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Espejismos en las redes venezolanas (Segunda parte)

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En la entrega pasada de esta columna hablé de comportamientos políticos en los social media venezolanos. Puntos clave:

* Ilusión de tener más influencia solo porque muchos piensan igual que el emisor. El usuario cree que piensan como él, no que él piensa como todos.

* Miles de autoatribuidos voceros hablan entre sí, sin escucharse.

* La emocionalidad mueve el “mood” de las redes, a sustancial distancia, el intelecto.

* Se usa y abusa del argumento ad hominem, que antepone el ataque a la persona en vez del debate de ideas.

* La gente no conoce, practica o utiliza el criterio de certeza forense de una información; es decir, aquello que la haría presentable en una corte de ley. ¿Es presentable un audio anónimo con datos no verificables que rueda por Whatsapp en una corte de ley? No.

* Una mayoría de usuarios de redes (según cálculos propios, al menos 75%) minimiza e incluso desprecia la necesidad de evidencias para apoyar la información que se comparte.

* La gente se empodera en las redes, pero en relación consigo misma. Alguien pasa a ser mejor ciberusuario que antes. No obstante, muchos se sienten líderes (lo cual es bueno), pero sin serlo (no tan bueno), porque no pasa de ser un refuerzo mutuo de personas que piensan igual.

Pero hay más.

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Confundir Internet con el país

Sin duda Internet le da voz a un país, pero no es el país. Según Tendencias Digitales la penetración de la red en Venezuela es de 59%. De esta, ciertamente la mayor participación por clase social es la D con 43%, seguida por la E, con 40%. Esto se debe sencillamente a que la proporción de población pobre en el país es abrumadoramente alta: 87% en septiembre de 2018 según la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi).

Las conexiones desde móviles alcanzan apenas 42% y si consideramos que, de acuerdo con el estudio de Newzoo Global Mobile Market en septiembre de 2018, la penetración de smartphones es de 40%, podríamos asegurar que un porcentaje mayoritario de personas (más de 80%) no usa móviles y si los usa no son smartphones capaces de conectarse a los social media.

Tampoco es que “Internet no sube cerros”, sino que no llega muy arriba. La mayoría de los segmentos pobres están ausentes de las discusiones de la clase media o lo que queda de ella en Venezuela. Si a eso agregamos que esos intercambios ocurren en “silos ideológicos” donde gravita un pensamiento político homogéneo, veremos que el alcance y el poder de cambio en redes es esencialmente una ilusión solo rota por muy pocos, usualmente con alto perfil en medios fuera de los social media.

Narcisismo en vez de activismo

Los social media son reflejo de la sociedad y hay algo que resalta en el tipo y calidad de lo publicado: la mayoría cree que su opinión es muy importante. Y lo es, para sí mismo, sin duda, y media docena de amigos, pero no para la abrumadora mayoría. ¿Por qué? Porque una gran cantidad está pendiente de sus propias opiniones y las reacciones que provocan. Otro enorme grupo solo se limita a leer, ver media o rebotar información con pocos añadidos.

En su libro La epidemia narcisista, la profesora Jean M. Twenge denuncia en 2007 que la “visión inflada del yo está en todas partes. Los adolescentes y los adultos jóvenes lo perfeccionan en Facebook (…) y está creando personas deprimidas, solas y enterradas bajo montones de deudas”, cita un estudio realizado con 37.000 estudiantes universitarios y señala que “los rasgos de personalidad narcisista aumentaron tan rápido como la obesidad desde la década de 1980” en Estados Unidos. “Una epidemia”, según sus palabras. ¿Cómo se llama popularmente a los millenials? La Generación Yo (Me Generation).

La psicóloga Lisa Firestone afirma que muchos estudios han mostrado “conexiones entre [social media como] Facebook y el narcisismo. Los estudios son consistentes en sus hallazgos de que la gente con altos puntajes en los cuestionarios del Inventario de Personalidad Narcisista tienden a tener más amigos en Facebook, se etiquetan más en fotos y publican más frecuentemente sus estatus”.

Las redes venezolanas no son excepción; de hecho, son una gran vitrina. Se observa un festival de egos en los que figurar, protagonizar, ser reconocidos, deja los contenidos y mensajes como algo accesorio. Usando mensajes políticos o campañas de acción social, realmente son vehículos para introducir sus agendas personales y deseos de protagonismo. No lo critico si tiene buen desenlace (un vocero o líder que ejerza algo más que buenos tuits). Pero el narcisismo de muchos suele opacar la sustancia de muchas iniciativas, porque la exposición que se logra puede ser un trampolín político para algunos. Y lo aprovechan.

