Una sola mirada a la caída de la producción petrolera en Venezuela ya sirve para darse cuenta de que no son las sanciones norteamericanas al régimen de Nicolás Maduro lo que ha puesto a Venezuela en la ruta de esta estrepitosa caída económica que enfrentamos y que ha depauperado a la población.
Cuando llegó Hugo Chávez al poder producíamos 3.100.000 barriles de crudo cada día. Casi 20 años más tarde las cifras oficiales aseguran que no pasamos de producir 700.000. Cualquiera que esté al tanto de que Venezuela sostiene sus ingresos casi solo con petróleo puede claramente observar que la destrucción de nuestra industria, su mala administración y falta de inversiones, no comenzó el día que se iniciaron las sanciones gringas.
Y eso es apenas un botón que nos sirve de muestra. La desaparición de las industrias privadas y públicas nacionales, el colapso de nuestro sistema de salud, la desbocada inflación y la pérdida de valor del bolívar, no parecen ser tampoco obra de los del norte, al menos para quienes tenemos memoria. Y la responsabilidad recae íntegra en la revolución bolivariana que también destruyó las empresas básicas del Estado, que no mantuvo los sistemas eléctricos del país, que está permitiendo el saqueo del Arco Minero y que se ha robado todo el oro que se puede extraer de nuestra geografía. Quienes laboraron y quienes invirtieron en el sector agrícola y pecuario del país saben, a ciencia cierta, cómo la descolgada de su producción comenzó por la inseguridad en el campo y la falta total de insumos, lo que fue terriblemente agravado con la nacionalización de Agroisleña. En ese entonces aún no se hablaba de norteamericanos ni de sus sanciones a la revolución.
No es tampoco culpa de Washington que el saqueo organizado del país, las coimas de los contratos estatales y las comisiones de las compras gubernamentales se hayan vuelto la regla. ¿O es que no acaba de descubrirse una olla monumental de podredumbre con las adquisiciones de los bienes incluidos dentro de las cajas CLAP en la que están involucrados personajes muy cercanos a Maduro y con altísimos cargos en el gobierno revolucionario? Es una colosal burla, por decir lo menos, pretender convencer al pueblo de que en adelante no podrán distribuir más esta ayuda debido al bloqueo de Estados Unidos. Había que preguntarse cuál es la razón por la que no son las industrias venezolanas sino las extranjeras las que proveen al régimen de las sardinas en lata o la harina precocida de maíz, la harina de trigo, la pasta o el aceite vegetal que colocan dentro de las CLAP.
Hay otras cosas que llaman más la atención del tema de las sanciones al régimen madurista, no solo de Estados Unidos sino de muchos otros países. Hay dos tipos de sanciones bien diferenciadas. Unas son las que tienen que ver con imposibilitar el saqueo continuado a Pdvsa y los negociados turbios gubernamentales. Esas operaciones están y seguirán estando bloqueadas.
Otro tipo de medidas sancionatorias, y las que el gobierno nunca trae a colación porque les atañen como protagonistas de hechos delictivos y muy vergonzosos, son en contra de los movimientos ilícitos de dinero de los jerarcas del régimen y sus familiares, sus testaferros, enchufados y boliburgueses, quienes ayudaron a armar un tinglado a través del cual se han perpetrado centenares de operaciones corruptas con los dineros estatales y otro tipo de negocios como el del narcotráfico. Estas medidas sí pretenden establecer un cerco infranqueable a operaciones ilegales y castigar a sus protagonistas. Estas sanciones no se mencionan en los círculos gubernamentales ni se explicitan ante el país. En ellas, valga saberlo, Estados Unidos ha estado acompañado de otros países: Canadá, Suiza, la Unión Europea y otros cuantos de nuestro subcontinente.
La excusa que consiste en endilgarle a Washington las culpas seguirá siendo utilizada y con ella lo que logra el madurismo procubano es perder cada día más credibilidad, si es que les queda alguna frente a la población de a pie. El apego de 17% del electorado a la figura del dictador que aún muestran las encuestas, el de los detentores de un “carnet de la patria”, beneficiarios al propio tiempo de la pírrica ayuda alimentaria de las corruptas CLAP, es el más endeble de todos porque se origina en un chantaje que se convertirá en un boomerang, más temprano que tarde.
Así, pues, a otro perro con ese hueso. La responsabilidad del deplorable estado de los venezolanos es enteramente revolucionaria.
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