Con el TIAR la tensión entre Colombia y Venezuela entró en una nueva fase que, en principio, fue bien recibida por presidente de Colombia, Iván Duque.
El mandatario colombiano agradeció a los 11 países miembros de la Organización de Estados Americanos por el apoyo que le brindaron al país para dar el primer paso para activar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, por el riesgo que representa Nicolás Maduro para la estabilidad de la región.
Para entender su significado, el profesor Jairo Libreros, especialista en Seguridad, responde a 10 interrogantes de El Tiempo.
—¿Qué fue lo que logró Colombia con el TIAR?
—Nada nuevo. 12 gobiernos del continente ratificaron lo que ya conocemos: que Venezuela es un riesgo para la seguridad regional y que acompañan políticamente la estrategia del cerco diplomático del presidente Iván Duque. Pero falta mucho trecho para autorizar el uso de la fuerza, la movilización de sus tropas nacionales y un desembarcó en Venezuela.
—¿Ahora qué sigue?
—Definir la fecha del encuentro de los gobiernos integrantes del órgano consultivo del TIAR para definir si activan o no el Tratado, y qué medidas políticas o militares van a adoptar en contra del régimen de Miraflores.
—¿Cómo califica lo logrado por Colombia?
—Por ahora un parto de los montes. Los discursos escuchados en la Asamblea Permanente de la OEA se vieron opacados por las breves declaraciones que rindió el presidente Donald Trump en la Casa Blanca, cuando explicó las razones de la salida de John Bolton, ex consejero de seguridad nacional: profundos desacuerdos con las posiciones radicales y agresivas que Bolton manejaba sobre Corea del Norte, Afganistán y Venezuela.
—¿Cómo cree usted que interpretan esta decisión en Venezuela?
—No tomó por sorpresa al palacio de Miraflores. Estaba claro que esa discusión en Washington iba a darse. La dictadura de Maduro no esperaba una posición diferente de los 12 países que acompañaron la discusión y la eventual activación del TIAR. Pero también saben que el escenario de un desembarco militar en Venezuela no es viable en el corto plazo.
—Históricamente, ¿cómo le ha ido a Colombia con el TIAR?
—Como actor regional, garante de la implementación del TIAR, muy mal. Cuando en 1982 la dictadura argentina, encabezada por el general Leopoldo Galtieri invocó el TIAR para recibir el apoyo militar del continente y repeler el despliegue naval y aéreo del Reino Unido que avanzaba hacia las islas Malvinas, la primera voz que se alzó en contra fue la de Carlos Lemos Simmonds, canciller del presidente Julio Cesar Turbay Ayala. Colombia lideró la no activación del TIAR, y legitimó el apoyo logístico y militar que le brindó Estados Unidos a su aliado histórico para retomar el control de las islas Malvinas.
—¿El TIAR es un tigre de papel?
—Académicamente, el TIAR (1947) es una iniciativa valiosa para describir el concepto de defensa mutua interamericana. Precedió el tratado constitutivo de la OTAN (1949), pero en el caso regional sigue en el papel.
—¿Habrá medidas reales contra Venezuela?
—En los próximos meses, quizás años, Venezuela será objeto de diferentes sanciones políticas, económicas y diplomáticas. Algunas se darían en el marco del TIAR, pero no veo viable el escenario de su activación para impulsar el involucramiento de tropas latinoamericanas en suelo venezolano.
—¿Cree usted que la situación en la frontera corresponde a una decisión de Colombia y Venezuela o al peso de otros países?
—La solución a la crisis de la frontera, el drama humanitario, la migración masiva, la caída de la dictadura de Miraflores y el regreso de la democracia liberal a Venezuela no está solamente en Caracas y Bogotá. Cuba e Irán tienen una cuota alta de responsabilidad en el colapso institucional y en la represión que mantiene en el poder al régimen de Maduro.
Las claves estratégicas del caso de Venezuela están en Moscú y Beijing. Si estos gobiernos le retiran el apoyo al dictador Maduro, bajo ciertas condiciones económicas que garantice el pago de sus créditos e inversiones, se precipitará el cambio y en el mediano plazo la reconstrucción de Venezuela.
—¿Cómo ve esta escalada verbal entre los dos países?
—Insoportable. Son dos discursos que no llegan a puerto seguro ni contribuyen a una solución institucional. Cada una de las partes tiene su propia verdad y no existe la más mínima probabilidad de construir consensos para mejorar la calidad de vida de los venezolanos, reconstruir la democracia liberal del vecino país y retomar la relación diplomática bilateral.
—¿Cree usted que Colombia hasta ahora ha dado los pasos adecuados para solucionar este problema?
—La estrategia del cerco diplomático es una iniciativa importante, que todavía no ha dado todos los frutos que se esperaban. Creó consensos regionales entorno a la necesidad de desmontar la dictadura de Maduro. Despertó la solidaridad internacional para asistir a los migrantes y apoyar financieramente al gobierno nacional, pero impulsar el TIAR y dejar en el aire la viabilidad de la opción militar es un error.
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