El ex presidente uruguayo, Julio María Sanguinetti, calificó al gobierno venezolano como «la dictadura más destructiva de toda la historia latinoamericana».
El primer presidente electo democráticamente en el país tras el régimen cívico-militar del período 1973-1985 consideró que «muchos (dictadores) podrán haber sido terribles desde los puntos de vista político, de las libertades y de los derechos humanos, pero ninguno llegó a este nivel de destrucción del aparato económico y del funcionamiento de la vida normal de la sociedad».
Sanguinetti dijo que en el país caribeño «el Poder Judicial está subordinado inequívocamente, tanto como que se arrogó en favor del gobierno la facultad de sustituir al Parlamento» y cuando «se armó un gran griterío, el presidente se reunió con su Consejo de Defensa y resolvió retrotraer la decisión de la Justicia, lo cual demuestra que eran empleados suyos».
El dos veces presidente señaló que se está ante «un poder omnímodo» en el que «el Congreso (parlamento) es desconocido (…) no hay separación de poderes, no hay Estado de Derecho».
Sobre el futuro del presidente venezolano, Nicolás Maduro, dijo que «va a pelear hasta el último cartucho» porque no se ve «la voluntad de conciliar». «A la altura en que han llegado las cosas, creo que Maduro está pensando en su cuello y en la soga con la cual lo podrían colgar. Su horizonte hoy es un exilio en una Cuba donde Raúl Castro va a estar hasta marzo», indicó. Esto, según Sanguinetti, se debe a que «la carga de pasión, de enfrentamiento, de ilegalidad que le ha impuesto al país le va a generar una oleada que puede ir más allá de la justicia, de la venganza».
Según el ex mandatario, el diálogo entre gobierno y oposición fracasó porque «no han partido de lo esencial: ¿Usted está dispuesto a hacer elecciones? Si me dice que no, no seguimos hablando. Si me dice que sí, vamos a discutir todo: cuándo, cómo, quién vota, quién no, qué partidos sí, qué partido no, que políticos sí. Pero es evidente que el gobierno no está dispuesto a afrontar el veredicto de las urnas porque ya lo hizo por medio de la Asamblea General y tiene un Congreso con dos tercios en contra».
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