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Trump después de John Bolton: un negociador en busca del Nobel

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El despido de John Bolton sacó de la Casa Blanca al mayor saboteador del deseo de Donald Trump, de negociar con los enemigos de Estados Unidos. El hecho promete dar rienda suelta a un presidente que sueña con un gran acuerdo diplomático. Su fin: impulsar su campaña de reelección y acercarse al Nobel de la Paz.

Cuando competía por la Presidencia en 2016, Trump presumió de ser su propio consejero en política exterior. Hace ya meses que ignoraba muchos consejos de Bolton, un «halcón» al que colocó como asesor de seguridad nacional cuando quería marcar una línea dura ante Irán. Aunque acabó chocando con su tendencia aislacionista.

Aunque en Washington nadie espera un giro radical en la política exterior de Trump, la salida de Bolton deja al mandatario rodeado de asesores que están menos dispuestos a oponerse a sus impulsos. Está decidido a encontrar rápidamente la victoria histórica y tuiteable que busca desde que llegó al poder.

El «Arte del acuerdo»

«Trump quiere escribir un nuevo capítulo: poner fin al que se llamó ‘Militarismo y presión máxima’ y abrir otro llamado ‘Cerrar acuerdos y la búsqueda del premio Nobel de la Paz'», opina Tom Wright, experto en política exterior en el centro de estudios Brookings, en un artículo en la revista The Atlantic.

A medida que se acercan las elecciones de 2020, Trump parece cada vez más impaciente por anotarse un gran logro diplomático que ratifique su destreza en el Arte del acuerdo, el título de su libro superventas de 1987.

Trump esperaba que sus cumbres con el líder norcoreano, Kim Jong-un, le acercaran fácilmente a ese triunfo e incluso al Nobel de la Paz.

Contrariamente las conversaciones se dieron pronto con el muro de cómo abordar la desnuclearización, y el mandatario decidió abrir otro frente con una oferta de diálogo a Irán.

El presidente «quiere victorias rápidas y fotogénicas, pero huye del trabajo duro de la diplomacia», resumió para EFE el presidente del centro de estudios Diálogo Interamericano, Michael Shifter.

Por tanto, la marcha de Bolton -que se oponía al diálogo con Irán y Corea del Norte- «no significará necesariamente un gran avance en la diplomacia, pero sí reduce las posibilidades de una confrontación grave con otro país», agregó Shifter.

Una cita con Irán

«Irán quiere que nos reunamos», insistió Trump este jueves. Ya tiene un lugar y una fecha claros en la mente: la Asamblea General de la ONU que se celebrará a finales de este mes en Nueva York.

Se rumorea que la gota que colmó el vaso en su relación con Bolton fue la oposición de este a la idea de Trump de relajar las sanciones a Irán para convencer al presidente iraní, Hasán Rohaní, de que se entreviste con él.

No está claro si Trump suavizará esas restricciones o si Rohaní accederá a una reunión que hasta ahora ha rechazado tajantemente. El mandatario estadounidense parece decidido a insistir a la hora de tratar con Teherán en el guion que le llevó a pasar de las amenazas de arrasar Corea del Norte a las alabanzas a su líder y las promesas de ayuda económica.

El bloqueo con Corea del Norte

Dos meses y medio después de que Trump se hizo la foto con el líder norcoreano, Kim Jong-un en la frontera intercoreana, el diálogo sigue estancado. No está claro que la marcha de Bolton pueda desbloquearlo.

«Kim Jong-un percibe que está en una posición de fuerza con ocasión de los comicios de 2020, que cuanto más nos acerquemos a las elecciones más débil será Trump y más querrá llegar a un acuerdo», considera una experta en Corea y ex analista en la CIA Jung Pak en The Atlantic.

Venezuela, Cuba y Florida

Una de las prioridades de Bolton fue poner a la Casa Blanca en pie de guerra contra lo que definió como una «troika de la tiranía» en Venezuela, Cuba y Nicaragua.

Bajo su batuta, la Casa Blanca endureció significativamente la política hacia Cuba y lanzó una campaña internacional para derrocar a Nicolás Maduro, pero a mediados de este año, Trump comenzó a impacientarse por la falta de resultados.

Con su comentario esta semana de que Bolton «se pasó de la raya» en Venezuela, el presidente estadounidense pareció insinuar que podría suavizar esa política. Aunque luego recibió una llamada del senador republicano Marco Rubio, que representa a Florida, un estado clave en 2020 y donde hay una importante población cubana y venezolana.

«Mis ideas sobre Venezuela, y en especial sobre Cuba, eran mucho más duras que las de John Bolton. ¡Él me estaba conteniendo!», tuiteó Trump, luego de su conversación con Rubio este jueves.

Más allá del factor electoral, es improbable que Trump cambie demasiado su política hacia Venezuela. El tema «le interesa desde que llegó al poder», indicó a EFE un ex asesor del mandatario en asuntos latinoamericanos, Fernando Cutz.

Lo que parecía «frustrar» a Trump era que con Bolton «la estrategia consistía en amenazar con invadir, en ser lo más agresivo posible», agregó Cutz. Con su belicoso asesor fuera, la acción puede seguir desarrollándose, pero en un segundo plano.

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