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Las «ambulancias» de Barrio Adentro

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Venezuela es un país donde no existe gobierno. Quienes aún controlan el poder en lo político son una cúpula de perversos criminales, en donde una bazofia de civiles acompañados de un generalato corrupto y sin escrúpulos no tienen el mínimo respeto por una adolorida población, y sus espacios de perversidad llegan al extremo de que la dignidad humana es algo inexistente en sus mentes porque el único afán que los motiva es la ilegítima e ilegal perpetuidad en el poder.

En efecto, que los responsables de planificar, coordinar y ejecutar políticas públicas sean una suerte de entelequia en Venezuela es el sinónimo de la desidia, el abandono, la insensibilidad social, y lo más grave, la desinstitucionalización de un país que ha llegado al extremo de negar el derecho de la existencia del ser como base fundamental del principio universal por el derecho a la vida.

Ante semejante realidad, la patria de Bolívar revestida con una gloriosa historia de triunfos e independencia en búsqueda de la libertad, y la emancipación de un país, en pleno siglo XXI, o sea, 200 años después de la gesta ante el yugo español, irónicamente, unos traidores a ese pensamiento y sangre derramada de nuestros próceres, se ha convertido en el basurero de la historia contemporánea por culpa del régimen madurista que ha originado una genocida crisis social, en donde niños, mujeres y hombres sucumben por inanición, falta de medicinas e insumos asistenciales, así como una  criminal destrucción de los servicios públicos básicos como el agua y la electricidad, lo cual nos ha devuelto, si establecemos una analogía en el tiempo, hasta una suerte de prehistoria en el quehacer de la vida de los ciudadanos desde que se asumió el avance y progreso de la modernidad y la tecnología, como parte esencial en la vida y desarrollo de los pueblos.

De hecho, la industria petrolera fue destruida en más de dos tercios al llevar su producción desde 3 millones de barriles por día a un poco más de 700.000 barriles, de los cuales pudiéramos decir nada que nos queda, porque 500.000 barriles de crudo son enviados a China y Rusia como parte de deudas contraídas, y el resto se nos va en el consumo interno y lo que regalamos en esta materia a Cuba y las islas del Caribe.

Por otra parte, Maduro, que heredó de Chávez una tasa inflacionaria cercana a un dígito anual en 2012, la ha llevado hasta la astronómica cifra que supera los 2.000.000%, sin obviar que cuando el líder de la revolución bolivariana gobernaba en Miraflores, Venezuela contaba con el salario mínimo más alto de América Latina, que para ese entonces superaba los 300 dólares mensuales, mientras que el madurismo ha logrado lo impensable del hambre, la miseria y la muerte, que prácticamente creó una especie de neoesclavitud, cuando ese “salario mínimo” se convirtió en el más bajo no solo de la región sino del mundo, al punto de que equivale a 4 dólares al mes de acuerdo con la tasa oficial. O sea, el asesinato del salario como factor de seguridad alimentaria y necesidades humanas fundamentales, y lo que es más grave, llevando a más del 80% hasta los términos de indigencia social.

Si a esta suicida realidad la confrontamos con la deserción escolar, el deterioro de la infraestructura educativa y el desmantelamiento de escuelas, liceos y universidades, el abandono de los cargos docentes, la eliminación en la praxis del programa de alimentación escolar, el empoderamiento de criminales de los espacios y periferias de esos espacios “educativos”, así como la emigración de casi 4 millones de venezolanos según cifras de la Organización de la ONU, es innegable que lo que atravesamos los venezolanos es peor que la historia que han marcado a los países en guerra.

Incluso, es tal el nivel de perplejidad del madurismo que, luego de múltiples voces y protestas ante esta crisis humanitaria, al aceptar por presiones internacionales la entrada de medicamentos y alimentos por razones de máxima existencia se atreven a decir que es un “logro” de Nicolás Maduro, cuando ha sido precisamente este individuo el principal responsable de la muerte y las desgracias a las que han tenido que verse sometidos los venezolanos por culpa de una cúpula neototalitaria, criminal y asesina.

Es más, el cinismo de Maduro es de tal barbarie humana que llega al extremo de asegurar que la Cruz Roja ha quedado “impresionada” por el sistema de salud llamado Barrio Adentro. Y nos preguntamos: ¿Si ha sido y es tan eficiente Barrio Adentro, cuáles fueron las razones para que Hugo Chávez se haya ido a “tratar” en Cuba el cáncer que a la postre derivó en su muerte? ¿Sí Barrio Adentro es algo que deja impresionado a organizaciones como la Cruz Roja, alguien pudiera explicar el hecho de que José Vicente Rangel decida ser internado en el Hospital Militar para luego irse al propio imperio para examinarse sus problemas de salud?

¡Claro! La otra parte de la historia de ese basurero histórico que hemos referido y que los maduristas se niegan a contar es que el impresionismo que recibió la Organización Internacional de Salud y ayuda humanitaria sobre Barrio Adentro, está referida cuando pudieron comprobar que las ambulancias de ese revolucionario “sistema” madurista fue centrado al ver que camiones recolectores de basura son las unidades que se emplean para llevar a los pacientes hasta esos “centro de salud”¹

Sin duda, más que impresionados, supongo que ahora sí, la ayuda humanitaria que ha permitido entrar el madurismo tiene lista su debida institucionalización de protocolo sanitario, en la cual solo haría falta pintar en cada uno de esos camiones, perdón “ambulancias”, una cruz roja que hasta pudiera materializarse con la sangre de quienes tengan que ser trasladados en semejantes unidades, y por ende, hasta ahorrarse los costos de pintura. Barrio Adentro es toda una revolución madurista de derechos humanos.

***

¹   https://twitter.com/jvivassantana/status/1118407633520812032

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