 horas de lo que se llama Internet de las Cosas (IoT), el big data a través de aplicaciones móviles. Es una ciudad que se podrá dirigir, literalmente, desde el smartphone, quizá dejando sin empleo a concejales y alcalde y a una pesada burocracia de funcionarios: porque su sistema de administración electrónica se ejercerá a través de plataformas de pago online.
¿El fin de los impuestos municipales que no sirven para mucho? En esta ciudad usted paga los servicios que recibe: entornos iCloud, banda ancha, Wi-Fi público y gratuito (reto de la Unión Europea para 2020), tratamiento inteligente de basura, cero-congestión, seguridad 24 horas….y una vivienda totalmente inteligente: encendido de luces, modulación de sonidos, de temperatura, de seguridad, etc.
Seguridad ciudadana: sensores que miden y controlan la actividad para realizar mediciones de datos. Piense en grande y piense “fuera de la caja” y se imaginará esta ciudad inteligente vigilada las 24 horas de manera que se podría predecir cero crimen en esa ciudad, o por lo menos cero éxito del criminal en su empresa porque un gran software de big-data recogerá fotos, videos y hará la trazabilidad de absolutamente todos los movimientos que hagan sus ciudadanos.
En lo urbano: infraestructuras sostenibles (Smart building), alumbrado público con tecnologías LED, riego automático e inteligente de jardines. Una ciudad inteligente podrá gestionar, con tecnología: sistemas que permitan el ahorro de energía, lograr consumo eficiente de agua, fomentar reciclaje, reducir a cero emisión de gases nocivos, porque –obviamente– en esa ciudad inteligente la circulación de vehículos será eléctrica, no habrán automóviles a fósiles (fomento del uso de vehículos eléctricos público y privados). Como buena ciudad inteligente la iluminación pública –y de las casas privadas– que cambien de color para días y actividades determinadas.
Atención 24 horas de sistemas de emergencia y salud: telemedicina con gestión de datos e historiales de pacientes, alertas a los servicios de emergencias automáticamente para asistir a ciudadanos con discapacidad y de la tercera edad.
De acuerdo con la información de prensa, Google construirá esa ciudad inteligente con una temperatura –regulable y siempre– cálida, versus en contraste la fría que es Toronto.
El esfuerzo privado de Google podría superar los mil millones de dólares en inversión inicial para tener una ciudad que responda, literalmente, a toda exigencia del habitante: 5.000 personas, ampliable a 75.000 residentes.
Aunque Google está aún en etapa de “socialización” del proyecto –que incluso recibió la bendición del primer ministro canadiense Trudeau– porque indicó “sabemos que el mundo está cambiando. La opción que tenemos es resistirlo y asustarnos, o decir que podemos darle forma”.
Solo como dato: las corporaciones Apple, Amazon y Google han comprado grandes extensiones de tierra fiscal y privada en Estados Unidos para construir ciudades inteligentes.
Los planes completos incluyen 17.000 unidades de vivienda. De eser exitoso este proyecto de este distrito-tecnológico, de esta ciudad inteligente, los municipios habrán perdido, los políticos en general, la competencia de diseñar ciudades: la gente preferirá vivir y adquirir su vivienda en en ciudades inteligentes diseñadas por compañías privadas.
Una ciudad inteligente atraerá inversiones privadas en compañías de innovación: la tecnología será permanentemente actualizada.
Y mientras tanto en América Latina seguimos lidiando con tratar de establecer una básica democracia que nos permita subsistir: las corporaciones ya están pensando en el futuro de las ciudades.
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