- Venezuela es territorio de una guerra que sobrepasa a sus habitantes. Tiene lugar un combate entre una alianza internacional que mezcla gobiernos, movimientos políticos y bandas criminales, del lado de Maduro, y otra alianza más amplia, principalmente hemisférica en el lado democrático.
- Esa guerra es enteramente desigual. Los límites no están en el poder de fuego sino en otro lado. Maduro y su banda están dispuestos a matar para quedarse en el poder. Las fuerzas democráticas no están dispuestas a matar para desalojarlos del poder. Esta diferencia establece un desbalance inevitable en la resolución del conflicto que tiene como escenario el territorio nacional.
- Chávez y Maduro licuaron la nación. Para todo efecto práctico Venezuela como nación ha dejado de existir: su población ha emigrado en proporción elevada y la que permanece tiene un porcentaje importante que desea hacerlo; el territorio del país es una masa amorfa que no está definido por las fronteras establecidas sino por los grados de control que ejercen los grupos paramilitares, narcotraficantes y terroristas, mientras la FAN ha abandonado su misión en este campo; y el Estado está devastado, sus instituciones destruidas. En este marco se desarrolla la guerra.
- La posibilidad de desalojo pacífico de la mafia en el poder es mínima. Su decisión de quedarse a cualquier costo hace que medidas que en otro contexto funcionarían, pasado el tiempo las tuercen a su favor: las sanciones contra el crimen organizado entronizado en Miraflores las usa el régimen para “explicar” al pueblo que el sufrimiento que padece es culpa de esas medidas; la ayuda humanitaria cuya entrada ha negado, después de miles de vidas segadas, la acepta como gesto de hipócrita bondad.
- Existen tres factores que podrían adoptar la posición de “guerra a muerte”, pero que no son los partidos políticos: la población desesperada, los militares venezolanos y Estados Unidos.
- Sectores amplios de la población pueden llegar a una situación de cólera en la que prefieran lanzarse a todos los riesgos antes de seguir como están. Sería un caos generalizado y de altísima violencia.
- Los militares de rangos medios y bajos pueden asumir que lo que ocurre en Venezuela es realmente una guerra y, a partir de allí, usar poderes letales para intentar desalojar a Maduro y sus secuaces.
- Estados Unidos puede llegar (o haber llegado) a la conclusión de que la amenaza representada por el régimen en el poder es suficientemente grave como para proceder a una operación militar de envergadura, si entiende que lo que está en juego es su seguridad nacional.
- Estas opciones revelan que por medios convencionales (presión, diálogo, disuasión, tentación, plata, amenaza, seducción) no se desaloja a una mafia criminal en el poder.
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