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Seis poemas de Rubén Ackerman

Poeta, publicista, lector. Nace en Venezuela en 1954. Algunos de sus poemas aparecen en “El ojo errante” y “102 poetas. Jamming”. Integrante de los talleres literarios de Armando Rojas Guardia, Cecilia Ortiz, Gabriela Kizer y Edda Armas. Su primer libro, “Los ausentes”, fue publicado por Dcir ediciones en 2016. De allí estos poemas 

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La última lección del maestro

(A la memoria de Miguel Ron Pedrique)

Ayer me vengué de tu muerte y bebí el doble,

por si acaso los muertos beben a través de los vivos

Ackerman,

mañana me dan de alta

búscame una silla de ruedas

y llévame a tu casa

Ahora que vivo enfermo

aislado y rodeado de agua

por los cuatro costados

quiero recordar cómo es una casa

Inventa para mí un rostro menos azul

y tráeme un poco de dignidad para vivir lo que resta

Pásame el libro de Proust y un espejo

para ver La fiesta del tiempo en mi cuerpo

Llama a Salomón

dile que me están robando el dinero

llama a Lorraine

dile que me están quitando la vida

llama a mis amigos ebrios

sírveles un trago menos amargo

llama a la enfermera, al doctor

diles que me duele cuando me acuesto

cuando me siento

cuando respiro

cuando miro a la izquierda y a la derecha

pídeles un analgésico para el cuerpo

y otro para el alma

y sírveme un alcohol más fuerte que la vida y

que la muerte

y cuéntame una historia amable para el viaje

recuérdame como yo te enseñé leyendo a Eliot

el hombre no soporta tanta realidad

Adiós, me voy al alba

adiós, me voy entre el sueño y la vigilia

a la hora en que vivos y muertos se embriagan

Ackerman,

mañana me dan de alta

búscame una silla de ruedas

y llévame a tu casa.

**

Que no te toque el sol

Que no te toque el sol

que no te toque la mañana

que no te digan qué hacer, ni cuándo, ni dónde

que no te pongan un nombre con las cansadas letras

del hartazgo

ni te regalen un oficio preñado de tedio

que no te saquen al circo

vuelve a tu casa, a tu cuarto, a tu cama

y sueña por nosotros el sueño de todos

apaga la luz

buenas noches Emily.

**

Impúdicamente

Hay muertos que no hacen ruido, llorona,

y es más grande su penar.

1

Una muchacha llora

Nos trae un texto

Quiere leerlo pero llora

Mi llanto es mi palabra ―dice–

Mi palabra tronchada por el quebranto

conmigo lloran mis muertos

¿No ven a mis muertos agazapados en mi llanto?

Mucho gusto, hay días en los que mi nombre

es aflicción ―dice–

a veces me llaman Daniela y tengo una gata

que se llama Eloísa

Estudio teatro, tengo muchos rostros y puedo

complacer peticiones

Damas y caballeros, por favor, digan

¿Qué papel quieren que represente?

2

Siéntese ahí

cállese

¿Por qué usted no llora?

yo lloro

grito

me tiro al piso

y sé mentir

siempre miento

impúdicamente

yo también tengo ―todos tenemos― muchos rostros

muchas camisas raídas

demasiadas canas

tengo sueños postergados

desde hace miles de años

y sé mentir, siempre miento

impúdicamente

soy especialista en cenizas

tengo varios posgrados

conozco las hogueras calcinadas

las cámaras de gas

las conozco desde antes de nacer.

He tenido muchos rostros desde hace miles de años

A mí me amamantaron con las cenizas del exilio

Me gusta escuchar en silencio a los muertos

Los susurros de la infancia, me gusta robar sueños

robar impúdicamente ilusiones ajenas y creer

vanamente que son mías

ahora le robo las palabras del hereje

Mi reino no es de este mundo.

3

Hay días en que todos los muertos lloran

Y todos los muros de esta casa son el Muro de los

Lamentos

Entonces yo salgo para olvidar ―para recordar―

para olvidar

Yo camino con mi abuelo voy a la sinagoga al

encuentro de dios

Sigo su paso lento, le robo los caramelos

de los bolsillos

Escucho sus jadeos, sus quejas de enfermo,

oy vei, oy veis mir

Las calles sienten pena por nosotros

ellas que antaño fueron nuestra gloria hoy

son nuestra miseria

Nuestras miserias de cada día

Las calles albergan ladrones a la vuelta de la esquina

Regálame un cigarrillo para no hacerte nada

me dice un malandro en la esquina

A mí me gusta perderme

Olvidarme de todo

pensar que a la vuelta de la esquina

me espera el final del laberinto de la soledad

Una musa sentada en la mesa de un café

Alicia en el país de las maravillas

El santo grial

El paraíso perdido

El final del arcoíris

El punto aleph

Pero solo encuentro la sombra de un extraño

resplandor

Y el reloj de Baudelaire que tira los dados y

gana la partida.

**

Una pequeña oración colgada en la pared

Dame ahora la palabra

pronúnciala en silencio

casi inaudible

con tus inmensos ojos de niña

Dame la palabra que me tenga en pie

hay tanto abismo

Dame las palabras ancestrales

escribe en la pared de esta casa

enciende el mundo

Descubre el velo

Regrésame al centro.

**

Palabras del hambriento

El pan

El pan precario

El pan del exilio

El pan ácimo del desierto

El pan sin fermentar

El apresurado pan de los que parten y no llegan

El improbable pan del condenado

Del que nunca sabe

Si está

o se va

si vive

o está muerto

El pan de mis ancestros

el pan sin dios y sin mesa

amozi lehjem min a aretz

te dieron un pan inexistente para tu hambre real

te hundieron en el lodo sin pan ni dignidad

come tu pan sin esperanza, te dijeron

tienes que darlo todo hasta no ser nada

tienes que fingir, bailar con tu máscara

seguir el compás del escarnio

inventa tu rostro, marioneta,

decir buenos días

gracias

por supuesto

vivir la incertidumbre

no saber si mañana van a hornear el pan o

te van a hornear a ti

partir con tu pan sudado bajo el brazo

comer el improbable pan de los muertos de hambre

mi pequeño niño hambriento

este mundo es un error

Tu vida está en otra parte.

**

Ella no dice nada

Ella no dice nada

su silencio es su templo          su dios el vacío

un día la dejaron en la orilla mercaderes que hacían

negocios ilícitos

ella ve el mar

sus ojos están llenos de sal

se sienta, espera, siempre espera

Ella anuda sueños marchitos al caer la tarde

su rictus sin norte, sin pasado, la muestra impávida

ahora que todo está dispuesto para la cena

no vendrá ningún comensal a acompañarla

ella acerca su oído al caracol

intenta descifrar un antiguo enigma

mientras el plato se cae de la mesa

y ya nadie bendice al pan ni al vino

ella cree en el mal de ojo

dobla sus dedos,

espanta espectros

calla y escucha frente al mar.

_____________________________________________________________________

Los ausentes

Rubén Ackerman

Caracas, 2016

Dcir ediciones

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