Adoptando un enfoque multiperspectiva, un milagro es un hecho que para las personas no creyentes no puede ser explicado de forma objetiva y por tanto es necesario continuar investigando hasta hallar al menos a una explicación que satisfaga su existencia. Por su parte y para las personas creyentes, un milagro es una acción realizada por un dios determinado –o un fiel ya fallecido– con el fin de demostrar al resto de los fieles su amor y alimentar su fe.
En la publicación del Centro para la Libertad Global y la Prosperidad, del Instituto Cato, denominada Boletín para el desarrollo económico, los autores Antonio Rodiles y Erik Jennische publicaron un artículo titulado «El espejismo de la transición en Cuba (Junio 27, 2018, No. 30). En dicho artículo llegan, en virtud de la evidencia que la mayoría de nosotros conoce, a la siguiente conclusión: no es realista esperar que el régimen cubano abrace la democracia y el Estado de Derecho en el corto plazo. Una verdadera transición en Cuba debe implicar la liberación inmediata de los presos políticos, la restitución de todos los derechos y libertades fundamentales, el completo desmantelamiento de la dictadura, y la celebración de elecciones libres, multipartidistas y competitivas. En otras palabras, mientras no se materialice el verdadero concepto de democracia, lo de Cuba es un espejismo: una percepción engañosa e ilusoria.
«La situación podría empeorar en los próximos meses». Esas fueron las palabras de Raúl Castro, el líder del «veintiúnico» partido de la Cuba del espejismo, rebotadas en la prensa internacional el pasado 11 de abril. El contexto de tal afirmación fue la madre de las crisis que enfrenta el gobierno de Nicolás Maduro a causa de su ya histórica e imbatible incompetencia. Y es que la incompetencia de Maduro no es espejismo: es pura y mortal realidad.
Ahora bien y para que los respetados lectores se ubiquen, según los números del Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2018, publicado por la Cepal, con todo y la política extractiva de Cuba hacia Venezuela, su cifra más alta de variación del PIB a precios constantes fue de 4,4% en 2015, para luego observar un crecimiento anémico de 0,5% en 2016, 1,6% en 2017 y de 1,1% en 2018. El economista de origen cubano Pavel Vidal, quien trabaja en la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, Colombia, lo ha descrito como «sin colapso y sin progreso» en un análisis que lleva precisamente ese título «La economía cubana en 2018: otro año sin colapso y sin progreso» y que los lectores pueden ubicar en la dirección entre paréntesis
(https://cubaposible.com/wp-content/uploads/2018/12/La-econom%C3%ADa-cubana-en-2018-sin-colapso-y-sin-progreso.pdf).
Aquí en Venezuela y casi que simultáneamente, Nicolás Maduro, ordenaba a la milicia producir alimentos. “Un milagro, lo vamos a ver, por las cosas que se pueden hacer desde la milicia que es una inmensa fuerza creativa para resistir los embates del imperialismo”. Con la expresa finalidad de materializar el milagro, Maduro designó al bien alimentado mayor general Carlos Leal Tellería, actual comandante de la Milicia Bolivariana, como ministro para la Alimentación.
En realidad se trata de un refrito variante del Plan Pepino, aquel conocido oficialmente como el «Plan de los 100 días de la agricultura», lanzado en 2016 y a cargo de Lorena Freitez, cuya única experiencia en agricultura la tuvo en kinder, con el noble germinar de caraotas en frasquitos de compota. Freitez es ahora una connotada escritora de ciencia ficción en Aporrea.
Dicho plan, recordará el lector, nos colocó como el primer país productor de pepinos «mirage», con más de 48.000 millones de kilos y por encima de China, constituyendo la base de un novedoso plan de sustitución de exportaciones: guacales llenos de pepinos que no existen en lugar de barriles de petróleo que a duras penas existen. Es decir, otro espejismo.
El caso es que, siendo de la misma especie homínida, los incompetentes de allá conocen muy bien a los incompetentes de aquí. De allí la advertencia de Raúl Castro.
Por cierto, la heurística incoherente de colocar a la milicia a producir alimentos es la misma heurística que colocó a los militares en la gerencia de las grandes empresas estatales: Pdvsa, Seguro Social, Corpoelec y Sidor, por nombrar solo cuatro de las archiconocidas. Ha sido harto notoria en estas cuatro instituciones lo milagrosa que ha resultado la gestión militar. Así, tan consuetudinaria aberración administrativa es la que ha dado origen a una ley que bien puede ser enunciada así: “si quieres quebrar rápidamente a una empresa estatal, coloca en su dirección a un general».
En la Venezuela bolivariana del socialismo del siglo XXI constituye una evidencia irrefutable que los generales puestos en las empresas estatales no producen milagros: producen la quiebra de las empresas que dirigen.
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