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Destrucción masiva

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Maduro y compañía saben que Venezuela vive una catástrofe. Lo que parecen no saber es que ellos son los culpables. Atribuyen lo que ocurre a la acción del imperialismo, de la burguesía criolla, de las fuerzas del capitalismo y de una página web: Dólar Today.

Las revoluciones suelen destruir las instituciones del viejo régimen. Así hicieron con las creadas no solo por el periodo democrático de 40 años sino también por las fundadas desde el posgomecismo en adelante. La destrucción ha sido total. Las instituciones que no han desaparecido han quedado vueltas caparazones fósiles.

Era de esperar que el antiguo orden fuese suplantado por uno nuevo, con sus instituciones apropiadas, para cumplir los fines egregios que se proponían en sus sueños de lujuria fidelista. Sin embargo, no pudieron construir nada. Lo que queda son filas de ciudadanos esperando para comprar comida y medicinas, gente abandonada de la mano de Dios hurgando en la basura, pueblos enteros a los que les robaron la esperanza, y un ladronaje escabroso que se pasea, impune, entre sus afanes y guardaespaldas.

Demolieron las instituciones precedentes y no construyeron nuevas. Ese espacio, el del Estado y el de sus instrumentos para relacionarse con la sociedad, lo sustituyeron fundamentalmente por las mafias: grupos informales que ejercen el mando fuera de toda ley, basados en su poder de fuego y en su poder financiero. La ley desapareció y solo imperan las reglas de las mafias. Bajo el Estado mafioso apenas sorprende que la Constitución no valga ni el papel en que se la imprime.

Hay dictaduras que se atienen a las reglas que crean. Son reglas ventajistas y represivas, ominosas y criminales, pero reglas al fin. En dictaduras ideológicas como la actual, al servicio de un poder extraterritorial, no hay regla alguna. Es la razón de fondo por la que ningún diálogo tiene posibilidad de funcionar, porque cuando usted va a firmar el texto del acuerdo logrado minutos antes, el mafioso altera su contenido.

La incomprensión de este carácter por parte de importantes dirigentes políticos es lo que ha permitido que pasados 18 años de crimen organizado de Estado todavía haya quien estime que el régimen puede entender algo que le permita rectificaciones de fondo: ni quieren ni pueden. Por la demora del tiempo de los dirigentes es que a la división de chavistas y antichavistas se va sobreponiendo la división entre los de abajo y los de arriba; entre los que entienden que con esta gente no se va a ninguna parte y los que todavía pueden esperar. ¿Qué viene? ¿Aplastamiento o revuelta?

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