La sala entera se ilumina cuando la maestra Yolanda Moreno entra en el salón de Danzas Venezuela, en Colinas de Bello Monte. Todos los integrantes de su cuerpo de baile voltean y dejan de hablar entre sí. Es un alborozo silente. No es miedo; es un profundo respeto por la llamada bailarina del pueblo venezolano. Tiene 82 años de edad. Esbelta, agraciada y fuerte, su sola presencia se impone.
Yolanda Moreno prepara desde el año pasado, junto con sus 36 bailarines, el espectáculo Una bandera en el corazón, en el que hará, a través de la danza, un recorrido por la historia y la geografía del país. El show que se presentará este fin de semana en el Centro Cultural Chacao estaba pautado para el 12 de marzo, pero debido a la crisis eléctrica que apagó por varios días al país, tuvo que ser pospuesto.
La maestra viste de morado. Rozagante, lleva una flor del mismo color en el cabello. Joyas doradas cuelgan de su cuello y orejas. Usa maquillaje, aunque no lo necesita. La sonrisa ilumina su rostro. Y cuenta, pícaramente, que jamás deja de arreglarse: “Uno nunca sabe a quién se va a encontrar, cuándo te van a tomar una foto o un video”.
Es una mañana de ensayo general en la sede de Danzas Venezuela. Los bailarines entran y salen del estudio. Llevan puestos los trajes que lucirán sobre el escenario. Y esperan la aprobación de su maestra. Satisfecha, Moreno busca siempre la perfección y a cada uno le deja saber qué debe mejorar. Dice ser una profesora “bravita”, pero lo que busca es disciplina.
—La danza es también un reflejo de la realidad, ¿qué país muestra en Una bandera para el corazón?
—El sentimiento de lo que somos los venezolanos: alegres, melancólicos, vitales y enérgicos. Es lo que transmiten nuestras coreografías. Cuando el campesino baila joropo tiene una fuerza increíble; cuando el negro toca el tambor y las muchachas salen a escena te mueve por dentro; pero vas para los Andes y te llenas de melancolía porque sus movimientos son dulces y delicados. Esa es Venezuela.
Yolanda Moreno reconoce la crisis que se vive en el país. Habla de insensibilidad y falta de valores: “Justo en este momento necesitamos esa bandera, para sentirla, amarla, cuidarla y protegerla del maltrato. Yo tengo fe, creo en este país y me siento orgullosa de haber nacido aquí. Ahora, me hubiese encantado nacer en el Zulia y no en Caracas –suelta una carcajada–, porque allá son muy regionalistas. Ellos aman su tierra y a su gente. La importancia del baile es aún mayor en estos tiempos de zozobra”.
Los apagones, uno de los tantos problemas del país, afectaron directamente los ensayos y las clases en Danzas Venezuela, pero no la vida de Yolanda Moreno. Durante las noches de oscurana, la maestra se entretenía como podía. Leía a la luz de la vela y se negaba a escuchar las malas nuevas en la radio. Tajante, dice: “Yo estoy en otro mundo. Yo no veo noticias, ni teléfonos de esos que las niñas cargan siempre. Yo escucho música, yo leo, bailo; el arte es mi vida”.
—Danzas Venezuela lleva 69 años ininterrumpidos, ¿cómo sobrevive en estos tiempos una compañía de baile?
—Con mucha fe y estando rodeados de gente que ama la danza. Estos muchachos que están aquí no cobran ni un centavo, pero aman ensayar. Yo admiro el esfuerzo que hacen incluso para llegar. Algunos viven en Guarenas, en los Valles del Tuy, Los Teques y La Guaira. Si amas lo que haces nada es imposible. Yo soy un ejemplo, 82 años y mírame: el baile me ha mantenido así de enérgica.
Yolanda Moreno considera que la danza nacionalista es la cenicienta de todos los bailes. “Aquí siempre se ha apoyado el ballet clásico, el contemporáneo y el flamenco. La gente piensa que lo nuestro no sirve, que es cursi. Pero cuando salimos del país, somos los mejores. Somos los verdaderos embajadores de Venezuela y, aún así, no recibimos el apoyo necesario”, indica.
La bailarina frunce el ceño cuando le preguntan si ella baila danzas folklóricas: “Yo no hago folklore. Yo hago danza nacionalista. Tomo lo que el pueblo hace, crea y realiza en determinadas fechas. Comer arepas es folklore, comer en El Rey del Pescado es folklore, comer casabe con papelón, eso es folklórico. Todo lo que se hace día a día es folklore. Lo que hago es tomar esos elementos y transformarlos en movimientos”.
A los 82 años de edad, Yolanda Moreno se asume como una mujer natural que lleva consigo la satisfacción de tener más 70 años dedicada al baile. Disfruta de los saludos y el reconocimiento en la calle. Pero aclara: “Soy una persona completamente normal. Una señora que ha vivido bastante, que ha viajado, una señora normal y corriente”.
En marzo de 2020 Danzas Venezuela cumplirá 70 años. Y Yolanda Moreno ya piensa en ese espectáculo para celebrar el largo recorrido. Confía en mejores tiempos. Lo tiene claro: no se irá del país. “Yo soy Venezuela”, subraya.
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