Hay narcisismos de todos los tamaños, pero la unidad mínima es el individuo. El empoderamiento de las redes crea o acentúa una posición egocentrista, si no se sale un poco del ego para compartir,  aprender y, ¿por qué no?, enseñar lo que sepamos, solo queda un gran diálogo de sordos, de grupúsculos que piensan igual y de miles de personas rebotando el próximo tubazo que durará 15 minutos.

“Activismo clicoso”

Las redes en Venezuela han sido importantes políticamente, pero se nota un agotamiento general que no involucra solo a la oposición sino al chavismo también, activo en redes principalmente como masa, no como conjunto de ciudadanos. Lo del chavismo es peor porque se castiga la libertad de expresión, en la red opositora hay exceso de libertad, tanta que deviene en caos. Cae en manos de laboratorios. Algunos dirán que todos caemos bajo algún laboratorio, eso es cierto, pero al menos no son establecimientos rusos, chinos, cubanos o chavistas. Será difícil encontrar un cibernauta más estereotipado, zombi y robotizado que el chavista. Los conozco desde que entraron a Internet. Pero excepto en campañas de hashtags, los opositores no usan las redes como un organismo coordinado y enfocado a objetivos de lucha política contra el chavismo. En el pasado sí, y todavía esporádicamente, pero en la mayoría de los casos son terrenos de agrias confrontaciones. A veces solo para eso.

Conclusiones y prácticas que pueden ayudar

En Venezuela las redes han sido un importante medio de lucha política desde principios de siglo. Pero su contundencia ha decrecido. Además de su normalización en el mundo, la animosidad, el ego, la división inherente al venezolano desde la Gran Colombia, las noticias falsas y el caos en las redes han neutralizado sus efectos positivos de lucha política. Hay excepciones, por supuesto, tuiteros que se dedican a compartir información útil, a educar, no a contrabandear liderazgos personales y hacer política personal disfrazada de activismo. Hay que seguir a los que ponen el foco en el contenido, en su audiencia y no en el ego.

Y así, mi querido lector, le dejo algunas prácticas que yo ejecuto y que me hacen sobrevivir y dar lo mejor posible en estas redes borrascosas.

a. Me concentro en el mensaje que quiero dar. Lo trabajo con cuidado y lo distribuyo con el fin de informar. No me importa figurar, ni lograr liderazgo.

b. Me gusta que el mensaje tenga resonancia, pero no me obsesiono por la cantidad de likes o retuits. Si es alto, qué bueno. Si no, tranquilo. En realidad mi objetivo es dejar constancia de que lo dije.

c. Estuve dos años y medio fuera de Twitter. De Facebook me tomé vacaciones más cortas y por Instagram ni paso. Ha sido una terapia de recuperación, de salud mental. No digo tanto tiempo, pero es bueno no obsesionarse con las redes porque terminan alterando (y no para bien) el carácter y puede ocurrir que distorsionen la percepción de nuestra vida y nuestra realidad.

d. No personalizo mis debates en redes, que los tengo. No apelo al ad hominem, me centro en las ideas, en los pensamientos, en los argumentos, no en la personalidad, los defectos o la conducta de mis interlocutores. Si me dicen: “Es que tú…”, “Eres un disociado” o algo peor, no contesto con la misma moneda, sigo concentrado en el tema y las ideas o digo adiós si no hay sentido en seguir.

e. No me obsesiono en convencer o “ganar la discusión”. Si me dan buenos argumentos, los acojo. No tengo problemas en aceptar que me equivoqué o que me han convencido.

f. Si hago una denuncia la sustento con datos verificables y de fuentes de calidad. No de rumores o audios de Whatsapp. Si predigo algo y no se cumple lo acepto. ¿Cuántos de esos que predijeron al menos 10 escenarios distintos de las reuniones de Barbados y que resultaron falsos lo manifestaron? Ninguno.

g. Importante: Tener actividades en otras esferas en línea: grupos, chats, newsgroups, otras cuentas de social media sobre otros temas, lúdicos, académicos, de entretenimiento, en otros idiomas, en otros quehaceres.

h. Y para completar mi disfrute de las redes, también hago lo posible por tener una vida provechosa fuera de ellas.

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