La relatividad parece estar en todas partes, incluso en algo tan exacto como los números. Por ejemplo: .270 de average al bate, .802 de OPS (sumatoria del promedio de embasado y slugging), 26 carreras impulsadas, 5 cuadrangulares y 44 hits en 45 juegos. Tales guarismos pueden considerarse aceptables para un pelotero común, pero Miguel Cabrera está muy lejos de ser uno de esos jugadores.
Dominar el arte del bateo es algo que el venezolano ha hecho toda su vida, incluso mucho antes de firmar en 1999.
Y si bien su mejor faceta se ha visto después del receso del Juego de Estrellas, posee un promedio vitalicio de .318 y .955 de OPS antes de la llegada del clásico sideral.
No resulta extraño que las estadísticas que exhibe en la actual campaña sean vistas como anomalías del beisbol.
Cabrera lo sabe.
«Miren mi año», le explicó a Jon Morosi, reportero de MLB.com. «Ha sido pobre. He tenido lesiones, pero me siento mejor».
Entonces… ¿Pobre? Por natura, la palabra no parece encajar de ninguna manera en el gran tapiz de la carrera del inicialista.
«He estado inconsistente, un día bien, dos días nada bien, después otro buen día», reconoció. «He mejorado, le pego a la pelota justo en donde es, pero siento que puedo hacerlo mejor».
Los números vuelven a tornarse relativos cuando se busca el porqué Cabrera no ha sido el superbateador de las 14 zafras anteriores, pues es uno de los hombres que más duro le pega a la pelota en Grandes Ligas. De acuerdo con el portal baseballsavant.mlb.com, el emblema de los Tigres de Detroit tiene una velocidad de salida promedio de sus batazos de 93.3 millas por hora. Solo ocho nombres conectan la bola con más fuerza. El primero es Miguel Sanó, con 96.7 millas.
«He perdido 20 libras esta temporada (por un régimen de dieta recomendado por Detroit)», explicó. «No puedes hacer eso mientras juegas, te sientes débil, pero necesito hacerlo por mi espalda. Quiero sentirme saludable y ayudará para que haya menos presión en el tobillo». Las batallas con las molestias han abundado: primero lista de incapacitados por un tirón en la ingle y reposo por un costado magullado. Pero todavía Cabrera tiene chance de volver a convertir la anormalidad del bateo excelso en lo habitual.
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