Si hay un lugar que emociona a Amalia Possamai es el que se conoce como museo de El Nacional, ese espacio en el que se exhiben fotografías y pertenencias de Miguel Otero Silva en la sede del diario. Fue el primer sitio que recorrió en 2012, durante una visita guiada.
«Quedé enamorada de esas paredes», dice quien entonces era una estudiante de 20 años de edad.
No sorprende la emoción en quien eligió Bibliotecología y Archivología como profesión. Ver esas imágenes, caminar por los pasillos, conocer la redacción, le hicieron trazarse una meta: trabajar en El Nacional.
Por eso no dudó en entregar su currículo en recepción. Pasaron los días y se resignó a que su hoja de vida había sido engavetada. Dos semanas después recibió la ansiada llamada.
Quedó como pasante, cargo que desempeñó por seis meses antes de que le asignaran otras tareas.
Desde enero es coordinadora del Departamento de Archivo de Redacción, donde se pueden encontrar todas las ediciones del periódico y las fotografías que se han tomado desde la fundación de El Nacional, en 1943.
Aunque tiene más responsabilidades, ella se mantiene en el mismo escritorio, cerca de la puerta. «Esa fue mi condición. Siempre me ha gustado darle la cara al usuario. Ejerzo esta carrera para darle respuesta a muchas de las incógnitas que tienen las personas y el archivo resguarda toda la historia del país. Mucha gente viene y dice que se siente en una institución del primer mundo por la forma en la que funcionamos, por la calidad y lo afable del sitio».
En cinco años, dice, son numerosos los recuerdos.
Además de hacer una gran amistad con su colega Kysbel Velasco, para ella es invaluable la interacción con todos aquellos investigadores que han hecho parte de su rutina acudir al archivo. Menciona al arquitecto Ricardo Rodríguez Boades, quien se documenta en El Nacional de la información que suele dar en su espacio radial. Otra anécdota que le saca una sonrisa es la vez que compartió con el fotógrafo José Sardá. «Vino a revisar sus fotos. Vimos las imágenes del terremoto de Caracas. Me contó cómo se subió a un helicóptero amarrado de un mecate para tomar fotos de un edificio. Eso es lo que me gusta. Ahora siento que estoy llena de historia».
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