La misionera estadounidense Renee Bach, de 30 años de edad, pasó una década en Uganda ayudando y alimentando a niños malnutridos. Pero ahora se enfrenta a los tribunales de justicia del país africano por negligencia y fraude debido a la extraña muerte de 105 menores.
La historia la cuenta la National Public Radio de Estados Unidos. Indica el portal que Bach dejó su hogar en Virginia hace una década para establecer una organización benéfica que tenía como objetivo ayudar a los niños en Uganda.
De manera paralela, narraba en un blog su día a día en el voluntariado.
Bach viajó por primera vez a Uganda en 2007, durante su adolescencia. Trabajó en un orfanato dirigido por misioneros en la ciudad de Jinja y permaneció allí durante nueve meses.
En Jinja, una ciudad donde viven decenas de miles de personas y que está rodeada de aldeas rurales en condición de extrema pobreza, los misioneros estadounidenses habían establecido una gran cantidad de organizaciones benéficas.
A esta ciudad llegan voluntarios estadounidenses formados en iglesias evangélicas. Bach fue una de ellas.
«Una vez de vuelta a Virginia, Bach, que ya tenía 19 años, llegó a una conclusión que le cambió la vida: debía mudarse a Jinja a tiempo completo y establecer su propia organización benéfica», señala NPR.
Para llevar adelante su proyecto, la mujer fundó su organización sin fines de lucro llamada Serving His Children, un centro para tratamientos contra la desnutrición infantil.
Obtuvo fondos a través de donaciones que eran canalizadas por su iglesia y con ese dinero alquiló una casa grande en uno de los distritos más pobres de Jinja, llamado Masese.
De acuerdo con NPR, ella comenzó a probar opciones para el centro, como un programa para servir una comida caliente gratis a los niños del vecindario. 2 veces por semana, alrededor de 1.000 pequeños hacían fila alrededor de la casa para recibir sus alimentos.
Según Bach, cuenta NPR, la noticia de su programa de alimentación se extendió por Jinja. En el otoño de 2009, dice, recibió una llamada de un trabajador del hospital infantil local que le preguntó si podía ayudar a niños gravemente desnutridos.
Bach señaló que el empleado le dijo que, desde un punto de vista médico, esos niños habían sido estabilizados y que solo necesitaban que les devolvieran la salud.
La mujer refiere que aceptó ayudar a los niños y que pronto se dio cuenta de que el plan de Dios para ella era convertir la casa en un centro donde los pequeños desnutridos y sus madres pudieran vivir mientras se recuperaban.
El centro debía garantizarles las raciones gratuitas de los alimentos, los medicamentos que los médicos les habían prescrito y capacitación a las madres sobre nutrición.
A principios del 2010, su centro de nutrición estaba en funcionamiento. Pero había un gran problema. Ella no era médico. Solo se había concluido la secundaria, no tenía capacitación en medicina.
El centro que abrió en Uganda no era un hospital, y tampoco contaba con un médico.
Attorney David Gibbs lll put out this press release today on behalf of Renee Bach and Serving His Children. Please read and share. pic.twitter.com/GWWy27rhVT
— Serving His Children (@servinghis) June 24, 2019
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