No es la primera vez que Estados Unidos decide congelar todos los activos de un gobierno; Cuba puede echar el cuento desde 1962; su «revolución» no vino sola. El extranjero también le cerró la puerta. Irán, Siria y Corea del Norte entran en el mismo saco, bloqueo económico.
Examinando nuestros motivos y puntualmente nuestro caso, intuíamos que en el momento en el que viviéramos esa situación sería el final de la tiranía, porque la fuerza sin verdes se termina. Desconocíamos las otras fuentes de ingreso distintas a Citgo, Pdvsa o cualquier otra entidad que se nutriese de nuestro oro negro. Los polvos blancos, las armaduras y el oro de verdad, que se arranca diariamente en Guayana, estaba lejano al previo análisis de la imaginaria “caída del gobierno”.
Hoy se paran de la mesa; deciden que el diálogo, bajo estas nuevas condiciones impuestas por un gobierno extranjero, es suficiente motivo para no resolver más problemas. Sí, la ingenuidad también nos llevó a una mesa para intentar remediar, cambiar, transformar lo imposible.
Ellos lo saben, el bloqueo en Venezuela no comienza en agosto de este año, comenzó en el momento en el que con la propiedad privada hicieron fiesta pública para reírse de ella. Desde aquel día que se llevaron el azúcar, para endulzar sus bolsillos. La compañía eléctrica para que sus rumbas fuesen iluminadas. El teléfono nacional porque la comunicación siempre va primero. El cemento, puesto que las villas y palacios no se construyen sin herramientas. La banca, donde inflaron sus cuentas. El arroz, que los alimenta. El gas que les da oxígeno. Los medios de comunicación, para contar la historia en una sola voz, y así, más de mil (se lee mil) empresas.
Un día llegabas a tu lugar de trabajo y resulta que aquella palabra tan mencionada –¡exprópiese!– tenía significado. El camino del bloqueo. Salvaje, violento, llevándose todo pensamiento distinto de por medio, mitigándolo, arrojándolo lejos de su criterio. Haciéndote invisible. Pero no lo vimos.
Te bloquearon la mente, la educación, los sentimientos. La mesa dejó de ser compartida, se alimentaba con un rencor sembrado que te llenaba la cabeza de ira. Te ayudaron con sus tantos discursos a repetir lo que nunca tuvo sentido y así, a través de palabras prestadas, te bloquearon hasta tus pensamientos, tu ideología, tu ser.
Si tenías que elegir, porque la condición «democrática» lo celebraba, te hacían recordatorios previos de cuál era la posición del panfleto en la que estaban, para que así presionaras con tu dedo un botón que los activaba, que les daba poder para seguir destruyéndote. Y sí, lo lograban.
Nos tocó vivirlo aún más cuando dejamos de tener acceso a recursos vitales; te bloquearon el alimento, porque la mente desnutrida les facilita su poderío. Los enfermos sin medicinas no son sus problemas y los hospitales pasaron a ser olvidados en su proyecto. Te reventaron, pero tampoco lo vimos.
¿Bloqueo?, bloqueada está el Ávila con toda su extraordinaria fauna, nuestras playas que dejamos de verlas, nuestro desierto que se queda sin fuerzas, nuestra selva que la ultrajaron y machacaron; de norte a sur, de oriente a occidente, quedamos bloqueados. Sí, Venezuela vive un bloqueo constante que nos minimiza desde hace aproximadamente 20 años. Es importante que no se nos olvide ese bloqueo. ¿Cómo terminará este cuento?
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