El referéndum constitucional de Turquía, que prevé entregar todo el poder ejecutivo al presidente, Recep Tayyip Erdogan, obtuvo este domingo con una victoria del «sí» por un estrecho margen, y entre denuncias de manipulación de la oposición.
Según los datos anunciados al final de la jornada por la Junta Suprema Electoral, el «sí» ganó con una diferencia de 1,25 millones de votos, sobre un total de 56 millones de sufragios validados.
Los resultados preliminares de la agencia de noticias semipública Anadolu marcan un triunfo de la reforma con 51,4%, muy cercano al resultado vaticinado por varios sondeos en la semana previa a la cita con las urnas.
Tanto en la capital, Ankara, como en Estambul se impuso el «no» con pocas décimas por encima de 50%, algo llamativo en dos ciudades gobernadas por alcaldes del Partido Justicia y Desarrollo (AKP), fundado por Erdogan y que gobierna Turquía desde 2002.
La tercera mayor ciudad turca, Esmirna, se pronunció por el «no» con 68% de los votos, mientras que amplias regiones de Anatolia central y oriental, feudos del AKP, votaron «sí» en una proporción de 70-75%.
El «no» también se impuso en toda la costa mediterránea y en 10 provincias del sureste del país, de mayoría kurda y feudo del izquierdista Partido Democrático de los Pueblos (HDP).
Tanto Erdogan como el primer ministro, Binali Yildirim, se dirigieron a sus seguidores en sendos discursos públicos para felicitarse por el triunfo de la reforma, que el presidente definió como «histórica» y que, dijo, «traerá cambios profundos».
Entre los 18 artículos que se reforman hay detalles como la ampliación del Parlamento de 550 a 600 escaños o la bajada de la edad para ser elegido diputado de los 25 a los 18 años, pero el principal es la abolición del puesto de primer ministro y la transferencia de todo el poder ejecutivo al presidente.
Esto permitirá al jefe de Estado gobernar durante dos mandatos de cinco años «sin rendir cuentas a nadie» y garantizar así la estabilidad de la nación, según había afirmado Erdogan en campaña.
Pero la oposición teme que este sistema facilitará un «régimen de un solo hombre» y abra la puerta a todo tipo de abusos de poder.
La mayoría de los votantes entrevistados por Efe no razonaban su decisión basándose en los aspectos técnicos de la reforma sino en su aceptación o rechazo de las políticas y la personalidad del presidente.
Así, sus admiradores votaron «sí» «por amor a Erdogan» o porque creen que será capaz de «fortalecer Turquía y alejarla de Europa», mientras que sus adversarios hacen hincapié en la ideología islamista del jefe de Estado y votan «no» para «proteger la laicidad».
Los cambios decididos en el referéndum entrarán en vigor una vez que termine la actual legislatura y se celebren las elecciones generales y presidenciales, en el año 2019, han señalado tanto Erdogan como Yildirim.
La jornada transcurrió en calma, salvo un tiroteo ante un colegio electoral de un pueblo de la provincia de Diyarbakir, en el sureste kurdo de Turquía, en el que se produjeron tres muertos en un enfrentamiento entre dos grupos con lazos familiares.
Pero la oposición ha denunciado numerosas irregularidades, entre ellas la decisión de la Junta Suprema Electoral de validar los votos en los que papeleta o sobre no estuvieran sellados de forma reglamentaria por la mesa, siempre que no se pudiera demostrar que habían sido traídos de fuera.
Precisamente este detalle, denunció el Partido Republicano del Pueblo (CHP), segundo del Parlamento, abría la puerta a la manipulación, y es «contraria a la ley electoral».
El presidente del CHP, Kemal Kiliçdaroglu, acusó con duras palabras a la Junta Electoral de poner en entredicho los resultados al admitir papeletas que no pueden ser validadas según la ley, y prometió «seguir el asunto hasta el final».
«Una vez que ha empezado un partido, no se pueden cambiar las reglas. Es una norma universal», agregó, recordando que la decisión de validarlas se tomó después de empezar el conteo.
Erdal Aksünger, uno de los vicepresidente del CHP, declaró a la prensa que su partido impugnará entre 37 y 60% del total de las urnas escrutadas, porque se han detectado «alrededor de 2,5 millones de votos problemáticos» que podrían ser «todos falsos».
El presidente de la Junta Suprema Electoral, Sadi Güven, se defendió contra estas acusaciones, señalando que «no es la primera vez» que se decide validar votos sin el sello preceptivo.
Pero adelantó que los resultados aún no son firmes y que solo se declararán los datos definitivos después de considerarse las impugnaciones, «dentro de 11-12 días, como muy tarde».
En varios barrios de Estambul, numerosos grupos de ciudadanos salieron a la calle para protestar contra lo que consideran un «robo», haciendo caceroladas o marchando con pancartas que proclamaban: «¡No! ¡Hemos ganado!».
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional