Duerme menos, come menos y abandonó el ejercicio por las marchas. A sus 31 años de edad, está al frente de la lucha junto a sus compañeros diputados pensando en la libertad de Venezuela, pero también en Emiliana, su hija que nacerá a finales de agosto de este año. Juan Andrés Mejía ha esquivado dos heridas.
De la primera, lo salvó su casco ante el impacto de una bomba lacrimógena y en otro incidente utilizó sus brazos para evitar que el artefacto lanzado por la GNB lo impactara. Sin embargo, su familia directa, además de mantenerse en un estado de preocupación constante, resultó lastimada. Su hermano Alejandro, de 32 años de edad, lo acompañó a la marcha del 3 de junio, cuya ruta partía desde Montalbán y llegaba hasta El Valle. Pero el trayecto se desvió hasta la autopista Francisco Fajardo, dónde fueron emboscados por el cuerpo de seguridad del Estado.
“Mis dos hermanos se montaron en una moto para huir de la brutal represión. Alejandro estaba sentado en el medio y de repente apareció otra moto de la GNB y le disparó directamente a quemarropa solo a él. Tuvo suerte que no tuvo ningún daño óseo o en las arterias”.
Alejandro Mejía recibió diez perdigones entre su brazo y las piernas. Siete quedaron alojados en su cuerpo porque los médicos consideraron que estaban muy profundos y se podía lastimar el tejido. Debe mantener reposo por varias semanas y mantenerse con antibióticos, ya que tiene riesgos de infección. El diputado aseguró que denunciaron el caso ante la Fiscalía y siguen esperando respuesta.
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