El martes 30 de abril de 2019 en la noche un conjunto de jóvenes (entre 20 y 30 chamos) quemaron un poquito de basura al inicio de la avenida José Félix Ribas, cerca de la plaza Rodó de San Bernardino. El lugar es frente al famoso y muy bello edificio Atlantic (premio nacional de arquitectura y patrimonio de Caracas). Jamás obstruyeron la vía ni hicieron daño alguno, salvo gritar consignas en contra de los que, a pesar de los extraños sucesos de la mañana –presidente encargado Juan Guaidó y Leopoldo López junto a varias decenas de militares en el distribuidor Altamira, frente a la base aérea de La Carlota llamando a la solidaridad civil y militar–, siguen controlando el poder en nuestro país. A ellos se les acercaron varios guardias nacionales y dialogaron con ellos. Al rato (10:00 pm) se retiraron a sus casas y todo quedó en silencio, hasta que se iniciaron ráfagas de tiros por parte de colectivos (paramilitares) y gritos de los vecinos en contra de esta horrible agresión que pudo dejar heridos o muertos. Gracias a Dios no los hubo, pero sí la destrucción de las puertas de vidrio y vitrales de ambos lados del edificio que mencionamos. Un acto de barbarie que generó una pérdida patrimonial que dudo pueda ser recuperada y castigada. La intención es clarísima: generar terror para cercenar el derecho a la protesta y libre expresión, pero especialmente que sean los propios vecinos los que controlen a los que ejerzan su condición ciudadana, lo cual espero que no logren.
Desde ese mismo momento se escucharon voces (unas pocas) que justificaban la violencia de los colectivos debido al ruido que hacían los que protestaban: “Se lo tenían merecido.” ¡Qué mente tan torcida puede pensar así! ¿Dónde está su consciencia y humanidad si es que le queda algo? Son los mismos que ante los asesinatos de Samuel Enrique Méndez (24); Jurubith Rausseo (27); Yoifre Jesús Hernández Vásquez (14); Josnel Peralta (16) y Yonder Villasmil (15) –¡De los cinco, tres son menores de edad!– en estos días de protesta no culparán a los violentos sino a las víctimas y a los que anhelan libertad. El mejor ejemplo lo dio el ex presidente de Uruguay José “Pepe” Mujica al pedírsele opinión sobre el arrollamiento por una tanqueta de la GNB de varios jóvenes que protestaban a favor del cambio: “No hay que ponerse delante de las tanquetas”. Me hizo pensar en aquellos desalmados que culpan a la mujer violada por llevar minifalda.
No soy experto en el área de las fuerzas armadas, pero creo que ni los que lo son pueden tener claro lo ocurrido. Lo que sí es evidente es la clara fractura a lo interno de dicha institución, debido a la movilización de los soldados (aunque fueron pocos), la liberación del preso político más importante del chavismo-madurismo: Leopoldo López y la ausencia de represión a los “soldados rebeldes” (no voló ni un helicóptero ni salió ningún tanque, lo que para la verborrea del régimen es muy extraño), para después dejar salir a la población a protestar por no hablar de no hacer nada en contra de los supuestos líderes. Si tienen tanto apoyo, “unidad y lealtad”, como nos quieren hacer ver con sus concentraciones de soldados con el general Vladimir Padrino López y el usurpador en cadena de medios al día siguiente, ¿cómo se explica todo esto? Para un historiador es imposible no pensar en enero de 1958 cuando varios movimientos tanto en lo militar como en lo civil fueron creciendo en intensidad, pero una vez más hay que recordar que la historia no se repite; y menos cuando observamos poco a poco el peso de las potencias en los sucesos del 30 de abril, especialmente por la presión que vienen ejerciendo.
Al final; después de los sucesos y los nuevos mártires de la democracia en manos de los asesinos desde el poder en especial de los colectivos chavistas (paramilitares), son muchos los que una vez más se deprimen y parecen perder las esperanzas. “¿Vamos bien?”, se preguntan con pesimismo. Solo puedo decir que me duelen las víctimas, temo por los que creemos firmemente en la lucha por la democracia y un modelo productivo, y por todos los venezolanos que seguimos padeciendo hambre y miseria, pero ya estoy vacunado en lo que se refiere a las derrotas. Estoy convencido de que no podemos rendirnos nunca, que debemos seguir luchando; y más ahora que se ha demostrado la fractura del Ejército y el gran apoyo de las potencias libres del mundo. Pero me pregunto: ¿no sería ideal consultar al pueblo en los famosos cabildos abiertos que promovió desde enero el presidente Guaidó por los caminos que se deben seguir?
Mi propuesta es que volvamos a los cabildos abiertos con un conjunto de ideas claras para negociar con el chavismo-madurismo. ¡Es el momento ideal para negociar, no podemos seguir empecinados en un todo o nada! Seamos sinceros: ver nuestras metas (el famoso eslogan de los tres pasos) como precisamente pasos no es un dogma de fe. Y eso es lo que se debe discutir y orientar con el pueblo. Es decir, que se enumeren una serie de decisiones para exigir a Maduro, y preguntar claramente a la gente si estarían dispuestos a aceptarlas. Quizás una elección libre; con todas las condiciones que la hagan creíble, en especial un nuevo organismo electoral nombrado por la Asamblea Nacional en acuerdo con el chavismo y supervisión internacional real y estricta; podría ser el mecanismo para que se inicie un gobierno de transición y el cese de la usurpación. El cese de la usurpación no tiene que ser el primer paso. ¡Vamos a discutirlo y negociarlo! La democracia y la prosperidad es la meta final.
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