El mundo al revés. Lo blanco es negro, arriba es abajo y lo bueno es malo. Si usted vive en este país, ¿para qué decirle más?; con toda certeza usted sabe bien de qué le estoy hablando. Matías Romero, aprovecho para presentárselo, es el protagonista de mi novela, La mala racha. No le voy a echar el cuento ahora. Espero, más bien le sugiero, por favor, que la lea. Deseo que la disfrute y lo haga pensar, pero también le adelanto, para que no diga que no se lo advertí, que también tendrá una dosis de sufrimiento, de angustia y tensión. Sin embargo, pienso que puedo decirle, sin echarle a perder el suspenso, que Matías es un hombre al cual se le derrumbó el mundo en que vivía, cerca de los 50 años de edad y habiendo tenido, hasta entonces, una exitosa carrera profesional. Es un ingeniero petrolero, salido de Pdvsa a raíz del paro. Pero igualmente hubiera podido ser un periodista, un médico o un abogado. La historia no cambiaría significativamente. Es el drama de nuestros días, que nos afecta a todos y cada uno de nosotros, más allá de la edad, profesión o clase social. A todos nos cambió la vida en estos últimos quince años, como a Matías, un venezolano cualquiera, como usted y como yo, al cual el mundo se le puso de cabeza. Bizarro. Usted dirá si para bien o para mal. Según las encuestas que leo, para 90% de la población, para mal. Solo un pequeño grupito, muy pequeño, piensa que vamos bien. Todos sabemos quiénes son. Para la gran mayoría pasó el encanto de los primeros años, se disipó la esperanza, bajó el precio del petróleo y, sanseacabó, se acabó lo que se daba. Ahora, se plantea un triste dilema, que se contagia y se propaga como una epidemia: ¿quedarse o irse del país? Es la pregunta que se hacen Matías y su familia, la inquietud que guía el eje central de la novela, la misma inquietud que ronda en la cabeza de miles, tal vez millones de venezolanos. La interrogante no tiene respuesta única, una solución correcta o incorrecta; al final del día la decisión termina siendo personalísima. Traspasa y va mucho más allá de un análisis frío y calculador, de fortalezas y debilidades, oportunidades y amenazas. Por ello, a pesar de mi formación técnico-ingenieril, consideré más apropiada una novela para mostrar un retrato de la Venezuela de hoy, confrontando uno de sus dilemas fundamentales: ¿emigrar o no emigrar? Es una decisión que incorpora las emociones más profundas y sentimientos más íntimos. Por más concienzudamente que se tome, siempre será una decisión desgarradora. Para el que se va, que se separa de sus afectos, que se distancia de sus recuerdos y sus costumbres, que afronta la incertidumbre de un mundo nuevo, desconocido. Pero también para el que se queda, que teme quedar atrapado en una jaula, que siente que la vida se le puede ir en un atraco, y quien también ve partir a sus seres queridos.El país que una vez fue receptor de gente de todas partes del mundo, y que se convirtió en un crisol donde se fusionaban razas y costumbres, dio la vuelta y se ha transformado en una fábrica de emigrantes. Lo claro se hizo oscuro, lo que estaba adelante se puso atrás y, como Matías Romero, los héroes se convirtieron en villanos.Una vez, hace algún tiempo, leí acerca de un experimento hecho con delfines que consistía en lo siguiente: estos mamíferos acuáticos brincaban sobre el agua y pasaban por un aro, después de lo cual recibían una sardina como recompensa. Después de algunos meses, los mismos delfines, de igual manera, atravesaban el aro, pero ahora, a cambio, recibían un bastonazo. Sin duda, un experimento bastante cruel para con los inteligentes y amorosos animalitos. El resultado no sería de extrañar: los delfines enloquecían al cabo de cierto tiempo. Pienso que, consciente o inconscientemente, algo de lo que leí en ese experimento debió estar presente mientras escribía acerca de la vida de Matías Romero. ¿No es acaso parte de lo que le ha sucedido a la sociedad venezolana, sometida, como delfines, a un experimento trasnochado que en el mundo entero ha fracasado, donde se trastocaron todos los valores, los principios y hasta los buenos modales?Pero a diferencia de los delfines, las sociedades cobran conciencia y son capaces de retomar y hacerse dueñas de su propio destino. El 6-D es una oportunidad que no se puede dejar pasar para salir de una vez por todas de esta mala racha.Aprovecho para invitarlos al bautizo del libro: mañana, sábado 26 de septiembre, a las 11:30 am, en la librería Kalathos. En redes sociales: @martinezmottola
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