—¿Es Venezuela un país de leyenda?
—Nació de una leyenda, el Mito del Dorado. Hasta hoy vivía de una fábula. Ahora se enfrenta a la realidad.
—Desde España, ¿se redimensiona su visión sobre Venezuela?
—Sí, veo más claramente su perfil y, definitivamente, no es la Venezuela en la que yo crecí ni a la que quise volver al terminar mis estudios. El venezolano cambió. Es otro.
—¿Qué será de la vida de Juan Bimba?
—Con un nuevo gobierno, a Juan Bimba habrá que tirarle una cuerda para sacarlo del foso y, una vez en la superficie, enseñarlo a valerse por sí mismo. No más Estado providencial.
—¿Se asemejó el diálogo al cuento de Tío Tigre y Tío Conejo?
—Sí, porque fue un cuento fundado en el engaño, la burla y la mentira.
—¿Qué es ser vivo en este país?
—Aprovecharte de todos para beneficio personal.
—¿Y bobo?
—Ser honorable. Comprometerse con principios.
—¿Y vivo bobo?
—Nuestra realidad resultante. Creemos que con la viveza nos acomodamos, y terminamos destruyendo la convivencia civilizada. Por ser tan vivos destruimos el bien y terminamos en lo peor. Nadie se merece este gobierno, pero estamos pagando con creces nuestra propia estupidez.
—¿La ilegalidad es congénita en el connacional?
—Diría culturalmente enraizada, más que congénita; pero sí, sufrimos de un rechazo visceral a las leyes y a las normas.
—¿Un mito desmitificado?
—El socialismo, la revolución cubana, la revolución bolivariana, el carisma del caudillo, el Estado como representante de lo público y el bien común.
—¿Volvió a ser Venezuela un cuartel?
—Sí, uno de los cuarteles más toscos e incultos.
— Y la población, ¿continúa latiendo por el militarismo?
—En este momento no. La represión indiscriminada del régimen ha desprestigiado a toda la institución militar. Pero en la población siguen operando oscuros mecanismos de dependencia, el impulso arcaico de sumisión frente al mandón, la admiración del personalismo arbitrario.
—¿Sigue anhelando una parte de la población a un mesías o a un “papá” al estilo Stalin?
—Ni mesías, que es demasiado espiritual; ni Stalin, que es demasiado restrictivo. El pueblo sigue anhelando un papi que lo resuelva. “Y quien de mano ajena come el pan, come a la hora en que se lo dan”.
—¿La pantalla criolla?
—El cheverismo.
—¿La nueva pobreza?
—La moral, la fractura de la conciencia ética.
—¿La de siempre?
—La marginalidad y la ignorancia.
—¿La próxima pobreza?
—Esperamos que no haya, que logremos recuperarnos y salir de este deslave cultural, de esta quiebra general de la nación y la sociedad venezolana.
—¿Por qué el país no recibió lo esperado del Vaticano?
—Porque la intervención del Vaticano fue producto y resultado de una manipulación. Nunca hubo intención alguna de llegar a un verdadero acuerdo, salvo el objetivo de apaciguar al pueblo.
—¿Merece el pueblo esta Defensoría?
—No. Pero es que en Venezuela no existe la Defensoría del Pueblo, solo el defensor del régimen.
—¿Qué agradece la psiquiatría al gobierno?
—Habernos dado tanto material para estudiar la psicopatía y la locura colectiva, en la cual ya estamos. Basta con observar las cifras de homicidio y secuestro o nuestra extraña manera de vivir la ciudad. Hemos normalizado la sobrecarga psicopática.
—¿Y viceversa?
—Haberle suministrado tantos instrumentos o conocimientos psicológicos para la manipulación y la dominación de las masas.
—Pasada la debacle, ¿costará encausar a los colectivos armados por la vía constitucional?
—No solo los colectivos, costará encausar a toda la sociedad por la vía constitucional. Nos vienen tiempos de anarquía.
—¿Se verán en el espejo venezolano los españoles que creen en Podemos?
—No a todas luces, muy pocos aprenden de la experiencia ajena.
—En 2011 usted dijo que el chavismo es una sobredosis de adequismo. ¿Y ahora?
—El chavismo ya no tiene referentes en la historia venezolana contemporánea. Fue un fraude descomunal, una erupción de resentimiento y anarquía que agotó su ciclo. Hoy sobrepasa los límites de la locura y la maldad.
—¿Se quebrará el fanatismo chavista?
—Sí, se verá reducido a pequeños grupúsculos extremistas. En Venezuela el fanatismo no obedece a identidad con principios. Recordemos que en nuestra psicología domina el arquetipo del pícaro, siempre presto a voltear su ideología en búsqueda de su provecho personal.
—¿Qué pasaría en Venezuela si el chavismo se convirtiese en oposición?
—Volaremos con plomo en el ala, pero volaremos. El chavismo está muy desprestigiado y nunca fue más que un acomodo sin verdadera convicción ideológica. Desaparecerá dentro del chiripero del socialismo latinoamericano que siempre ha existido acobijado a la sombra del Estado.
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