Atravesar una montaña cubierta de bosque, apreciar paisajes rurales que recuerdan el origen de Brasil o escuchar el silbido de una locomotora anunciando su llegada a una estación son alternativas posibles en las 34 líneas de ferrocarriles turísticos que operan en Brasil.Es el llamado ?turismo de trenes?, una apuesta que ya cuenta con más de 30 convoyes por todo el país y 3 millones de pasajeros al año, un número que quieren incrementar todavía más entre el público familiar.El viaje en el Maria Fumaça, que enlaza dos ciudades del estado de Sao Paulo, Campinas y Jaguariúna, arranca con un acordeón, un ?surdo? (un tipo de tambor tradicional de Brasil) y una matraca de banda sonora, que la banda Nostalgia Musical toca de forma voluntaria mientras un grupo de señoras y de niños bailan junto a ellos al son de un ?xote? brasileño.El trayecto dura alrededor de una hora y media, prácticamente el mismo tiempo que la ruta del Tren de las Aguas, en el pequeño municipio de Sao Lourenço del estado de Minas Gerais, donde estos paseos se han convertido en un atractivo turístico e histórico.Los pasajeros que escogen esta locomotora casi centenaria viajan en un vagón inglés de 1926 que parte en dirección al municipio Soledade de Minas, bordeando las orillas del río Verde.Este ferrocarril fue proyectado y construido en Inglaterra 115 años atrás y fue utilizado por el emperador brasileño Pedro II, quien iba en busca del ameno clima minero y de las saludables aguas minerales de la región, que acabaron dando nombre al convoy. Un proyecto. Para potenciar la dimensión turística del transporte ferroviario, el Servicio de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas (Sebrae) puso en marcha en 2002 el proyecto Tren es Turismo, junto con la Asociación Brasileña de Operadoras de Trenes Turísticos y Culturales.Y es que, según el analista del Sebrae, Geraldo da Costa, el país tropical, conocido internacionalmente por sus destinos de sol y playa, tiene capacidad para doblar el número de este tipo de convoyes y triplicar la cantidad de usuarios en diez años.Para conseguirlo, esta iniciativa cuenta todavía con otra propuesta: subir a bordo del único tren de lujo de Brasil, el Litorina.La estación de embarque se encuentra en Curitiba, la capital del estado de Paraná y la puerta de entrada para conocer la Serra do Mar, una cadena montañosa que se extiende por el litoral sur de la nación.Al dejar atrás la sierra, el camino llega hasta la localidad de Morretes, conocida por sus plantaciones bananeras y su famosa receta para cocinar un ?barreado?.Con dos vagones llamados Foz y Copacabana y una decoración que transporta hasta los años veinte y treinta del siglo pasado, el tren se inspira en la época de oro de las líneas de ferrocarril brasileñas.Encanto de antañoIncluso hoy, los paseos en tren consiguen preservar el encanto de tiempos pasados, con sillas acolchadas, adornos de hierro y lámparas de araña de estilo europeo, que proporcionan un viaje a través de la historia de los municipios de Brasil, escondidos entre las rutas rurales y urbanas.El horario y el precio de los boletos varía en función del itinerario y de las distancias pero, reservados con antelación, hay opciones para todos los bolsillos.
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